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Información práctica

Alimentación en la primera infancia de 0 a 3 años
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La infancia es la etapa del ciclo vital que va desde los 0 meses hasta los 12 años. Cada etapa requiere un tipo de alimentación específica, según el desarrollo físico y psicomotor y las necesidades nutricionales que el niño tiene a medida que crece. 

  1. Recién nacido a término (RNAT) y lactante

    1.1 Lactancia materna 

    1.2 Lactancia artificial 

         1.2.1 Composición de las fórmulas de inicio
         1.2.2 Fórmulas de continuación
         1.2.3 Fórmulas especiales
         1.2.4 Cantidades y horarios de la lactancia artificial
         1.2.5 Higiene, preparación y técnica del biberón 

    1.3 Lactancia mixta 

    1.4 Alimentación complementaria 

    1.5 Preparados indutriales infantiles 

    1.6 Otros líquidos 

  2. Recién nacido prematuro

    2.1 Fórmulas específicas para prematuros 

    2.2 Alimentación complementaria 

    2.3 Dificultades para la alimentación en el RN prematuro

 

1. Recién nacido a término (RNAT) y lactante

El recién nacido pasa bruscamente de recibir flujos pasivos y continuos en el período intrauterino a la discontinuidad y actividad del extrauterino. La conducta alimentaria es relacional: el niño la estructura en función de quien lo alimenta. La lactancia a satisfacción de la madre y el hijo resulta un acto placentero y de contacto afectivo que proporciona deleite y reduce la tensión. Si la lactancia se realiza por autodemanda (es decir, la madre responde a la iniciativa del lactante), la sensación de hambre irá transformándose del miedo-displacer inicial a una expectativa de un nuevo contacto satisfactorio. El saberse básicamente acogido y amparado le permitirá en el futuro afrontar las pequeñas frustraciones o aplazamientos de la respuesta placentera.

Durante la lactancia, materna o artificial, se ha observado que el bebé ejercita el control preprandial durante el primer trimestre. Es decir, toma más cuanto mayor ha sido el intervalo precedente: si duerme toda la noche, comerá más por la mañana. Hacia el segundo trimestre empieza a predominar el modelo de control postprandrial, en el cual el intervalo subsiguiente es mayor porque la comida anterior ha sido más abundante. El bebé conoce los intervalos y se adapta activamente a ellos. 

Consejos: Comer y beber / factores que influyen en el desarrollo de la actividad en el neonato-lactante 

 

1.1 Lactancia materna

La leche materna es el alimento de elección en el recién nacido y lactante durante los primeros seis meses de vida. En estos primeros seis meses de manera exclusiva. Después se recomienda mantener la lactancia materna combinada con la introducción progresiva de alimentos hasta los dos años de edad o hasta que la madre o el niño lo crean conveniente. Los lactantes alimentados con el pecho alcanzan un crecimiento, un desarrollo y un estado de salud óptimos.

Contiene todo lo que el bebé necesita: agua (principal componente de la leche materna), proteínas, grasa, hidratos de carbono, minerales, vitaminas y hierro. Su composición es variable, adecuándose al período de lactancia (calostro, leche de transición y leche madura), con un valor nutricional constante. Siempre está disponible, a la temperatura adecuada, incluso fuera de casa y favorece que el vínculo afectivo entre madre e hijo sea más precoz. 

Además, la leche materna tiene otras ventajas: le da al bebé la inmunidad y los anticuerpos que se han desarrollado en la madre para luchar contra los gérmenes. Este tipo de protección es importante puesto que el sistema inmunológico del niño todavía se está desarrollando. También previene posibles alergias e intolerancias a ciertos alimentos.

Otras ventajas son que proporciona cierta protección frente a enfermedades crónicas (obesidad, hipertensión, arteriosclerosis, diabetes...), que favorece el desarrollo neurológico, visual e intelectual, gracias a la presencia de ácidos grasos poliinsaturados de cadena larga (omega-3, omega-6), y que tiene un papel protector frente al síndrome de muerte súbita del lactante. También ayuda a un correcto desarrollo mandibular del lactante. 

De hecho, además de los beneficios para el bebé, el amamantamiento materno también tiene ventajas para la madre: ayuda en la recuperación física después del parto y reduce el riesgo de sufrir cáncer de mama y de ovario, y también, de tener anemia y osteoporosis, entre otras patologías.

Audiovisual Lactancia materna (cat)
  
  
   
Consejos de salud: Lactancia 
Consejos de salud: Infancia / evolución biofisiólogica recien nacido prematuro
Consejos de salud: Comer y beber / factores que influyen en el desarrollo de la actividad 


1.2 Lactancia artificial

Cuando la lactancia materna no es posible, deben utilizarse las fórmulas adaptadas que tanto en su composición de macro como de micronutrientes, tratan de parecerse lo más posible a la leche materna con tal de que se adapte al máximo a la fisiología de la digestión y absorción de nutrientes del lactante.

Las fórmulas más habituales contienen leche de vaca, suero de leche y caseína purificados como fuente de proteínas; aceites vegetales ricos en ácidos grasos insaturados como fuente de grasa; lactosa y oligosacáridos como fuente de carbohidratos; vitaminas; minerales y otros ingredientes que varían según el fabricante. A pesar de ello su composición está regulada y deben cumplir estrictas normativas establecidas por diversos organismos internacionales. La industria alimentaria intenta desarrollar fórmulas infantiles que consigan un mejor crecimiento y desarrollo del lactante, la prevención de deficiencias nutricionales y un mejor desarrollo de las funciones inmunológicas. 


Una directiva de la Unión Europea (UE) define: 

  • Fórmulas adaptadas (sucedáneos de la leche materna):Leche para lactantes: Llamada también leche de inicio (núm. 1). Alimento elaborado totalmente a partir de las proteínas procedentes de la leche de vaca y adaptados a las características fisiológicas del recién nacido, que satisface las necesidades nutritivas de los recién nacidos hasta los 4-6 meses. 
  • Fórmulas de continuación (núm. 2): Alimento elaborado a partir de las proteínas de la leche de vaca para los lactantes  a partir de los 6 meses.
  • Fórmulas de crecimiento o “Júnior”: Estas fórmulas están fortificadas con hierro y contienen ácidos grasos poliinsaturados, lactosa, sacarosa y diferentes vitaminas y minerales para enriquecerlas. Se pueden ofrecer a partir de los 18 meses.

 

1.2.1 Composición de las fórmulas de inicio
  • Aporte energético (60-75 kcal / 100 ml). Se basa en el aporte medio de la leche materna, que es muy fluctuante por el diferente contenido de grasas durante las tetadas, menos al principio y más al final. 
  • Contenido proteico (1,2-1,9 g / 100 ml). El contenido de proteínas en las fórmulas de continuación es superior al de las de inicio. La proporción en la leche materna varía desde el calostro (90 %) a la leche madura (60 %). En las fórmulas debe ser al menos del 80 % para proporcionar una cantidad similar de aminoácidos. 
  • Hidratos de carbono (5,4-8,2 g / 100 ml). La lactosa debe ser el principal carbohidrato, tal como lo es en la leche materna; el resto es dextrinomaltosa y glucosa. La leche materna contiene un 10 % de oligosacáridos, cuyo papel en la protección contra infecciones parece cada vez más importante, por lo que se está planteando incorporarlos en las nuevas fórmulas. 
  • Grasas(2,9-4,1 / 100 ml). El aporte de grasas en la dieta del lactante debe cubrir el importante aumento de peso que se da en el primer semestre de vida, teniendo en cuenta que la grasa supone el 35 % de la ganancia ponderal. 
  • Minerales y oligoelementos. El contenido en minerales de las fórmulas debe mantenerse en niveles adecuados para no producir deficiencias con posible repercusión en la salud del lactante. Las necesidades de sodio del niño son mayores que las del adulto, pero los neonatos manejan mal su eliminación, por lo que la concentración de sodio, cloro y potasio tiene que ser inferior a la existente en la leche de vaca y asemejarse a la de la leche humana. El contenido de calcio del organismo está fundamentalmente en el esqueleto. El calcio de las fórmulas se absorbe peor que el de la leche humana, por lo que la concentración debe ser superior a la de la leche materna. La absorción del fósforo (P) está en parte regulada por la del calcio, y por eso se recomienda un cociente Ca/P superior al de la leche humana. Tanto la leche de vaca como la materna son pobres en hierro, las fórmulas enriquecidas deben contener un mínimo de 1 mg de hierro por 100 kcal.

 

1.2.2 Fórmulas de continuación

Son unas leches infantiles especialmente formuladas para la alimentación láctea del bebé a partir de los 5-6 meses. Su característica principal es que aportan más proteínas y hierro que las leches de inicio.

Los expertos en alimentación infantil recomiendan una ingesta mínima de medio litro diario hasta los tres años como base de un plan de alimentación equilibrado. 

Consejos Alimentación saludable: nutrientes

 

1.2.3 Fórmulas especiales

Actualmente existen diversas fórmulas lácteas destinadas a suplir la leche materna (de inicio, de continuación o de vaca, según la edad del niño) para los lactantes que, por diversos problemas, no pueden ser alimentados con las fórmulas convencionales. Estos preparados deben considerarse como alimentos/medicamentos, por lo que siempre han de estar indicados y controlados por el pediatra. 

  • Fórmulas para prematuros y recién nacidos de bajo peso. El aporte de proteínas es ligeramente superior al estándar. Los porcentajes de vitaminas C, E y ácido fólico son más altos que en las fórmulas para recién nacidos a término.

    RN prematuro  
  • Fórmulas antiestreñimiento (FAE). Recientemente se ha comprobado la relación entre la consistencia de las heces y la eliminación de jabones cálcicos. En los niños alimentados con leche materna, las heces son más blandas porque el 70 % de los ácidos grasos se absorben adecuadamente. En cambio, en las leches adaptadas quedan ácidos grasos libres que se absorben mal, se unen al calcio (Ca) y forman jabones cálcicos. Estas fórmulas se modifican transformando esos ácidos de forma que se hidrolizan mejor (fraccionan las proteínas lácteas en proteínas más pequeñas), lo que ayuda a ablandar las heces y permite una mejor absorción del calcio de la leche. 
  • Fórmulas anticólico (FAC). Estas fórmulas también están modificadas: se han hidrolizado parcialmente las proteínas, se les ha añadido dextrinomaltosa (un glúcido) y se ha suprimido el almidón. En algunas se añade fibra. Aunque ayudan, no evitan al 100 % los cólicos del lactante.
  • Leche sin lactosa (FSL). Son preparados a base de proteínas de vaca en los que se ha sustituido totalmente o parcialmente la lactosa por otro glúcido, normalmente la dextrinomaltosa. Aunque tienen el mismo poder calórico, la lactosa juega un papel importante en la absorción del calcio y la obtención de masa ósea e induce a la formación de la flora intestinal. Por consiguiente, su retirada de la alimentación del lactante debe ser valorada y controlada por el pediatra. Las indicaciones para el uso de una FSL son raras. Las diarreas agudas y sus complicaciones, que fueron la principal indicación, son cada vez menos frecuentes y menos graves. Actualmente, en estos casos, se indica la rehidratación oral y posteriormente la realimentación precoz.
     
    Consejos: Infancia / problemas de salud digestivos
  • Preparados a base de proteínas de soja. Preparados que toman como fuente de proteínas la soja (proteína vegetal de alto valor biológico) muy refinada. No contienen lactosa, por lo que la absorción del calcio disminuye. Se utilizan en situaciones de necesidad de dieta exenta de lactosa y/o galactosa, en el caso de niños de padres vegetarianos que no desean utilizar proteínas animales y en lactantes mayores (6 a 12 meses) que presentan alergia a las proteínas de vaca sin alteraciones digestivas ni malnutrición. También precisa un adecuado control por parte del equipo de salud que atiende al niño para evitar déficits nutricionales. 
  • Hidrolizados de proteínas (FH). Con la proteína láctea modificada por hidrólisis enzimáticas. Se elaboraron para el tratamiento y la alimentación de niños con problemas de maldigestión o malabsorción de nutrientes a causa de un intestino corto o de una lesión en la mucosa intestinal. Con el paso del tiempo, sus indicaciones se han ido ampliando, actualmente su mayor indicación es la alergia a las proteínas de la leche de vaca (APLV), dado que tienen una cierta capacidad hipoalergénica (provocan menos alergias). La utilización de una FH debe ser adecuadamente vigilada por el equipo de salud. 
  • Fórmulas antiregurgitación (FAR). Tradicionalmente se utilizaban los cereales para espesar los biberones en los niños con regurgitaciones frecuentes. Actualmente se han desarrollado fórmulas que incorporan un espesante (harina de algarrobo, almidón de maíz o almidón de arroz) que aumenta su viscosidad y reduce la frecuencia de las regurgitaciones. La harina de algarrobo, al no ser digerida, es fermentada, de manera que aumenta el tránsito intestinal y ablanda las heces; puede producir molestias y diarreas leves. Los almidones de maíz o arroz no tienen estos efectos y son bien digeridos. Estas fórmulas disminuyen el número de regurgitaciones, pero no sirven en el caso de episodios de reflujo gastroesofágico. Como tienen menor cantidad de lactosa, disminuye la absorción de calcio, por lo que también precisa de la indicación y el seguimiento del pediatra. 

 

1.2.4 Cantidades y horarios de la lactancia artificial

La lactancia artificial debe iniciarse precozmente, es decir, el primer día de vida hay que ofrecer cantidades de 15-30 ml por toma, y aumentar 10 ml por biberón cada día durante la primera semana según la demanda del niño. Es normal que pidan un biberón a media noche los primeros tres meses. De forma orientativa el volumen total diario de leche se calcula entre los 150-200 ml por kilo de peso. Se debe tener en cuenta que cada niño regula su ingesta según su apetito y no se debe forzar jamás al bebé a terminar un biberón cuando lo rechaza. Con la leche artificial suele aumentar el tiempo entre biberones a unas tres o cuatro horas. En caso de que el niño no lo pida y se salte un biberón, si el aumento de peso es correcto no es preciso despertarlo. 

 

1.2.5 Higiene, preparación y técnica del biberón 
  • Higiene

    Hay que lavarse las manos antes de preparar el biberón y utilizar agua potable (del grifo o envasada) bacteriológicamente pura y poco mineralizada. No debe utilizarse agua procedente de fuentes o pozos aunque hayan sido analizadas y no contengan gérmenes, porque pueden tener otras sustancias, como por ejemplo nitratos, que son toleradas por los adultos pero perjudican a los lactantes. En caso de agua no controlada o situaciones de riesgo es útil hervir el agua durante tres minutos para prevenir infecciones gastrointestinales.
     
  • Métodos de esterilización de biberones y tetinas 
    • Método tradicional (sumergir y hervir los utensilios). 
    • Esterilizador comercial (por acción vapor). 
    • Soluciones desinfectantes al agua (Milton = hipoclorito al 1 %). 
  • Consejos para la preparación segura del biberón
     
    A pesar de que al proceso de fabricación de las fórmulas infantiles en polvo se aplica un tratamiento térmico, no se puede considerar que sean estériles porque no se efectúa una esterilización final y, ocasionalmente, pueden contener microorganismos en pequeñas cantidades. Además, se pueden contaminar con una preparación incorrecta en el hogar.

    El sistema inmunitario del lactante está todavía en desarrollo y es más susceptible a las infecciones. Es por esta razón que se hace necesaria una buena higiene durante la preparación de los biberones.
    • Antes de empezar, asegurarse de que las manos y la superficie de trabajo estén limpias.
    • Coger el biberón limpio.
    • Poner el agua necesaria (del grifo o embotellada) a temperatura ambiente en el biberón utilizando las medidas impresas.
    • Añadir la leche en polvo necesaria siguiendo las instrucciones del equipo de pediatría, utilizando siempre el dosificador del envase. Llenar el dosificador con la leche en polvo y enrasarlo para eliminar el exceso. Cerrar inmediatamente el envase para proteger el producto.
    • Secar el biberón con un trapo limpio o papel de cocina, una vez preparado y dárselo enseguida antes de que pasen dos horas.
    • Rechazar la leche que el lactante no haya tomado. La leche reconstituida es un medio ideal para la multiplicación de bacterias patógenas.
    • Cuando se esté fuera de casa, hay que llevar biberones llenados sólo con agua. Cuando se tengan que preparar, habrá que añadir la leche en polvo y dárselo al lactante seguidamente, a temperatura ambiente.
    • En casa, durante la noche, hay que preparar el biberón en el momento mismo que se le tiene que dar. No se aconsejan los calientabiberones, puesto que mantener la leche tibia favorece el crecimiento de organismos patógenos.
    • Si no és possible disponer de agua tibia, (entre 36 y 37º) no conviene reconstituir la preparación con agua caliente (40º o más) porque la leche contiene probóticos que quedarian inactivos. La preparación con agua fría consiste en llenar el biberón con agua fría (20ºC o menos); añadir la leche en polvo indicada por el equipo de pediatría; agitarlo para deshacer los grumos y darlo inmediatamente al bebé.
    • La proporción es de una medida raída de leche por cada 30 ml de agua (las medidas van siempre incorporadas al bote de la leche). Es importante mantener esta proporción de forma exacta para evitar problemas de digestión y asegurarse que se está dando la cantidad necesaria para satisfacer el hambre del niño; el equipo de pediatría irá indicando las cantidades.
       
      Infografia Preparción del biberón
      Descárgate aquí la infografia
  • Técnica para dar el biberón

    Debe darse sin prisas, cómodamente, en un ambiente relajado, con afecto y cuidado (sosteniendo al bebé con cariño, mirándolo a la cara, hablándole, acariciándole), para favorecer el vínculo de unión, tan necesario para el bebé.
     
    Es conveniente colocar al niño semisentado sobre el regazo, con la cabeza apoyada en la concavidad del brazo. El biberón se tiene que inclinar de manera que la tetina y el cuello del biberón estén llenos de leche, para evitar la succión de aire. Hay que acercar la tetina hasta que roce los labios del bebé, y darle el espacio de tiempo que necesite para abrir la boca y empezar a succionar, y que después de succiones fuertes pueda hacer algunas pequeñas pausas, sin necesidad de retirarle la tetina de la boca. Después de tomar el biberón, hay que poner al bebé con la espalda recta para facilitar el eructo.
     
    Las cantidades recomendadas son aproximadas y generales, cada niño tiene su propio ritmo y apetito. Al igual que en la lactancia materna, si el aumento de peso es correcto, es aconsejable adecuarse a las demandas del bebé, sin establecer horarios fijos para las tomas, ni forzarlo a que acabe el biberón, ya que es el niño quien regula la cantidad de alimento que precisa; si en una toma come menos, probablemente en la siguiente pedirá más cantidad. 


1.3.  Lactancia mixta

Consiste en la combinación de lactancia materna y artificial. La técnica correcta es empezar siempre ofreciendo el pecho, una vez el bebé se ha retirado, se le ofrece un biberón como complemento a la leche materna. Este tipo de lactancia debe utilizarse en ocasiones concretas (problemas de salud del niño o la madre) si se quiere continuar con la lactancia materna, para evitar que el niño rechace el pecho. 

 

1.4 Alimentación complementaria  / diversificación de alimentos

Durante el primer año de vida, el lactante depende de la leche materna o de fórmula para cubrir sus necesidades nutricionales. Pero, a medida que se va desarrollando, la leche a solas no es suficiente y, a pesar de que continúa siendo la fuente más importante de aportación de nutrientes, se hace cada vez más necesaria la introducción de otros alimentos.
Se considera alimentación complementaria, la introducción de cualquier tipo de alimento, sólido o líquido, como complemento de la leche materna o de fórmula, dado diariamente, de forma regular y en cantidades significativas.


1.4.1 ¿Cuándo se debe iniciar?

Durante todo el primer año la leche tiene que ser el principal alimento. Es importante tener presente que la misión de la alimentación complementaria es ofrecer energía y nutrientes adicionales a la leche, pero no sustituirla.

Entre los 4-6 meses de edad, el lactante experimenta una salivación más abundante; registra nuevas percepciones con la lengua; desaparece el reflejo de extrusión lingual (la lengua empuja hacia fuera); madura la deglución y aparece una masticación rudimentaria (que sólo será eficiente hacia 3 años de edad); los dientes empiezan a erupcionar y la lengua va adquiriendo una posición más anterior. Todo ello permite el cambio en la consistencia de los alimentos (de líquidos a papilla y sólidos).

También a los 6 meses, la función digestiva es suficientemente madura para digerir la mayoría de los almidones, las proteínas y la grasa de una alimentación no láctea.

Las recomendaciones actuales indican iniciar la diversificación de alimentos a partir de los seis meses (nunca antes de los cuatro meses).

En este periodo se van incorporando los diferentes alimentos a la dieta láctea del lactante. Se tendrá que hacer de manera progresiva, lenta y en pequeñas cantidades, respetando un intervalo de algunos días (3 a 5 días) para cada nuevo alimento y observando cómo se tolera.

El proceso variará según la edad del niño, de su desarrollo psicomotor y del interés que demuestre para probar nuevos gustos y texturas.

 

1.4.2 ¿Qué cantidad y con qué frecuencia?

Cabe recordar que la capacidad gástrica del lactante es pequeña, por ello es importante ofrecer alimentos energéticos en comidas pequeñas y frecuentes.

Se recomienda como norma general, además de leche materna:  

  • De 2 a 3 comidas por día entre los 6 y los 8 meses. 
  • De 3 a 4 comidas entre los 9 y los 11 meses. 
  • De 3 a 4 comidas y 2 aperitivos nutritivos (pequeñas cantidades de alimentos, fáciles de preparar y que puedan comer por sí solos) a partir de los 15 meses.

    
1.4.3 Calendario orientativo de incorporación de alimentos

  • Leche materna: de los 0 a los 6 meses mínimo. Aconsejado hasta más o menos los 3 años.
  • Leche de fórmula (en niños que no toman leche materna):
    • De 0 a 6 meses, leche de inicio.
    • De 6 a los 12-15 meses, leche de continuación.
  • Cereales (con o sin gluten) - pan, pasta, arroz, etc, -: a partir de los 6 meses.
  • Frutas, hortalizas, legumbres, verduras, frutas secas aplastadas o molidas: a partir de los 6 meses.
  • Carne, pescado, huevos, aceite de oliva: a partir de los 6 meses.
  • Leche entera, yogur y queso tierno (en caso de que el lactante no tome leche materna): se pueden dar pequeñas cantidades de yogur y queso a partir de los 9-10 meses. A los 12 meses se pueden ofrecer en más cantidad.
  • Los sólidos con riesgo de atragantamiento (frutos secos enteros, palomitas, uvas enteras, manzana, zanahoria cruda, etc.): a partir de los 3 años.
  • Alimentos superfluos (azúcares, mermeladas, cacao, chocolate, flanes y postres lácticos, galletas, bollería, embutidos y charcutería): cuanto más tarde y en menos cantidad mejor, y siempre a partir de los 12 meses.
  • Miel: se recomienda evitarla en niños menores de 12 meses debido al riesgo de intoxicación alimentaria por botulismo.

1.4.4 Recomendaciones generales
  • El calendario de incorporación de nuevos alimentos es una información orientativa. La comunicación entre la familia y el equipo de pediatría puede ajustar las edades de incorporación dependiendo del desarrollo y las características del lactante.
  • En los alimentos para lactantes y niños no se deben añadir ni azúcar, ni miel ni edulcorantes.
  • Es conveniente evitar la sal en la preparación de las comidas, así como los alimentos muy salados (verduras en vinagre, determinadas conservas, carnes saladas, embutidos, dados de caldo y sopas en polvo). En general, evitar o reducir la sal en la preparación de los platos es beneficioso para toda la familia. En cualquier caso, si se usa sal, debería ser yodada.
  • Para minimizar la pérdida de nutrientes en la cocción de verduras y hortalizas, se recomienda cocer al vapor o hervir con una cantidad mínima de agua, así como procurar que la cocción sea rápida tapando el recipiente.
  • Según la evidencia científica actual, no hay una edad o momento determinados en el que sea mejor incorporar los alimentos con gluten. Se pueden ofrecer, como en el resto de los alimentos, a partir de los 6 meses.
  • Se pueden ofrecer los cereales integrales, dado que son más ricos en nutrientes y fibras.
  • Mientras el bebé tome leche materna o de fórmula a demanda, no necesita beber agua. A partir del sexto mes, sí se recomienda ofrecer agua al niño y que éste beba según su sensación de sed. Durante la infancia, el agua tiene que ser la bebida principal (los zumos comerciales y las otras bebidas azucaradas sólo se tendrían que tomar de forma esporádica).
  • La leche de vaca no debe ofrecerse antes de los 12 meses.
  • En la merienda y/o desayuno de media mañana, es necesario que los alimentos y las preparaciones se adecúen a la edad del niño, y se dé preferencia a las frutas frescas, el yogur natural y el pan (pan con aceite, pan con tomate y aceite, bocadillos pequeños de queso, etc.), junto con el agua.
  • Es recomendable incorporar preparaciones diferentes de los triturados. Según el ritmo de dentición y el interés del niño por la comida, aplastar los alimentos, en lugar de triturarlos u ofrecer alimentos enteros o a trocitos, permite que el niño pueda comer de manera autónoma y que disfrute de los diferentes gustos, texturas, olores y colores de los alimentos (esta práctica se denomina alimentación dirigida por el niño, alimentación con sólidos o, en inglés, baby-led-weaning).
  • La educación de la conducta alimentaria en esta franja de edad tiene el objetivo de conseguir, además de un buen estado nutricional, el aprendizaje de hábitos alimentarios saludables: como son la utilización de los cubiertos, los hábitos higiénicos básicos y un comportamiento en la mesa adecuado.
  • Se debe dar de comer al lactante y ayudar al niño más mayorcito que come solo, atendiendo a sus señales de hambre y saciedad, y respetando sus decisiones (no quiere más o lo quiere más lentamente).
  • Hay que dar la comida despacio. Es importante recordar que el ritmo del niño es más lento y necesita que se le dedique tiempo extra, atención y ánimo.
  • Es conveniente crear un ambiente relajado y cómodo en el que se eviten las distracciones durante las comidas para que el niño no pierda el interés por comer.
  • Las comidas tienen que ser momentos de relación y cariño y se tiene que potenciar el convertir este tiempo en espacios donde estrechar los vínculos familiares.
  • Es preferible tener una actitud tolerante ante el posible rechazo de la comida por parte del niño, puesto que un acompañamiento respetuoso y sin confrontaciones garantiza que estos episodios sean transitorios.
  • La preocupación por el niño que no come es frecuente entre los padres/ cuidadores. No obstante, a menudo es un problema de equilibrio entre lo que el niño come y lo que su familia espera que coma. Los adultos son responsables de adquirir los alimentos que consumirá el niño, de cuándo, cómo y dónde se comerán. Aún así, es el niño en definitiva quién decide si quiere o no quiere comer y qué cantidad, puesto que es capaz de autoregular su ingesta en función de sus necesidades (excepto en situaciones de enfermedad donde serán convenientes las recomendaciones específicas del equipo de pediatría).
  • Hay que tener presente que no todos los niños comen la misma cantidad de alimento y, por lo tanto, no es bueno compararlos entre ellos. Cada niño o niña tiene unas necesidades diferentes que, además, varían a lo largo del tiempo. Por ejemplo, muchos niños, de cerca de un año, comen la misma cantidad o menos que cuando tenían 9 meses, dado que el crecimiento durante el segundo año de vida es menor que en el primer año.

 

1.4.5 Cómo hay que preparar y almacenar de forma segura los alimentos 
  • Tanto el cuidador como el niño deben lavarse las manos antes de preparar y ofrecer la comida. 
  • Hay que utilizar utensilios limpios para la preparación y la alimentación. Es aconsejable utilizar, siempre que sea posible, papel de cocina y evitar los limpiamanos, puesto que a menudo acumulan gérmenes que pueden transmitirse a los alimentos.
  • Es necesario lavar las frutas con piel y las verduras con agua a presión. Pueden desinfectarse sumergiéndolas en agua con una o dos gotas de lejía, después deben aclararse con abundante agua. 
  • Los alimentos deben consumirse inmediatamente después de prepararlos o se deben almacenar en refrigerador. Los triturados (purés de frutas, verduras o carne) son especialmente sensibles a la contaminación. 
  • Hay que evitar el uso de biberones para ofrecer los alimentos complementarios. 
  • Se deben utilizar líquidos esterilizados (leche o agua) para la reconstitución de los alimentos deshidratados. 
  • Para prevenir la multiplicación de gérmenes hay que mantener los alimentos por debajo de los 10 ºC o por encima de los 65 ºC. Se debe tener presente que las temperaturas de cocción eliminan los microbios (>75 ºC), y la refrigeración y la congelación impiden que se multipliquen. 
  • Cuando se trata de un alimento congelado, hay que descongelarlo a temperatura de refrigeración y nunca a temperatura ambiente. En el caso de los alimentos congelados caseramente, hay que asegurarse de que la congelación haya sido rápida (preferiblemente en congeladores independientes tipo “combi”) y que se ha marcado el producto con la fecha de congelación para controlar su tiempo de conservación. Una vez descongelado, el alimento se debe preparar inmediatamente y no se debe volver a congelar.
  • Es recomendable almacenar los alimentos en zonas específicas, procurando separar los alimentos preparados de los crudos. 
  • Es bueno eliminar embalajes, cartones y cajas antes de introducir los alimentos en la zona de despensa. 
  • No es conveniente dar a los niños carnes, pescados, mariscos y alimentos a base de huevo que estén poco hechos o que se hayan preparado con mucha antelación Tampoco se les deberían dar quesos poco curados elaborados con leche cruda, dado que es posible que el proceso térmico o de curación de estos alimentos no haya eliminado el riesgo de presencia de bacterias patógenas.

 

Alimentos de origen vegetal 

Para asegurar el aporte de vitaminas, minerales y otras sustancias protectoras presentes en los vegetales, es necesario combinar la mayor variedad posible de verduras en la dieta (los suplementos vitamínicos no pueden reemplazarlas). 

  • Frutas

    Las frutas naturales aportan hidratos de carbono o carbohidratos en forma de azúcares simples (glucosa, fructosa y sacarosa, que le dan su sabor dulce), un alto contenido en fibra, bajo contenido en grasas (salvo en el caso del aguacate y el coco) y gran cantidad de agua. Son ricas en vitamina C (ácido ascórbico), especialmente los cítricos, y vitamina A en forma de carotenos y minerales, especialmente potasio (K). También contienen otras sustancias no nutrientes como los antioxidantes. Es aconsejable utilizar fruta fresca, escogiendo entre las distintas frutas de temporada: manzana, pera, plátano, mandarina, naranja, ciruela… Los zumos de frutas recién exprimidas conservan muchos de sus nutrientes, pero la vitamina C se pierde por oxidación al cabo de poco tiempo por lo que deben consumirse enseguida.

    Preparación de papillas


    Primero se puede ofrecer el zumo (exprimido o licuado) de una pieza de fruta con cuchara. Una vez aceptada la cuchara se inicia la fruta batida o triturada. Las frutas deben introducirse de una en una, en cortos períodos de tiempo para comprobar su tolerancia, hasta que la papilla esté formada por varias frutas diferentes (1/4 parte de pera, de manzana, de plátano y el zumo de media naranja o de una mandarina), sin añadir azúcar, galletas, miel o leche condensada. A medida que madura el desarrollo neuromuscular del bebé y aumenta su interés por otras cosas, se puede ofrecer la fruta de distintas maneras: chafada con el tenedor o en trocitos. También se puede dar cocida o al horno.

    Observaciones:
    • Al principio el pequeño suele tomar sólo unas pocas cucharadas y con el tiempo irá aumentando la cantidad hasta sustituir una de las tomas de pecho o biberón (normalmente la de la tarde). Mientras no coma la cantidad suficiente del nuevo alimento, debe ofrecerse el pecho o el biberón cuando el niño lo pida porque vuelve a tener hambre, lo que indica que ya ha digerido la papilla.
    • Es frecuente que el pequeño rechace el nuevo sabor. Para facilitarle el cambio, puede prepararse con leche (materna o artificial) añadida a las frutas.
    • No son recomendables las papillas comerciales instantáneas de frutas con cereales, ya que el aporte de vitamina C es dudoso y aumentan la cantidad de harinas en la dieta del niño.
    • Hay que tener presente que algunos potitos de frutas llevan incorporado mucho azúcar (glucosa o jarabe de glucosa).
    • Cuando el niño pueda masticar, es recomendable que consuma las frutas con cáscara o piel, si es comestible, procurando siempre lavarla bien.
    • Los zumos tienen un alto potencial cariogénico (ácidos y dulces), por lo que se desaconseja su consumo entre comidas. 
       
       
  • Cereales

    Las harinas para preparar papillas contienen entre un 55 % y un 70 % de glúcidos (azúcares) en forma de almidón, de digestión lenta. Actualmente se usan harinas instantáneas fortificadas con hierro que se preparan añadiéndolas a la leche que toma el lactante.
     
     
    Preparación:

    En los niños alimentados con lactancia artificial, se pueden iniciar añadiendo 1 o 2 cucharadas de harina en un biberón, para mejorar la adaptación al nuevo sabor, y a los pocos días preparar una pequeña papilla que se irá aumentando paulatinamente y sustituirá un biberón. Se ofrece con cuchara.

    En los niños alimentados con leche materna, la papilla puede prepararse con leche de fórmula o con leche materna. 

    A medida que el lactante crece, se pueden ofrecer los cereales en forma de pan, galletas, sémola, pasta fina, sopa de arroz o pasta italiana, cuando ya mastique.

    Observaciones:
    • En el mercado existen papillas de cereales que ya llevan la leche incorporada, pero no son recomendables porque no permiten un control correcto de la cantidad de leche diaria que toma el pequeño.
    • Los cereales con miel tienen un alto poder edulcorante porque contienen la fructosa de la miel. Pueden ofrecerse a partir de los 18 meses, pero no de forma habitual.
    • Los cereales que se comercializan con chocolate o frutos secos se pueden dar a partir de los 18 meses, también de forma esporádica.
    • También existen preparados que aportan más cantidad de fibra: superfibra o un efecto bífidus. Estos cereales están indicados para los pequeños que presentan estreñimiento, pero es recomendable consultar con el equipo de pediatria antes de ofrecérselos. 

  • Verduras y hortalizas

    Se ofrecen a partir del sexto mes en forma de purés, primero como complemento y después como sustituto de la toma del mediodía.

    Constituyen una importante fuente de vitaminas y minerales, con un porcentaje muy bajo de carbohidratos, excepto en el caso de las féculas (patatas o boniatos), las legumbres verdes (guisantes, habas) y las raíces (remolacha, zanahoria). Contienen gran cantidad de agua y de fibra, como la celulosa (especialmente en algunas verduras como las espinacas o las acelgas), lo que facilita el tránsito intestinal y ayuda a combatir problemas de estreñimiento.

    En general se puede aplicar la regla de que los vegetales de color verde intenso, rojo o anaranjado son ricos en vitamina A, que tiene la cualidad de no destruirse con el calor de la cocción. Contienen diferentes cantidades de vitamina C sobre todo los tomates, los pimientos y la lechuga, pero esta vitamina es muy sensible a los cambios de temperatura, por eso se recomienda ofrecer verduras y hortalizas crudas cuando el pequeño tenga ya una dieta completa.

    Al inicio, se aconsejan verduras suaves como judías verdes, zanahoria, puerro, calabacín, calabaza o apio, junto con patata (fécula), hasta conseguir una mezcla de los distintos vegetales. Se desaconseja utilizar para empezar las verduras flatulentas, como col, coliflor o nabo, y las ricas en sustancias sulfuradas, como espárragos, ajo o cebolla (pueden introducirse a partir de los nueve meses).

    Es necesario prestar especial atención al nivel de nitratos. Hay que limitar los niveles de nitratos, que se encuentran en general en forma de nitrato de sodio (NaNO3) en los alimentos, porque existe la posibilidad de que estos se conviertan en nitritos (NaNO2) antes de su consumición, en cuyo caso el organismo no los elimina con facilidad y pueden provocar problemas principalmente en los bebés más pequeños. Los vegetales de hoja verde ancha, como las acelgas o las espinacas, contienen nitratos, por lo que se recomienda ofrecerlos un poco más tarde (7-8 meses), recién cocidas, sin recalentar. A partir de los 18 meses pueden ofrecerse verduras y hortalizas crudas (ensaladas), siempre según la capacidad de masticar del niño.

     

    Preparación de papillas:

    Verter las verduras en poca cantidad de agua hirviendo, sin añadir sal. Que hiervan máximo 10 minutos, si sólo es verdura, y unos 20 minutos si además se hierve ala o muslo de pollo (sin piel).

    Al puré se le puede añadir una cucharadita de aceite de oliva crudo, así como un poco de leche, materna o artificial, o, más adelante, queso fresco.

  • Legumbres

    Son las semillas de vegetales y aportan proteínas de menor valor biológico que las de la carne. Son difíciles de digerir por la cutícula que las recubre. Por orden de mejor digestibilidad se pueden introducir: guisantes, lentejas, judías y garbanzos.


    Preparación:

    Se añaden 1 o 2 cucharadas de legumbres cocidas a la ebullición de verduras. Es aconsejable pasarlas antes por pasapurés o colador para separar las cutículas, que son indigestas y pueden provocar nauseas. Después se puede añadir la carne o el pescado y triturar.

    Hay que administrarlas de forma gradual y progresiva hasta llegar a los dos días por semana.

 

Alimentos de origen animal 
  • Carnes

    Aportan proteínas de alto valor biológico, es decir, el organismo las necesita para construir y regenerar tejidos. Además contienen grasas, hierro, fósforo y vitaminas B12 y B2 (niacina), que no existen en los vegetales.

    Preparación de papillas
     
    Se empieza con poca cantidad, 20-30 g, de carne de pollo (sin la piel) en la cocción del puré de verdura o a la plancha y después se tritura todo (puede añadirse una cucharada de aceite de oliva crudo antes de triturar). Se aumenta la cantidad de carne hasta 50 g al final del primer año.
      
    Las carnes blancas (pollo o pavo) tienen un valor nutritivo similar al de las carnes rojas (ternera, buey, caballo). Si se desea se puede alternar el pollo con la ternera, para ir variando los sabores.

    A partir del año pueden introducirse la carne de cordero, cerdo (lomo) y el jamón serrano (sin grasa).

    A partir de los 10-12 meses se puede ofrecer la carne cortada a trocitos.

     

    Otras formas culinarias:

    Carne a la plancha o cocida sin grasa en la sartén, al horno o estofada en su jugo. Carne picada con bechamel (preparada con leche de fórmula si el niño tiene menos de 12 meses).

    Observaciones:
    • Las vísceras no ofrecen ninguna ventaja sobre la carne magra salvo su riqueza en vitaminas A y D y hierro, y son excesivamente grasas y ricas en colesterol. Además, suponen un riesgo de aporte de parásitos, tóxicos y hormonas, por lo que se aconseja administrarlas a partir de los 18 meses y siempre de forma excepcional, no más de una vez por semana.
    • Los embutidos se elaboran con carne y grasas de diferente procedencia y en distintas proporciones a las que se les añade sal, especias, colorantes, conservantes, estabilizantes y antioxidantes. Pertenecen al grupo de carnes grasas, tienen un valor nutritivo variable y sus proteínas son de peor calidad. Es recomendable introducirlos a partir de los dos años por su exceso de grasa y aditivos.
    • El jamón de York o cocido se puede introducir a partir de los diez meses, puesto que procede de la parte más magra del cerdo. 
       
  • Pescado

    Tiene un valor nutritivo similar al de la carne, pero contiene más agua y las grasas son principalmente no saturadas (de la familia de los omega-3 y omega-6). Aporta minerales: yodo, cloro, sodio, potasio, calcio y sobre todo fósforo. Su bajo contenido en tejido conjuntivo hace que su digestión sea más fácil y rápida.

    El pescado congelado tiene los mismos nutrientes que el fresco, siempre que la cadena del frío no se rompa y la descongelación se realice correctamente, de forma lenta y progresiva en el frigorífico.

    Por su contenido en mercurio, en niños menores de 3 años, hay que evitar el consumo de pescado espada, emperador, cazón, tintorera y atún. Además, debido a la presencia de cadmio, los niños deben evitar el consumo habitual de cabezas de gambas, langostinos y cigalas, o el cuerpo de crustáceos parecidos al cangrejo.

    Preparación de papillas:

    Se añaden 30-40 g a las verduras y se aumenta la cantidad hasta los 50-70 g al final del primer año. Se prepara el puré igual que con la carne, sin piel ni espinas. 
     
     
  • Huevos

    Los huevos contienen hierro, vitaminas del grupo B (B1, B2, B12), proteínas de alto valor biológico repartidas entre la clara, que contiene ovoalbúmina, y la yema, que contiene ovovitelina. Son ricos en colesterol (198 mg por yema), por lo que deben consumirse con moderación.
     
    Hay que tener en cuenta el huevo oculto, que se encuentra en la preparación de numerosos productos industriales (salsas, batidos, helados, etc.), por eso estos productos no deben administrarse en los casos de alergia al huevo.

    Preparación y forma de introducirlos:

    Deben consumirse siempre cocidos por el riesgo de transmisión de salmonela y para facilitar la digestibilidad de la albúmina de la clara. 

    (Equivalencias proteicas: 50 g de carne = 60 g de pescado= 1 huevo) 

     
  • Lácteos

    Mientras la madre siga ofreciendo al niño leche materna entre 4-5 veces al día, el pequeño no precisa otro tipo de aporte lácteo.

    Dentro de la familia de los lácteos se pueden encontrar productos diferentes, tanto por su composición, como por sus repercusiones en la alimentación. Se puede consumir simplemente leche o elegir algunos de sus derivados como el queso o el yogur.
    • Leche de vaca

      Es rica en agua y contiene proteínas de alto valor biológico (caseína y albúmina). También contiene carbohidratos (lactosa); esta sustancia está compuesta por dos glúcidos o azúcares, la glucosa y la galactosa, responsables del sabor ligeramente dulce de la leche.

      La grasa se encuentra dispersa en pequeñas gotas (emulsión). En reposo suben a la superficie y forman una capa que se conoce como nata o crema. Está compuesta por ácidos grasos saturados: su contenido en colesterol es de 14 mg / 100 g aproximadamente.

      El calcio es el mineral más abundante en la leche, junto con el fósforo. También aporta cobre, zinc y yodo, pero menos.

      Es rica en vitaminas A y D, aunque se pueden encontrar todas las vitaminas en diferentes proporciones. Las vitaminas A y D son importantes en la alimentación porque ayudan a fijar el calcio en los huesos, lo que resulta vital en la etapa infantil. Cuando se somete la leche al proceso de desnatado, estas vitaminas se pierden, aunque algunas firmas comerciales las reponen artificialmente.

      Tipos de leche:
      • De consumo inmediato: la leche fresca, recién ordeñada y no tratada no debe ingerirse. Si está higienizada, se puede conservar durante dos o tres días. Suele distribuirse en bolsas de plástico y debe consumirse rápidamente.
      • De larga duración: es leche natural sometida a un tratamiento de limpieza, filtrado y homogeneizado que garantiza la dispersión de la grasa y la pureza del producto. Después se complementa con un proceso conocido como uperización, que consiste en calentar la leche a 140 ºC durante unos segundos. Con esta técnica la leche conserva la mayor parte de sus cualidades y sólo se eliminan los microorganismos perjudiciales.
      • Existe otra modalidad además de la leche entera, la desnatada o semidesnatada, que es la leche de la que se ha extraído la grasa y se le ha añadido artificialmente grasa vegetal en distintos porcentajes. Su cualidad en una dieta infantil es discutible.
      • También se presentan preparados de leche que han perdido el agua: en polvo o evaporada.
      • La leche condensada es leche evaporada pasteurizada a la que se le añade sacarosa. Se recomienda evitarla.

        La toma de leche de vaca puede iniciarse a partir de los 18 meses, aunque hay nutricionistas que aconsejan continuar con fórmulas específicas (de crecimiento, júnior o fórmula 3) hasta los dos o tres años.

        La leche semidesnatada no es recomendable para los niños menores de dos años, y la desnatada para los menores de cinco años porque carecen de vitaminas liposolubles (A y D).

        La leche de soja ha de estar especialmente formulada para bebés y enriquecida si se usa como alternativa a la leche de vaca, aunque su ingesta debe estar controlada por el pediatra o la enfermera y complementada con el consumo de derivados lácteos para prevenir carencias nutricionales.
         
    • Derivados lácteos

      Los quesos y el yogur natural se obtienen a partir de la leche entera de vaca. Aportan básicamente proteínas y calcio. El aporte de grasas depende del tipo de preparado (las porciones de queso extragraso, tipo petit-suisse, son más calóricas que las de queso fresco al estar enriquecidas con crema de leche).

      El yogur se obtiene por fermentación ácida de una parte de la lactosa. Al igual que las demás leches fermentadas, favorece la regeneración de la flora intestinal, activa el tránsito digestivo y favorece la absorción de calcio. El contenido de microorganismos vivos en estos productos es beneficioso para la salud (efecto probiótico). Actualmente existen en el mercado otras variedades de leches fermentadas con otros microorganismos como L. acidophilus, las bifidobacterias y L. casei, entre otros.

      El requesón y la cuajada contienen más caseína y son más fáciles de digerir que la leche y el queso.

      A partir del año se pueden introducir preparados como el flan y la crema caseros, siempre que haya una buena tolerancia a sus componentes, a pesar de que su consumo tiene que ser esporádico. 

      La mantequilla es un alimento rico en calorías y vitaminas liposolubles. Se puede ofrecer ocasionalmente, añadiéndose a las papillas a partir de los nueve meses.

      Los helados son derivados lácteos a los que se les añade azúcar, huevo, frutas, estabilizantes, aromatizantes y emulgentes, por lo que no es aconsejable introducirlos hasta los 2 años.
        
    • Leche de cabra u oveja

      Son dos tipos de leche que tienen unas características, tanto cualitativas como cuantitativas, diferentes de la leche de vaca, aunque entre sí son muy semejantes.

      Comparando los diferentes tipos de leche (materna, vaca y cabra/oveja) y dependiendo también del tipo de raza y la alimentación de los animales, la composición en gramos por cada 100 ml es:
      • Grasas (materna: 3,8; vaca: 3,7; cabra/oveja: 4,1). La diferencia no radica en la cantidad de grasas sino en la calidad. La leche de cabra/oveja se digiere más fácilmente, con mayor rapidez, y contiene más ácidos grasos esenciales, por lo que es más cardiosaludable.
      • Proteínas (materna: 1,2; vaca: 3,3; cabra/oveja: 3,3). La composición proteica es una parte importante en la producción de alergias. La caseína de la leche de cabra/oveja (igual que la humana) contiene menos proteínas del tipo alfa, que son las responsables de la mayoría de las alergias.
      • Lactosa. La leche de cabra/oveja contiene menos lactosa que la de vaca porque se tolera mejor y es más digestible.
      • El contenido mineral de la leche de cabra/oveja es semejante al de la leche de vaca, pero contiene más calcio, vitamina A, potasio y ácido nicotínico. Es también rica en cobre y selenio. Sin embargo, es más pobre en vitamina B12 y ácido fólico.

Como conclusión, la leche de cabra/oveja ofrece las ventajas de una mayor asimilación y rapidez de digestión respecto a la de vaca, además de que tiene una composición mineral más completa, pero tiene la desventaja de su bajo contenido en vitamina B12 y ácido fólico.

Los pediatras no recomiendan utilizarla como sustituto de la leche maternizada o de fórmula en niños menores de un año por su alto nivel proteico, su bajo nivel de carbohidratos y ácido fólico, y sus niveles altos en minerales.

En el caso de los niños con alergia o intolerancia a la leche de vaca es preciso hacer un estudio previo antes de aconsejar la utilización de la leche de cabra o de oveja. En el caso de que las toleren bien, las leches de cabra u oveja pueden ser un buen sustituto a partir de los dos años.

 

1.5 Preparados industriales infantiles (potitos)

Son preparados a base de frutas, verduras, carne, pescado, leche, harina, azúcar, etc. Para fabricarlos los alimentos se han hervido, homogeneizado y esterilizado. Los más homogeneizados se dan hasta los 6-8 meses, y más adelante pueden darse los de textura menos fina (júnior).

Son prácticos en situaciones especiales en que es difícil cocinar (viajes, etc.), pero tienen la desventaja de contener más azúcares, sal y féculas (utilizados para homogeneizar) que las papillas preparadas en casa, son menos ricos en proteínas y resultan más caros.

Deben calentarse al baño maría destapados; una vez abiertos se conservan tapados en la nevera, un máximo de 24 horas.

La etiqueta de cada uno tiene que especificar a partir de qué edad debe usarse y cómo debe consumirse y conservarse. Los estándares de seguridad son muy rigurosos desde la selección de las materias primas hasta el control de los procesos de fabricación.

Precauciones: 

  • Antes de abrirlo, hay que asegurarse de que no ha perdido el vacío. 
  • Es necesario comprobar si los ingredientes son los adecuados para la edad del bebé. 
  • Hay que probarlos siempre antes de dárselos al niño. 
  • No se debe añadir azúcar, sal u otras especies. 
  • Se puede calentar al microondas, pero antes de administrarlo hay que tener la precaución de mezclar bien el contenido y comprobar la temperatura.

 

1.6. Otros líquidos 

Los alimentos llevan agua, pero desde que se empieza la alimentación complementaria se recomienda ofrecer regularmente agua al bebé, sin forzarlo.

A partir de los doce meses se pueden introducir zumos de fruta fresca, de hortalizas o batidos de fruta con leche (sin azúcar), pero la bebida habitual debe ser el agua.

Es aconsejable evitar las bebidas azucaradas, gaseosas o excitantes. 

Alimentación saludable / nutrientes

 

2. Recién nacido prematuro

La maduración de la succión y su coordinación con la deglución es completa entre las 32-34 semanas de gestación

Si bien los niños prematuros de mayor peso y edad gestacional pueden iniciar una alimentación normal (succión), los más inmaduros pueden precisar alimentación parenteral (suero) o mixta, es decir, leche administrada a través de sonda nasogástrica además de suero. Eso puede provocar experiencias negativas para el bebé: estimulaciones orales molestas, poca estimulación oral placiente, biberones dados por profesionales con estilos diferentes, horarios rígidos, etc.

La alimentación del lactante prematuro tiene como objetivo conseguir un crecimiento y una composición corporal similares a las de un feto sano de la misma edad gestacional. La leche materna será siempre la mejor elección, ya que la leche de las madres de niños prematuros es más rica en nutrientes que la de las madres de niños nacidos a término. Además, la lactancia materna ofrece ventajas inmunológicas (defensas) y estimula el vínculo afectivo entre madre e hijo.

El crecimiento acelerado, la inmadurez digestiva, la inmadurez neurológica, la inmobilidad, las reservas inferiores de minerales y vitaminas, la mala absorción de las grasas y las posibles patologías intercurrentes, pueden hacer que la leche sea insuficiente para cubrir las necesidades de calcio, fósforo, hierro y vitamina D. Es por lo que algunos bebés necesitan un aporte de estos elementos y también suplementos de proteínas o hidratos de carbono. Siempre será su pediatra quien indicará la necesidad de estos suplementos y el tiempo que deben administrarse.

Cuando la lactancia materna no es posible, se pueden utilizar leches de fórmula específicas para estos niños. 

Consejos: Infancia / prematuros

 

2.1 Fórmulas específicas para prematuros

Leche materna fortificada: la leche materna es la leche más indicada para la alimentación de los neonatos a término y, adecuadamente fortificada, también es el alimento idóneo para el bebé prematuro.

La leche de las madres de neonatos prematuros contiene más cantidad de proteínas, sodio, cloro y magnesio que la de las madres de bebés a término. El nivel de nutrientes continúa siendo bajo, pero las diferencias sólo persisten durante los primeros 21 días de la lactancia, y después la composición de la leche varía.

Es por todo ello que, habitualmente, se complementa la leche materna para lactantes prematuros con uno fortificante que aumenta el contenido energético de proteínas, carbohidratos, vitaminas y minerales en diferentes cantidades con el objetivo de que la leche materna suplementada aporte entre 80 a 85 Kcal/100ml, niveles apropiados por las necesidades del neonato prematuro.

 

Fórmulas para prematuros destinadas a satisfacer las necesidades nutricionales y fisiológicas del neonato prematuro comparten algunas características:

    • Están suplementadas con taurina como fuente de proteínas, puesto que se tolera mejor que la caseína.
    • Llevan hidratos de carbono a base de polímeros con un 40-50% de lactosa y un 50-60% de glucosa para compensar la deficiencia relativa de lactasa en los neonatos prematuros.
    • Las grasas contienen alrededor del 50% de triglicéridos de cadena mediana para compensar la limitada secreción de lipasa pancreática y la escasa reserva de ácidos biliares, así como también el 50% de triglicéridos de cadena larga, que son un importante componente de las membranas de las neuronas y de las células de la retina, para suministrar una fuente de ácidos grasos esenciales.
    • También llevan concentraciones más altas de proteínas, minerales, vitaminas y electrólitos para satisfacer las necesidades asociadas al rápido crecimiento, la disminución de la absorción intestinal y la tolerancia hídrica limitada de los prematuros.


Están indicadas para los niños que pesan menos de 2.500 g que no se alimentan con leche materna. Normalmente se administran hasta las 38 semanas de edad corregida (que se calcula descontando de la edad cronológica las semanas que faltan para llegar a las 40 correspondientes a un parto a término). Después pueden pasar a las fórmulas estándar, siempre bajo el control del pediatra.

 

2.2 Alimentación complementaria

La alimentación complementaria se introduce siguiendo los esquemas habituales para el recién nacido a término y según la tolerancia de cada niño. No existen normas, pero sí recomendaciones: 

  • En recién nacidos con muy bajo peso es preferible mantener la alimentación láctea exclusiva hasta que la talla alcance el rango normal para la edad gestacional. 
  • Los cereales pueden introducirse precozmente, siempre después de consultar con el equipo de pediatría, porque son bien tolerados, aumentan el aporte calórico y disminuyen los episodios de reflujo gastroesofágico. 
  • La fruta, la carne, las verduras, los huevos, el pescado y las legumbres se introducen según la edad cronológica siempre individualizando para cada niño. 
  • La alimentación con cuchara debe plantearse a los seis meses de edad corregida, como muy pronto. Es preferible retrasarla para evitar que ingieran menos cantidad de alimento que con el biberón. 
  • Se recomienda no introducir la leche de vaca entera hasta los 18 meses de edad corregida como mínimo.

   
Los grandes prematuros (nacidos entre las 28-32 semanas de embarazo, con un peso de 1.000 a 1.500 g) suelen necesitar aportes suplementarios de vitaminas y minerales:  

  • Calcio, fósforo y vitamina D3. La absorción intestinal de calcio y fósforo en estos niños es del 65 % de lo ingerido. Si al ser dado de alta en el hospital o clínica el pequeño se alimenta con leche materna o fórmula específica para prematuros, no precisa un aporte extra, pero sí es conveniente que reciba vitamina D3 para prevenir el raquitismo. 
  • Hierro. Un gran prematuro tiene altas necesidades de hierro debido a su crecimiento acelerado, al déficit inicial en sus depósitos y, en ocasiones, también a las frecuentes extracciones de sangre durante la hospitalización, por lo que el pediatra suele recomendar su administración por vía oral durante los primeros seis meses.

 

2.3.  Dificultades para la alimentación en el RN prematuro

La inmadurez de estos recién nacidos puede dificultar la alimentación. Al inicio son frecuentes las alteraciones de succión y deglución (los reflejos son más débiles), precisan requerimientos calóricos relativamente elevados, su capacidad gástrica es pequeña y su esfínter esofágico es todavía débil, por lo que es frecuente el reflujo gastroesofágico y corren el riesgo de una aspiración alimentaria, riesgo que aumenta en los niños más inmaduros con problemas respiratorios. Asimismo, la absorción de los nutrientes esenciales está disminuida y existe una menor respuesta hormonal.

Algunos reflejos anormales como el reflejo tónico de mordida (el niño muerde pero no succiona) o el empuje anormal de la lengua dificultan la alimentación. Más problemático es el reflejo del vómito exagerado, ya que el niño no puede tolerar el contacto de la lengua con el pezón, la tetina o la cuchara. Estos problemas suelen resolverse espontáneamente, pero en algunos casos pueden requerir alimentación por sonda durante un cierto tiempo.

Las regurgitaciones son frecuentes. En las formas más graves se recomienda el descanso en decúbito prono (boca abajo) o de lado, para evitar aspiraciones. 

Consejos: Infancia / problemas de salud recién nacido y lactante   


Cada pequeño efectuará su desarrollo tanto físico como psicomotor de forma única, por lo que se aconseja seguir las instrucciones del médico o la enfermera que lo atienden a la hora de introducir los diferentes alimentos, hasta alcanzar una dieta normalizada para su edad, igual a la del lactante que ha nacido a término. En cualquier caso, siempre se debe dar un trato individualizado a cada niño según sus características.

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Alimentación en la edad escolar de 19 meses a 5 años
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En esta etapa maduran completamente los órganos y los sistemas que intervienen en la digestión, la absorción y el metabolismo de los nutrientes. A los dos años de vida el pequeño ya ha completado prácticamente la introducción de alimentos. Entra en una etapa de transición de crecimiento lento y estable (gana una media de 2 kg de peso y de 5 a 6 cm de talla cada año).

A la vez, en este período, los niños desarrollan una gran actividad física, por lo que gastan mucha energía.

Desde el punto de vista del desarrollo psicomotor, el pequeño alcanza un nivel que le permite una correcta manipulación de los utensilios empleados en las comidas.

Es una fase fundamental para ir cimentando los hábitos alimentarios del niño. Es el momento en el que el pequeño empieza a probar nuevos sabores y a mostrar sus preferencias en la alimentación. 

  1. Recomendaciones generales 
  2. El niño que no quiere comer (2.1 causas de anorexia; 2.2 consejos ante el niño que no come)
  3. Comidas preparadas

 

 

1. Recomendaciones generales

  • El acto de comer, además de ser un proceso nutritivo, tiene connotaciones importantes de convivencia que a la larga configuran el comportamiento alimentario y que pueden repercutir en el estado de salud de la persona. Por lo tanto, es importante mantener y potenciar los hábitos alimentarios propios, adaptados a los cambios sociológicos y culturales que se van produciendo.
  • Se ha comprobado que entre la población en edad escolar es frecuente consumir poca fruta, verdura, legumbres y pescado; alimentos que forman parte de la llamada dieta mediterránea, que es considerada una de las más saludables del mundo. Así mismo, este bajo consumo puede ir acompañado, a veces, de un consumo elevado de dulces, golosinas, bebidas azucaradas y productos cárnicos procesados, o de la supresión de alguna comida.
  • Hay que favorecer el consumo de cereales ricos en fibra; frutas frescas del tiempo y frutos secos; verduras; legumbres y aceite de oliva. Así mismo se deben adoptar hábitos alimentarios estructurados: primero un desayuno completo en casa, reparto de la ingesta diaria entre cuatro y seis comidas, adecuación de la cantidad de las raciones a las necesidades individuales, etc.
  • El primer aprendizaje alimentario y el más importante se produce en el núcleo familiar. El modelo actual de vida familiar hace que cada vez sea más numerosa la cantidad de niños que se quedan a comer en los comedores escolares o en casa de los abuelos.
  • Para programar una alimentación saludable, hay que conocer las calidades nutritivas y de uso de los diferentes alimentos, que a menudo se clasifican en grupos de acuerdo con los nutrientes que contienen. Es por ese motivo que conviene incluir en la ingesta diaria alimentos de todos los grupos.
  • Una alimentación equilibrada implica una aportación de nutrientes adecuados en calidad y cantidad a las necesidades del organismo. La Agencia Europea de Seguridad Alimentaria y la Organización Mundial de la Salud recomiendan que, del total de la energía ingerida, un 45-60% sea aportada por los glúcidos o hidratos de carbono, un 20-35% por los lípidos o grasas, y un 10-15% por las proteínas.
  • La representación gráfica en forma de pirámide o rueda permite valorar cuáles son los alimentos básicos y, al mismo tiempo, las diferentes proporciones que tienen que formar parte de un plan alimentario saludable.
  • Hay que ofrecer los nuevos alimentos en diferentes ocasiones. Antes de concluir que un alimento no gusta, es conveniente prepararlo de diferentes maneras. Hay que probar un alimento nuevo entre 8 y 10 veces para poder observar un aumento en su aceptación. Se recomienda preparar pequeñas raciones, con platos que sean atractivos a la vista (colores y formas), con los alimentos a la temperatura adecuada, y ofrecer los nuevos sabores acompañados de alimentos que ya gusten y sean familiares. 
  • Se tiene que instaurar la costumbre de desayunar correctamente, sentado a la mesa, y ofrecer alimentos energéticos: lácteos, cereales, frutas o zumos naturales. 
  • Hay que utilizar técnicas culinarias y presentaciones distintas. Por ejemplo, en el caso de la zanahoria, cocida con patata y otras verduras, rallada en ensalada, en rodajitas pequeñas y finas, etc. 
  • Hay que dejar que el pequeño coma solo, con la ayuda necesaria, aunque se manche o ensucie lo que le rodea. A partir de los dos años, es aconsejable que el niño se integre en la mesa con los adultos. 
  • Es importante a esta edad enseñarle a masticar correctamente, hay que tener en cuenta que hasta los tres años el niño presenta todavía ciertas dificultades para masticar determinados alimentos. Las presentaciones más apropiadas son sopas, purés, cremas, guisos y estofados con poca grasa, carnes trituradas o cortadas en trozos pequeños, croquetas, tortillas, etc., preparaciones jugosas y de fácil masticación, incluyendo de forma progresiva alimentos de texturas diferentes, con paciencia y tiempo. 
  • El niño tiene que empezar a incluir pan en las comidas, ya que lo ayuda a desarrollar la dentición. Primero introducirá el pan blanco, ya que el pan integral no es aconsejable antes de los siete años debido a su acción irritante en el tubo digestivo. 
  • Los niños pequeños no comen si están muy cansados; hay que tenerlo en cuenta al establecer los horarios de comidas y juegos. 
  • No se debe forzar al niño a que coma o que coma más. 
  • Es necesario utilizar vajillas y cubiertos seguros y adecuados a las capacidades manipulativas del pequeño. 
  • Si algún día el pequeño no come, no pasa nada. No es conveniente darle más lácteos de los recomendados a su edad, ya que son alimentos que, además de saciar, consumidos en exceso pueden provocar estreñimiento. 
  • En caso de que el niño coma en la guardería, es recomendable conocer el menú para poder complementar la dieta con el resto de comidas que realiza en casa. 

 

2. El niño que no quiere comer

Existen niños curiosos, con buen apetito, a los que les gusta probarlo todo, lo que facilita la tarea de los padres. Otros, en cambio, son inapetentes y desinteresados por la comida e incluso la utilizan como método de chantaje para conseguir sus deseos (no acostarse temprano, un juguete, ver la tele, etc.). Estos niños exigen paciencia y dedicación, que no se hagan concesiones inaceptables y respeto por su apetito, siempre que su crecimiento se encuentre dentro de los límites normales.

Los padres que se preocupan en exceso por la comida pueden llegar a crear en sus hijos una dependencia no saludable en un acto que debe ser normal y placentero. Los niños, como los adultos, pueden tener variaciones en su apetito relacionadas con las distintas fases de su desarrollo. 

El peso y la estatura son indicadores del estado nutricional, y la opinión del equipo de salud que atiende habitualmente al pequeño es esencial para valorar si la situación es normal o, por el contrario, preocupante. 

No existe un modelo dietético único e idéntico para todos. El organismo humano es lo más individual que existe y, en consecuencia, la dieta estará condicionada por múltiples factores: edad, sexo, complexión corporal, genética, ocio, trabajo, salud, enfermedad… Esta es la magnitud de una correcta alimentación: tener la posibilidad de tratar bien el cuerpo proporcionándole los alimentos que precisa.

La falta de apetito se denomina anorexia. La inmensa mayoría de las anorexias infantiles, transitorias y sin otros síntomas, son fisiológicas o adaptativas y aparecen entre los 15 meses y los 4 años.

Este rechazo de los alimentos preocupa a los padres por temor a posibles problemas de crecimiento, salud, nutrición o disciplina. Naturalmente, en el caso de que exista una mala evolución prolongada de la curva de peso, debe descartarse un problema físico (infección, parásitos, malabsorción...), pero si el niño presenta una exploración física normal y su curva de crecimiento se encuentra dentro de los límites normales no es preocupante, tan solo es una fase en su maduración.

El pequeño tiende a rechazar alimentos nuevos y desconocidos (neofobia), pero este rechazo inicial puede modificarse si se le insiste, con paciencia, en sucesivas oportunidades (a veces el niño necesitará 8 o 10 ocasiones de mirar, olfatear, tocar y probar) ayudándole a aceptar el nuevo alimento con un ambiente afectivo positivo y enseñándole las consecuencias satisfactorias de comérselo.

La coerción, el acoso o el forzamiento para que consuman un alimento propician que aparezca aversión específica hacia este alimento. También el premio exagerado por tomar un alimento devalúa la apetencia del mismo. Cuando simplemente se deja que el niño seleccione entre los distintos alimentos sanos que se le ofrecen, habitualmente la dieta seleccionada resulta correcta, suficiente y equilibrada.

 

2.1 Causas de anorexia (falta o disminución de las ganas de comer) en el preescolar

La etapa preescolar se caracteriza por una actitud global de oposición y coincide con un período en el que la velocidad del crecimiento ponderal (peso) disminuye, por lo que se reducen las necesidades nutricionales. La satisfacción oral del niño disminuye en beneficio de los nuevos descubrimientos y habilidades motoras y relacionales (es más divertido jugar que comer). También es una etapa donde se presentan infecciones agudas frecuentes, con la correspondiente pérdida de apetito.

La diversificación alimentaria es casi completa a esta edad, abarca diversos sabores, texturas y situaciones presentes en sus modelos alimentarios de referencia (grupo familiar, escolar, ocio, etc.). El niño que recibe una oferta dietética correcta y sin presiones ni obligaciones de cantidades, aprenderá a regular el total calórico de la ingesta diaria e irá consolidando sus hábitos de forma adecuada hacia un patrón alimentario saludable.

 

2.2 Consejos ante el niño que no come 
  • Hay que ofrecer una gran variedad de alimentos y preparaciones, sin exigir al niño que coma ningún alimento en especial y respetando su ritmo en lo posible. Se debe dejar que experimente con la comida. 
  • Conviene crear un ambiente relajado y agradable a la hora de las comidas para disfrutar en familia. 
  • Es necesario establecer unos horarios regulares para las comidas. 
  • Hay que avisar (5 minutos) antes de la comida para permitirle acabar juegos y actividades. 
  • Se tiene que evitar comer con la televisión encendida; el niño se distrae y además impide la conversación entre la familia. 
  • Conviene evitar cualquier presión o maniobras de distracción, recompensas, chantajes y, naturalmente, violencia. No hay que utilizar el alimento como premio o castigo. 
  • Se tiene que evitar la dieta a la carta, en la que el niño decide qué come. Son los padres quienes deben decidir la dieta del niño, idéntica a la familiar en la medida de lo posible. Si el pequeño no quiere comer un alimento, no es aconsejable ofrecerle otro a cambio. 
  • Hay que eliminar las comidas entre horas, y limitar los alimentos grasos y el consumo de refrescos que aportan mucho azúcar y por tanto quitan el apetito. 
  • Como el niño imita lo que ve, los padres deben dar ejemplo seleccionando alimentos sanos y sabrosos. 
  • Si el pequeño no se porta bien, es aconsejable que se vaya a su habitación o que se siente fuera de la mesa hasta que la comida haya terminado, sin volver a comer hasta la siguiente comida.

 

3. Comidas preparadas

Un fenómeno nuevo en nuestra sociedad es la oferta de comidas preparadas.

Siempre puede ser útil tener en el congelador algún tipo de estos precocinados, ya elaborados y a punto de reconstituir en el horno o microondas. Otra cosa es alimentarse sistemáticamente con estos alimentos, que incluyen saborizantes, emolientes y grasas industriales de las que no siempre se conoce el origen.

Otra oferta actual es la comida rápida (fast food), con la cual se come en poco tiempo un volumen pequeño de alimento muy energético (pizzas, hamburguesas, perritos calientes, etc.). Con frecuencia se elaboran con un tipo de pan blando que necesita masticarse poco, y se acompañan de patatas fritas y bebidas azucaradas. Los niños se aficionan rápidamente porque es una manera cómoda de comer. Estos alimentos son, generalmente, muy energéticos, con exceso de grasas y sal. Además, tienen un contenido deficiente en fibra y vitaminas. Puede mejorarse su calidad nutricional si se utiliza pan tradicional, se añaden vegetales, se toma fruta como complemento y se bebe agua o zumos de fruta natural.

 

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Alimentacion en la edad escolar de 6 a 12 años
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Los niños en edad escolar necesitan los mismos alimentos que los de menor edad, pero en mayor cantidad en relación con su peso que los adultos, para cubrir sus necesidades energéticas y nutritivas.

Además de las recomendaciones para una alimentación saludable en la infancia, hay un conjunto de recomendaciones específicas para este grupo de edad: 1. Desayuno, 2. Media mañana, 3. Almuerzo o comida, 4. Merienda, 5. Cena.

 

Recomendaciones específicas

De manera orientativa, se aconseja que las necesidades nutritivas del escolar se distribuyan a lo largo del día en la siguiente proporción:

  • Desayuno + media mañana: 25 %.
  • Comida: 30 % - 35 %.
  • Merienda: 10 % - 15 %.
  • Cena: 30 %.


1. Desayuno

Es una de las comidas más importantes del día y debería cubrir, alrededor del 25 % de las necesidades nutritivas del niño, ya que contribuye a conseguir unos aportes nutricionales más adecuados, evita o disminuye el consumo de alimentos menos apropiados (bollería, azúcares, etc.) y puede contribuir a la prevención de la obesidad, además de mejorar el rendimiento intelectual y físico y la actitud en el trabajo escolar. Omitir el desayuno interfiere en los procesos cognitivos y de aprendizaje. 


Las prisas por llegar a la escuela y la somnolencia de los primeros momentos de la mañana impiden en ocasiones realizar correctamente esta primera comida. Se recomienda dedicarle de 15 a 20 minutos, sentados a la mesa, a ser posible en familia y en un ambiente relajado, por lo que hay que despertar al niño con suficiente tiempo, lo que implica acostarlo a una hora apropiada (pueden dejarse el material escolar y la ropa preparados la noche anterior).
 

Vaso de leche, pan con queso y mandarinas Vaso de leche, cereales y mandarinas

Fuente: Àngels Ribas 


Un buen desayuno debería incluir:

  • Lácteos: leche, queso semicurado, queso fresco o yogur. 

    Se aconseja que el niño consuma de dos a tres raciones diarias de leche o derivados. Una ración de lácteo equivale a:

    Una ración de lácteo
    1 vaso grande de leche (200 ml)
    2 yogures (125 g x 2)
    40 g de queso semicurado
    80 g de queso fresco
  • Cereales: pan, cereales de desayuno y ocasionalmente repostería casera.

    El pan se puede acompañar preferentemente con aceite de oliva y ocasionalmente con mermelada, mantequilla o margarina.  

    Los cereales de almorzar es preferible que sean integrales y que no contengan azúcares añadidos.

    En cuanto a la repostería casera, puede contribuir a hacer un almuerzo algo más goloso un día a la semana.

  • Frutas: una pieza entera o zumo natural. Se recomiendan las frutas con un alto contenido en vitamina C, como el kiwi, los cítricos, las fresas o el melón, entre otras.


2. Media mañana

Con frecuencia, los niños que desayunan de forma poco equilibrada en casa llegan hambrientos a la hora del recreo; este factor puede conllevar el riesgo de comer demasiado o de consumir alimentos poco convenientes, como por ejemplo golosinas, bollería, etc., que, además, hacen que los niños no tengan hambre a la hora de comer. No debe sustituirse un desayuno completo por este tipo de alimentos.

Si en casa el niño no ha comido alguno de los tres tipos de alimentos recomendados (lácteos, cereales, fruta) se debería aprovechar la ingesta de media mañana en la escuela para completar el desayuno. Por otro lado, si en casa el niño ha comido en el desayuno los tres tipos de alimentos recomendados, a media mañana puede tomar una pequeña ingesta de refuerzo, como por ejemplo un bocadillo pequeño de queso o de jamón cocido o una fruta fácil de comer como la mandarina o el plátano.

En cualquier caso, debe evitarse que la ingesta de media mañana se llevé a cabo demasiado cerca de la hora de comer, puesto que puede disminuir el hambre para la comida principal del día.

 


3. Almuerzo o comida

En los hábitos alimentarios españoles la comida del mediodía es la más consistente. Ha de cubrir del 30 % al 35 % de las necesidades nutricionales diarias del niño. Cada vez es más frecuente que los niños coman en el centro escolar. Los padres deben conocer el plan mensual de comidas y colaborar para que las dietas que se ofrecen sean equilibradas, completándolas con las que hacen en casa. 


El método del plato en la infancia puede ser una herramienta visual muy útil a la hora de decidir los alimentos que formarán parte de la comida y la proporción más adecuada de cada grupo de alimentos: constructores, energéticos o reguladores.

Más allá de los alimentos que formen parte de una comida concreta, las comidas se deberían organizar con una visión semanal para favorecer una alimentación variada y equilibrada.

 

Ejemplo de organización semanal:

Primeros platos Segundos platos y guarniciones
2 días: legumbres con verduras y/u hortalizas  2 días: pescado azul con guarnición de ensalada
1-2 días: pasta con verduras y/u hortalizas 1 día: pescado blanco con guarnición de ensalada
1-2 días: arroz con verduras y/u hortalizas 1 día: carne roja con guarnición de ensalada
1-2 días: patata y verdura 1-2 días: carne blanca con guarnición de ensalada
  1-2 días: huevo con guarnición de ensalada

 

De postre en la comida se recomienda tomar una pieza de fruta fresca, excepto los días en que haya legumbres, en los que se recomienda comer un yogur para facilitar la digestión.

 

4. Merienda

La merienda debería aportar alrededor del 15 % de la energía diaria. Es una ingesta muy necesaria para los niños, puesto que necesitan recargar energía para poder seguir las actividades fuera del horario escolar, especialmente cuando se practica algún tipo de deporte.

La merienda acostumbra a ser muy aceptada por los niños y puede complementar la dieta, ya que se pueden incluir productos de alto valor nutricional, como por ejemplo lácteos, fruta o bocadillos, así como frutos secos.

 

Las meriendas a la práctica. Una merienda saludable debería incluir un cereal, un lácteo y una fruta fresca. De este modo, la merienda contribuye a la aportación necesaria de energía, calcio y vitaminas para la alimentación diaria. Debe tenerse en cuenta que la bollería no se considera una opción alternativa dentro del grupo de los cereales por el elevado contenido en grasas saturadas. Igualmente, ni los zumos de frutas industriales, ni las mermeladas de fruta deberían considerarse en ningún caso una alternativa a la fruta fresca. Aunque los zumos naturales acabados de exprimir sí que pueden sustituir una pieza de fruta.

Hay que recordar que los niños y las niñas en edad escolar deberían tener el hábito de merendar cada día. A continuación se proponen algunos ejemplos de meriendas prácticas y saludables para tomar al salir de la escuela.

Ver tabla: Meriendas saludables

 

Infografía: Meriendas saludables

Descarga aquí la infografía

 

Con estas propuestas, no hay excusa para que los niños y las niñas merienden cada día al salir de la escuela. Se pueden realizar todas las variaciones posibles, siempre que se combine un lácteo, cereales y fruta. Con respecto a las fruta, se recomienda ofrecerlas de temporada y que sean fáciles de tomar fuera de casa, es decir, que no se tengan que pelar con un cuchillo o que tengan una piel comestible y fácil de digerir. Teniendo en cuenta que las meriendas no deben llenar excesivamente, es conveniente que la medida de los bocadillos se ajuste al hambre de cada niño.

En casa, las meriendas más creativas. Cuando la merienda se puede tomar en casa, el abanico de posibilidades se amplía y la imaginación puede ayudar a preparar meriendas saludables para los niños y para las niñas. Es un buen hábito que los niños tomen la merienda sentados en la mesa cuando están en casa. Además, este es un buen momento para que expliquen como les ha ido el día en la escuela y con los amigos.

Una buena solución son los batidos naturales que incluyen lácteos y fruta. La manera más simple de prepararlos es batir un vaso de leche o un yogur y una pieza de fruta (plátano, fresa, melocotón, manzana, pera, mango, o la que más guste al niño). Uno de los batidos naturales preferidos es el de leche, fresa y plátano. Se aconseja usar fruta madura de temporada, para potenciar también así el consumo de proximidad. Para acabar de completar esta merienda, se podría ofrecer al niño una tostada con aceite de oliva virgen y queso o bien pan con membrillo y nueces picadas por encima.

Aparte de los batidos, también se pueden preparar licuados. El licuado de zanahoria y naranja es delicioso, igual que el licuado de zanahoria, manzana y mango. Incluir zanahoria cruda en las meriendas es una buena manera de enriquecer la alimentación con antioxidantes.

Si se merienda en casa, se puede ofrecer un bol con yogur mezclado con cereales y trocitos de fresa. Esta opción incluye los tres grupos de alimentos en un único plato, es una especie de “tres en uno” muy fácil de preparar, ideal para los niños que suelen tener poca hambre a la hora de merendar.

De vez en cuando, también se puede optar por un trozo de bizcocho de yogur o por galletas caseras mojadas en un vaso de leche. Un kiwi o una mandarina podrían ser el cierre ideal de esta merienda.

Las grasas omega-3, esenciales en la merienda. La dieta mediterránea es rica en grasas saludables omega-3, gracias a alimentos como el pescado azul o las nueces. Las grasas omega-3 se consideran esenciales porque el organismo no es capaz de sintetizarlas; por lo tanto, la aportación se hace a través del consumo de alimentos que las contienen. La Agencia Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA) ha reconocido recientemente que hay evidencias científicas que establecen una relación entre un consumo adecuado de omega-3 y un desarrollo normal del cerebro y del sistema nervioso de los niños. Por este motivo, se considera aconsejable incorporar el consumo de omega-3 de una manera habitual a la alimentación de los niños y de las niñas. De vez en cuando, para merendar se puede ofrecer un bocadillo de atún —que es pescado azul— o también se pueden añadir nueces a cualquiera de las meriendas que se han propuesto anteriormente.

 

5. Cena

 

La cena debería representar alrededor del 25 % de la ingesta energética diaria.

Es un buen momento para reunir la familia y para poder hablar sobre cómo ha ido el día. Para facilitar la comunicación entre padres e hijos no se debería cenar ante el televisor.

Se recomienda cenar no muy tarde y dejar que pase un rato antes de ir a la cama, para que el niño pueda dormir bien.

En la cena también se puede seguir el método del plato en la infancia, pero habrá que tener en cuenta los siguientes consejos adicionales:

  • De cada grupo de alimentos, deben incluirse los alimentos de digestión más fácil.
  • La cantidad total de comida tendría que ser inferior que la de la comida.
  • Las cocciones también deberían contribuir a facilitar la digestión. Se recomienda cocinar los alimentos hervidos, al vapor, a la plancha, saltados o al horno.

Así pues, los entrantes más adecuados para cenar pueden ser cremas de verduras, sopas de arroz o pasta o verdura y patata.

Como segundo plato, se puede ofrecer huevo, pescado blanco o carne blanca, con una guarnición que ayude a completar el equilibrio de la comida.

Los postres de la cena pueden ser una pieza de fruta o bien un yogur, teniendo en cuenta qué se ha comido a lo largo del día.

En el supuesto de que los niños coman en la escuela y no tomen pescado azul a mediodía, habrá que incorporar este tipo de pescado en dos cenas a la semana o bien en una cena y una comida del fin de semana. Hay que recordar que el pescado azul es rico en DHA, que es un tipo de omega-3 especialmente necesario para el correcto crecimiento del cerebro y para su funcionamiento. No tendrían que faltar dos raciones semanales de este tipo de pescado. Las variedades de pescado azul más adecuadas para los niños las de medida pequeña: boquerón, sardina o caballa. 

Familia cenando

 

Al inicio de esta etapa el crecimiento es estable, con bajas necesidades energéticas, por lo que el niño mantiene aún poco interés por los alimentos y puede mostrar poco apetito, lo que es normal para su edad. 

  • Hacia los 8-9 años puede observarse un aumento del apetito en algunos niños, que si no se controla puede ser origen de una obesidad. Por ello, si el niño muestra un aumento del apetito de forma exagerada, cuando quiera comer algo entre las comidas se le pueden ofrecer alimentos que le sacien pero que sean de bajo contenido calórico, como verduras y frutas. Puede moderarse el consumo de hidratos de carbono y grasas, y animarle a realizar ejercicio físico de forma regular, ya que el sedentarismo en un niño con un apetito exagerado puede conducirlo a una obesidad importante. 
  • Otro trastorno frecuente a esta edad es el del niño vomitador. Hay niños que tienen especial facilidad para vomitar, sobre todo en circunstancias de estrés o problemas psicológicos en la edad escolar. Muchos de estos niños tienden a producir cuerpos cetónicos (acetona) al utilizar sus reservas de grasa cuando han agotado ya las reservas de glucógeno (producción de azúcar), una situación que favorece la persistencia del vómito. Para evitarlo, se aconseja intentar mantener una ingesta alta y frecuente de hidratos de carbono de absorción lenta (pan, pasta, arroz, legumbres…). 
  • El dolor abdominal crónico, la mayoría de origen psicológico a esta edad, es otro de los problemas que pueden afectar la alimentación, principalmente en el desayuno. Muchas veces, debido a las prisas y al estrés que puede suponer enfrentarse a la escuela, el niño reacciona somatizando sus problemas en forma de dolor crónico abdominal. Si tras realizar las pruebas oportunas en el centro de salud se descarta la presencia de una enfermedad, es aconsejable la ayuda de un psicólogo para solucionar este trastorno.

 

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Alimentación de 12 a 18 años
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La adolescencia comprende el período de tiempo que va desde el inicio de la maduración puberal hasta el fin del crecimiento somático. No tiene unos límites cronológicos precisos porque los cambios físicos tienen un ritmo de desarrollo variable según cada individuo. 

  1. Recomendaciones generales 
  2. Recomendaciones específicas 

 

Durante esta etapa el crecimiento se acelera con un importante incremento de la talla y de la masa corporal. Hay que tener en cuenta que en este período el niño gana aproximadamente el 20 % de la estatura y el 50 % del peso que va a tener como adulto, con un aumento de masa ósea y muscular. Además, en relación con el sexo, tiene lugar un cambio en la composición del organismo; los chicos experimentan un mayor aumento de la masa magra, y en las chicas se incrementa, sobre todo, la masa grasa. Toda esta situación aumenta las necesidades nutricionales del niño: precisa proteínas, hidratos de carbono, grasas, vitaminas y minerales. Además, el trabajo mental requiere mucha energía, que debe obtenerse de una alimentación sana y natural. 


La conducta y los hábitos alimentarios ya se han establecido durante la infancia, pero en este período aumenta el control y la autonomía del chico frente a los padres y se concluye también la maduración psicológica, por lo que se establecen patrones de conducta individualizados, marcados por el aprendizaje previo, aunque muy influidos por el ambiente, sobre todo por el grupo de amigos y por los mensajes de la sociedad en general.

El adolescente come con frecuencia fuera de casa. Su apetito tiene altibajos; a veces mucho, otras poco. Es frecuente que omita comidas, sobre todo el desayuno o la cena, que consuma gran cantidad de tentempiés, que muestre preocupación por una alimentación sana y natural, y, sin embargo, tenga hábitos absurdos o erráticos, que tenga un ideal de delgadez excesivo y que, a la vez, manifieste despreocupación por hábitos saludables consumiendo alcohol, tabaco u otras drogas y no realizando ejercicio físico.

Todos estos factores condicionan grandes variaciones individuales en las necesidades nutricionales, por lo que resulta difícil establecer unas recomendaciones estándar para los adolescentes. Las más recientes y que más se utilizan se han establecido en función del peso, la edad, el sexo y la actividad física, ligera, moderada o intensa (Food and Nutrition Board of the National Research Council, 1989).

 

1. Recomendaciones generales

El método del plato en la adolescencia es una herramienta visual que nos puede ayudar a ofrecer comidas equilibradas que cubran las necesidades nutricionales de esta etapa crucial de la vida. Este método debería aplicarse en las comidas principales, es decir, en la comida y en la cena. Aunque se use una imagen para visualizar los tipos de alimentos que forman la comida, el reparto de estos alimentos se puede hacer en el menú clásico de primer y segundo plato con guarnición. La cantidad de comida debe adaptarse al hambre de cada persona: el método del plato solo establece la proporción de cada grupo de alimentos pero no hace referencia a las cantidades.

 

2. Recomendaciones específicas

  • En la adolescencia las necesidades de energía son superiores a las de cualquier edad, en esta etapa una restricción energética puede provocar un retraso en el crecimiento y la maduración corporal. 
  • Las necesidades de hidratos de carbono y proteínas son las mismas en cantidad y calidad que las del adulto sano. Se deben mantener las raciones de una dieta sana y equilibrada. Se recomienda que, al menos, el 50 % de la energía total de la dieta proceda de hidratos de carbono, y que del 15 % al 20 % proceda de las proteínas, asegurando que una buena parte sean de origen vegetal. 
  • Las grasas deben representar del 30 % al 35 % del total de calorías. El aporte correcto de grasas supone cubrir adecuadamente las necesidades de ácidos grasos esenciales (necesarios para formar diferentes metabolitos) y de vitaminas liposolubles. 
  • Hay tres minerales que tienen especial importancia en la adolescencia: el calcio, el hierro y el zinc. Cada uno de ellos se relaciona con un aspecto concreto del crecimiento: 
    • El calcio está relacionado con el crecimiento de la masa ósea. Se recomienda tomar unos 1.200 mg al día. La disponibilidad es diferente dependiendo del alimento del que proceda. El alimento más adecuado es la leche (vaca, cabra u oveja) y todos sus derivados. Es aconsejable tener en cuenta que la vitamina D, la lactosa y las proteínas facilitan la absorción de calcio, mientras que la fibra, la cafeína y el azúcar la dificultan. 
    • El hierro se relaciona con el desarrollo de los glóbulos rojos y del tejido muscular. El que mejor se absorbe es el procedente de la carne, mientras que el de las legumbres, las verduras y otros alimentos se absorbe peor. 
    • El zinc está directamente relacionado con la síntesis de proteínas, por lo tanto con la formación de tejidos (huesos, músculos, cabello, uñas). El déficit crónico de zinc se relaciona con lesiones en la piel, retraso en la cicatrización de heridas, caída del cabello y fragilidad en las uñas, además de hipogonadismo (órganos reproductores pequeños). La fuente principal la constituyen la carne, el pescado y los huevos. También los cereales y las legumbres constituyen una fuente importante. La fibra actúa dificultando su absorción. 
  • En el adolescente se recomiendan especialmente las vitaminas que de una forma u otra se relacionan con la síntesis de proteínas, el crecimiento y el desarrollo: vitamina A, D, ácido fólico, B12, B6, riboflavina, niacina y tiamina. La principal fuente de todas ellas son las frutas y las verduras. 
  • Las necesidades de calcio son máximas en las etapas de crecimiento como la adolescencia. Es importante ingerirlo para conseguir una correcta mineralización ósea, que prevenga la aparición de osteoporosis en el adulto. Para asegurar que se cubren estas necesidades, hay que consumir más de 500 ml al día de leche de vaca, cabra u oveja o sus derivados. 
  • El reparto calórico a lo largo del día debe hacerse en función de las actividades desarrolladas. Hay que evitar omitir comidas o realizar algunas excesivamente copiosas. Es importante reforzar el desayuno y evitar picoteos entre horas. 
  • Es conveniente elegir los alimentos que garanticen una dieta suficiente en energía y nutrientes, y hay que organizar y estructurar las comidas a lo largo el día. Es aconsejable un régimen de cuatro comidas con la siguiente distribución calórica: 
    • Desayuno: 25 % del valor calórico total. 
    • Comida: 30 %. 
    • Merienda: 15 % - 20%. 
    • Cena: 25 % - 30 %. 
  • El consumo excesivo de sal se ha relacionado con el desarrollo de hipertensión, por lo que se recomienda tomarla en cantidades moderadas, y evitar alimentos salados y el hábito de añadir sal a las comidas. 
  • Por último, es importante conocer aquellas situaciones que pueden afectar al adolescente y en las que se debe hacer alguna modificación en la alimentación. Se aconseja que los padres participen en el control y el consejo nutricional del adolescente.

 
Consejos: Alimentación saludable / recomendaciones

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Alimentación en la infancia/adolescencia y otras situaciones de vida
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  1. Viajar 
  2. Hacer deporte (la pirámide de la actividad física para niños)

 

1. Viajar

 

Diarrea del viajero

La provoca comer o beber alimentos contaminados por bacterias o parásitos. Suele aparecer en las dos primeras semanas de estancia y se caracteriza por deposiciones líquidas con dolor abdominal y vómitos.

Su prevención se basa en la precaución: 

  • No hay que consumir frutas sin pelar, verduras crudas, carnes o pescados poco cocinados o crudos, y leche o derivados sin garantías de pasteurización. En el caso de los lactantes alimentados con leche adaptada se aconseja llevar la leche habitual del niño y prepararla con agua envasada. 
  • Se debe tener precaución con los productos de pastelería, helados y derivados del huevo (mayonesa, cremas) si no se tiene la seguridad de una conservación adecuada. 
  • Hay que beber agua embotellada y precintada. 
  • Se tiene que evitar la utilización de cubitos de hielo. 
  • No hay que consumir alimentos de venta ambulante. 
  • Es recomendable beber líquidos abundantes para evitar la deshidratación: los refrescos comerciales y las infusiones tienen menos riesgos. 
  • Se aconseja llevar medicación de rehidratación oral (sobres de sales de rehidratación oral, SRO). 
  • En caso de que se necesiten sales de rehidratación oral y no se tengan, un método casero es diluir en un litro de agua ocho cucharaditas rasas de azúcar y una cucharadita rasa de sal de mesa; sin embargo, no es tan eficiente como los sobres de SRO.


Realimentación después de administrar el tratamiento con SRO 

  • A pesar de que las SRO son muy efectivas para restaurar las pérdidas, no tienen efectos sobre la duración y el volumen de los vómitos o las diarreas, por ello es importante el papel que juega la realimentación. 
  • Actualmente se aconseja mantener una alimentación normal, ya que favorece la recuperación de la mucosa intestinal. 
  • En estos procesos el niño suele estar inapetente, por lo que es conveniente ofrecerle pequeñas cantidades de alimentos, si es posible que sean de su agrado, con mayor frecuencia. 
  • No existen alimentos que corten la diarrea, tan solo alimentos que se digieren más fácilmente y que alimentan (proporcionan energía) a pesar de administrarse en pequeñas cantidades. 
  • En el caso de los lactantes alimentados con leche materna, ésta nunca se debe suspender, por el contrario, debe ofrecerse con mayor frecuencia. 
  • En bebés alimentados con leche adaptada, los biberones tienen que prepararse con la concentración habitual. Puede reducirse la cantidad de cada biberón y aumentar la frecuencia de las tomas diarias. 
  • Para aumentar el confort del niño, debe cuidarse la zona del ano, limpiándola suavemente con agua tibia, secándola cuidadosamente por contacto, sin frotar, y aplicando crema protectora. En el caso de los lactantes es conveniente cambiar los pañales con más frecuencia de lo habitual. 
  • En niños mayores con dolor abdominal, es conveniente dejar un pequeño período de reposo digestivo, es decir, en ayunas. Pueden comer preferentemente carbohidratos complejos como arroz, patatas, cereales, pan o pasta; carnes magras o pescado blanco, y frutas y algunos vegetales si son bien tolerados. También yogures, especialmente si contienen lactobacilos vivos. 
  • Se desaconsejan las bebidas azucaradas, porque pueden agudizar la diarrea, así como los alimentos flatulentos o grasos.

Consejos: Viajar / problemas de salud del viajero

 

 

2. Hacer deporte

El ejercicio físico tiene una demanda energética suplementaria a las necesidades propias de la edad. Hay que tenerlo en cuenta cuando el niño/adolescente practica alguna modalidad deportiva. En estos casos, las necesidades varían según el tipo, la intensidad y la duración del deporte en cuestión. 


Pirámide de la actividad física en la infancia y en la adolescencia 

Pirámide de la actividad física en la infancia y adolescencia
Fuente: Departament de Salut i Secretaria General de l'Esport - Generalitat de Catalunya 

 
La alimentación del niño que hace deporte ha de tener en cuenta estas necesidades aumentadas, si no, se puede producir astenia, modificaciones de humor, trastornos del sueño y otros síntomas de agotamiento, que pueden afectar al proceso de crecimiento.

Recomendaciones generales tanto para el entrenamiento como para la competición: 

  • Hay que seguir siempre una alimentación variada, equilibrada y suficiente, de acuerdo con la actividad. 
  • La alimentación se debe repartir en cuatro tomas al día, atendiendo a los horarios para facilitar las digestiones según la hora del entrenamiento o competición. 
  • Se tiene que comer en horarios regulares para asegurar una glucemia constante y la reconstitución de las reservas de glucógeno. 
  • Hay que hidratar convenientemente el organismo para mantener el equilibrio hidromineral, que puede verse comprometido por el hecho de sudar y otras pérdidas ligadas a la actividad.


Ejemplos de alimentación para el niño/adolescente deportista en caso de competición: 

 Antes del ejercicio   Después del ejercicio
 Desayuno  Desayuno
- 30 g de pan tostado o 2 biscotes
- 40 g de mermelada
- Zumo de naranja
- 10 g de azúcar

Agua mineral (tipo Vichy) .
 
- 200 ml de leche con cacao
- 50 g de pan o brioche
- 10 g de mantequilla
- 30 g de jamón cocido
 Comida  Comida
- 100 g de lechuga
- 15 g de aceite
- 100 g de hamburguesa
- 200 g de puré de patatas
- 200 ml de zumo
- 10 g de azúcar

Agua mineral (tipo Vichy)
- 50 g de macarrones
- 50 g de salsa de tomate
- 1/4 de pollo
- 100 g de lechuga
- 20 g de aceite de oliva (para cocinar y aliñar)
- 150 g de fruta
 Merienda
Total o parcialmente similar al desayuno, en función de las apetencias y el horario de la cena. Si se puede cenar temprano, es mejor merendar menos.
 Cena
La cena del día en el que se ha hecho deporte tiene que compensar líquidos y sales minerales, y proporcionar la energía necesaria para cubrir las necesidades diarias.   

Ejemplo: 

- Puré de verduras
- Huevo o pescado con guarnición de arroz, patata o verduras
- Fruta madura (2 piezas)
- Leche, yogur o postre lácteo

 

 

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Alimentación en la infancia/adolescencia y los problemas de salud
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1. Alergia/intolerancia a la proteína de la leche de vaca, 2. Intolerancia a la lactosa, 3. Enfermedad celíaca o celiaquía, 4. Asma, 5. Trastorno de la conducta alimentaria (TCA), 6. Obesidad,  7. Diabetes, 8. Enfermedad inflamatòria intestinal (EII) , 9. Cáncer, 10. Enfermedades intercurrentes.

   

1. Alergia/intolerancia a la proteína de la leche de vaca

Afecta entre el 5 % y el 7 % de los lactantes que se alimentan con leche de fórmula. Es consecuencia de la sensibilización a la proteína de la leche de vaca, que es absorbida a través del intestino. Los síntomas pueden ser vómitos, diarreas, dermatitis atópicas, bronquitis, rinitis, etc. 
 
Estas reacciones, que aparecen más o menos tiempo después de haber ingerido leche artificial, pueden ser de tipo alergia o de tipo intolerancia: 

  • La alergia a la proteína de la leche de vaca cursa con reacciones inmediatas, vómitos a propulsión, diarrea de inicio súbito y reacciones cutáneas. 
  • La intolerancia o manifestación crónica de alergia a la leche de vaca cursa con unos síntomas menos agudos, con un cuadro de malabsorción: pérdida de apetito, de peso, vómitos esporádicos e irritabilidad.


El tratamiento, que especificará el pediatra, consiste en suprimir los alimentos que contengan leche de vaca y derivados. Se deben dar leches de fórmula especiales, con caseína modificada hipoalergénica o leche de soja.

En el caso de la alergia, el tiempo durante el cual se deben administrar estas leches de fórmula especiales también estará indicado por el pediatra, normalmente hasta el año y medio. A partir de ese momento se efectúan diversos análisis para confirmar si la alergia continúa existiendo o, por el contrario, se ha solucionado.

Si hay intolerancia, se debe seguir con la fórmula especial hasta el año de vida, momento en que se inician alimentos con proteína de vaca pero bajos en lactosa, como queso. Si estos productos no provocan ningún trastorno, se puede pasar a administrar yogur o leche.

 

2. Intolerancia a la lactosa

La lactosa es el azúcar que se encuentra de forma natural en la leche de vaca, cabra u oveja. Para digerirla, el organismo humano precisa de una enzima (lactasa) que se produce normalmente en la mucosa intestinal, y que transforma la lactosa en unidades más pequeñas (glucosa y galactosa). La intolerancia a la lactosa se debe a la disminución o la ausencia de lactasa en el conducto digestivo.

La causa puede ser congénita (la lactasa falta desde el nacimiento) o adquirida. Esta última puede ser total o parcial y puede iniciarse en cualquier edad, en la infancia, la adolescencia o la edad adulta. Puede deberse a una disminución progresiva de la lactasa, a partir de los dos o tres años, sin causa conocida, o como consecuencia de una agresión a la mucosa intestinal por un virus, bacterias, antibióticos o quimioterapia, diarreas infecciosas o enfermedad celíaca.

Los síntomas suelen aparecer de los 30 minutos a las 2 horas después de haber ingerido alimentos que contengan lactosa; generalmente son flatulencia, pesadez y dolor de estómago, cólico intestinal y diarrea.
La respuesta dietética es sencilla: prescindir de la leche y los alimentos que la contengan, a pesar de que cuando la deficiencia de lactasa es parcial pueden tomarse pequeñas cantidades de leche, según la tolerancia de cada persona, sin que se produzcan trastornos. El control dependerá del aprendizaje de cada persona a través de ensayos de prueba y error. 

 

2.1 Alimentos que hay que excluir de la dieta (según la tolerancia) 

  • Leche y derivados: todos. 
  • Carnes y derivados: charcutería (salchichas comerciales, embutidos, etc.). 
  • Cereales, patatas y derivados: purés y sopas elaboradas o enriquecidas con leche o lácteos. Pastelería y repostería industriales. 
  • Grasas: mantequilla, nata y margarinas que no especifiquen su porcentaje vegetal. 
  • Otros productos que incluyan en sus ingredientes leche de vaca: caramelos tipo Sugus, productos de bollería, repostería, cereales procesados, salsas…

 

2.2 Alimentos aconsejados 

  • Leche sin lactosa y sustitutos: leche de soja o leche tratada con lactasa. Productos derivados de la leche de soja como el tofu. 
  • Carnes, huevos y sus derivados: todos salvo los indicados en el apartado Alimentos que hay que excluir de la dieta. Son preferibles las carnes magras. 
  • Cereales, patatas y legumbres: todos salvo los indicados en el apartado Alimentos que hay que excluir de la dieta. Galletas, magdalenas, etc., que no contengan lactosa. Papillas infantiles no lacteadas. 
  • Verduras y hortalizas: todas. 
  • Frutas: todas, intentando incluir un cítrico al día. 
  • Bebidas: agua, caldos, infusiones, zumos naturales. 
  • Grasas: aceite de oliva o semillas, margarina 100 % vegetal. 
  • Otros productos: chocolate puro, horchata natural, polos.

 

 

3. Enfermedad celíaca o celiaquía

Es una enfermedad que aparece en niños y en adultos. Está producida por un proceso inmunológico, de predisposición genética, por el que se desarrolla una intolerancia a la gliadina, una proteína del gluten que está presente en las harinas de trigo, avena, centeno y cebada.

 

3.1 Maneras de presentarse la celiaquía  

  • Clásica

    Suele presentarse en niños hacia los dos años, con un síndrome de malabsorción. El pequeño puede presentar diarrea crónica (deposiciones pastosas, muy voluminosas, de aspecto grasiento o brillante, pálidas y muy malolientes), pérdida de apetito, aspecto triste, irritabilidad, piel pálida, escasa masa grasa, cabello ralo, distensión abdominal y malnutrición con pérdida de peso.
      
  • Monosintomática

    Aparece un retraso o un cambio en la curva de crecimiento, la masa muscular es pobre, el pequeño puede presentar anemias por falta de hierro y dolores abdominales recurrentes.
       
  • Asintomática

    En personas que pueden no presentar síntomas. Normalmente en el momento de diagnosticar al niño, al hacer el estudio analítico a la familia, aparece la celiaquía en alguno de los progenitores o hermanos. 
      
  • Intolerancia al gluten asociada a otras enfermedades
     
    Enfermedades inmunológicas, trastornos neurológicos y psiquiátricos. 
     
    Ante la sospecha de enfermedad celíaca, el pediatra hará la historia dietética del niño, un estudio de la curva de peso y talla, una exploración física y una analítica de sangre. Según los resultados, derivará el niño al especialista (digestivo), ya que para diagnosticar la celiaquía es preciso hacer una biopsia intestinal.
     
    El único tratamiento es la dieta estricta sin gluten, y una vez establecido el diagnóstico, se recomienda para toda la vida, ya que es la mejor protección contra las complicaciones que esta intolerancia puede producir.

    Desde que se inicia la dieta sin gluten, se produce una espectacular mejoría, tanto en cuanto a la recuperación de apetito y peso, como al cambio de carácter.
      
    Actualmente existen muchos productos comerciales sin gluten, que pueden utilizarse como complemento de la dieta con carne, pescado, huevos, fruta, verduras, legumbres, leche y derivados. Las etiquetas eben especificar si los productos contienen gluten o no, y si lo llevan, indicar la cantidad.


3.2 Puntos que hay que tener en cuenta 

  • No debe iniciarse una dieta sin gluten sin la prescripción del médico. 
  • Una vez diagnosticado como celíaco, el niño deberá seguir la dieta toda la vida. 
  • Tanto en casa como en bares o restaurantes hay que tener la máxima precaución para que no haya contaminación con productos que contienen gluten. Por la misma razón no se aconseja consumir panes o bollería comercial aunque se anuncie sin gluten. 
  • Una pequeña cantidad de un alérgeno puede ser suficiente para desencadenar una reacción alérgica. Se recomienda almacenar los productos específicos (sin gluten, sin lactosa, sin huevo…) en recipientes cerrados, separados de los otros alimentos para evitar contaminaciones. 
  • Es aconsejable establecer un orden para elaborar las comidas. Por ejemplo, se pueden preparar primero los platos destinados a la persona alérgica, para minimizar el riesgo de contaminación. Un alimento sin gluten no debe freírse en aceite donde se haya frito un alimento con gluten. 
  • No deben tomarse caldos donde se haya hervido pasta con gluten aunque ésta se haya retirado. 
  • Hay que utilizar una tostadora exclusiva para el pan sin gluten. 
  • Se pueden tener utensilios específicos (por ejemplo, de color diferente) así como utilizar sartenes, ollas, etc., para preparar la comida del niño alérgico. Si no es posible, se tendrán que lavar a fondo antes de utilizarlos. 
  • Hay que evitar tocar otros alimentos mientras se prepara la comida de la persona alérgica. 
  • Siempre se tiene que mirar la etiqueta de los productos, especialmente en los alimentos compuestos (pasteles, dulces, etc.). 
  • Una vez elaborado, es aconsejable mantener el plato protegido e identificado.


3.3 Alimentos sin gluten

  • Leche y derivados: queso, nata, requesón, yogur natural, cuajada. 
  • Todo tipo de carne fresca o congelada al natural. Jamón serrano. 
  • Pescado fresco, congelado sin rebozar, congelado al natural o conservado en aceite. 
  • Huevos. 
  • Verduras, hortalizas y tubérculos (patata, boniato). Todo tipo de legumbres. 
  • Arroz, maíz (en harinas o grano), tapioca. 
  • Todas las frutas al natural o en compota. Conservas en almíbar, zumos y néctares. 
  • Azúcar, miel, melazas y edulcorantes. 
  • Aceites, mantequilla o manteca. Vinagres. 
  • Infusiones, café en grano o molido. 
  • Cacao puro en polvo. 
  • Frutos secos naturales. 
  • Especias en rama o grano y los colorantes naturales. Sal.

 

3.4 Alimentos que contienen gluten 

  • Pan y harinas de trigo, cebada, avena, centeno o triticale (cereal sintético que se obtiene a partir de la hibridación del trigo y el centeno). 
  • Bollos, pasteles y demás productos de pastelería. 
  • Galletas, bizcochos y productos de repostería. 
  • Pastas italianas y sémola de trigo. 
  • Leche y derivados malteados. 
  • Bebidas destiladas o fermentadas a partir de cereales. 
  • Alimentos manufacturados en cuya composición se encuentre cualquiera de las harinas citadas anteriormente (almidones, féculas, proteínas).

  

3.5 Alimentos que pueden contener gluten (solo se permite su ingesta previo informe del fabricante como sin gluten) 

  • Embutidos y productos de charcutería. Patés. Queso para untar, fundido, rallado o en porciones. 
  • Caramelos y gominolas. 
  • Colorantes alimentarios. Pastillas de caldo. 
  • Conservas de carne o pescado. 
  • Sucedáneos del café o el chocolate y otras bebidas de máquina. 
  • Frutos secos tostados con sal. 
  • Helados. Horchata. Postres lácteos industriales. Yogures con frutas. 
  • Margarinas. Mermeladas. Confituras. Membrillo. 
  • Platos preparados, congelados o en conserva. Sopas y cremas de sobre, lata o paquete. 
  • Algunos medicamentos (en comprimidos o en polvo).

 

4. Asma

El niño con asma necesita ayuda para tener una buena calidad de vida, para que nada impida que crezca y se desarrolle. Una de estas ayudas es tratar de manejar su alimentación para evitar en lo posible las crisis y facilitar su tratamiento, por lo que es importante ofrecer una alimentación equilibrada

Consejos: Infancia / problemas respiratorios


Recomendaciones: 

  • Dieta y medicación: lo que el niño come y cuánto come juega un papel importante en la forma en que la medicación actúa en el organismo. Mantener un peso correcto es esencial. Por ejemplo, la teofilina no actuará igual si el niño pierde peso, funcionará mejor si se mantiene una ingesta de proteínas e hidratos de carbono adecuada, y la cafeína puede interferir en su efectividad.
  • Si el niño sigue un tratamiento prolongado con corticoides, necesitará un buen aporte de proteínas, vitaminas A, C y D, calcio, potasio, fósforo y ácido fólico. 
  • Es importante que el niño esté adecuadamente hidratado, por lo que se aconseja que beba un mínimo de 1,5 litros al día. 
  • En las crisis no debe insistirse al pequeño que coma, es aconsejable ofrecer más a menudo pequeñas raciones de alimentos suaves y de su agrado, aprovechando los momentos en que la dificultad respiratoria cede.


Recientemente se investiga sobre los efectos positivos para controlar y prevenir el asma con la ingesta de: 

  • Ácido docosahexaenoico (DHA), un ácido graso esencial que se encuentra en pescados como el salmón y el atún. 
  • Magnesio, un mineral presente en verduras y arroz no refinado. 
  • Vitaminas A, C y E, presentes en frutas y verduras. 
  • A no ser que exista una razón específica para hacerlo, que deberá haber indicado el pediatra, no se aconseja tomar suplementos dietéticos. 

 

5. Trastornos de la conducta alimentaria (TCA)

Es como se denominan las conductas que se alejan de la forma normal de alimentarse y de las pautas de una dieta saludable.

Los TCA, como la anorexia nerviosa y la bulimia nerviosa, son un importante problema de salud que crea una gran alarma social. Son problemas causados por múltiples factores que afectan mayoritariamente a adolescentes de uno y otro sexo, y se presentan a edades cada vez más tempranas.

Los TCA se caracterizan por alteraciones importantes de la conducta en relación con la alimentación, con consecuencias nutricionales, biológicas, psicológicas y sociales. Su origen es fundamentalmente social y responde al deseo de los jóvenes de parecerse a los arquetipos que la moda impone. Para ello pueden someterse a dietas muy estrictas y sin control, dejando de tomar alimentos de forma arbitraria, con consecuencias negativas en su desarrollo y crecimiento.

El ámbito familiar es el primer lugar donde se detectan este tipo de trastornos, al igual que en los comedores escolares, donde se pueden advertir conductas anormales en la alimentación del joven. 

Básicamente los TCA más habituales son: anorexia nerviosa, bulimia nerviosa, trastorno por atracones o comedor compulsivo y otros específicamente pediátricos como la pica y la rumiación

  • Anorexia nerviosa

    La denominación de este trastorno, aunque aceptada universalmente, es equívoca, ya que la persona se niega a comer a pesar de tener hambre. No pierde el apetito, pero por motivos inconscientes se niega compulsivamente a comer.
     
    Se trata clásicamente de un adolescente o preadolescente que no quiere comer, sobre todo los alimentos calóricos, aduciendo una sensación de obesidad porque realmente “se ve gordo” (alteración de la imagen corporal), a pesar de estar desnutrido.

    La pérdida de peso la provoca la persona con dietas rigurosas, con restricción de alimentos que considera altos en calorías, y períodos de ayuno. El ayuno le genera una sensación de placer que se vuelve adictiva.
     
    Además, con el objetivo de perder peso rápidamente, puede presentar otras conductas tanto o más peligrosas: vómitos autoprovocados, uso y abuso de laxantes, diuréticos o fármacos anorexígenos (que reducen el apetito), hiperactividad física… Todo ello asociado a un cuadro obsesivo o depresivo.
     
    Síntomas:
    • Autoexigencia y afán de perfeccionismo. Inseguridad y miedo al fracaso.
    • Preocupación excesiva por el cuerpo, el peso y la silueta. Pánico a la obesidad.
    • Restricción de alimentos sin motivo (dietas sin control, uso de productos light).
    • Exceso de ejercicio físico o deporte.
    • Rituales con la comida (contar calorías, cortar trozos pequeños, secar el aceite de los alimentos...).
    • Evitan comer en familia.
    • Uso de laxantes y diuréticos.
    • Pérdida progresiva de peso. Estreñimiento pertinaz.
    • Ocasionalmente atracones y vómitos autoprovocados (en ocasiones simulan comer y luego, a escondidas, se provocan el vómito).
    • Evitan mostrar el cuerpo (no van a la playa, llevan ropa ancha).
    • Cambio de carácter, con manipulaciones y mentiras.
    • Síntomas de ansiedad, irritabilidad o depresión, sensación de soledad.
    • Rechazo de la responsabilidad personal, aunque se refugien en el trabajo, los estudios o el deporte.
    • Baja autoestima. Aislamiento social.
    • En prepúberes, detención del crecimiento y el desarrollo. En adolescentes mayores, amenorrea (falta de la menstruación).
  • Bulimia nerviosa

    Es un conjunto de síntomas basados en tres aspectos esenciales. En primer lugar, un descontrol de la conducta alimentaria con episodios recurrentes de ingesta voraz o atracones, durante los que ingieren gran cantidad de alimentos en períodos cortos de tiempo. Generalmente, en la mayoría de los casos son alimentos dulces y calóricos. Se suelen presentar por la tarde y en estados emocionales alterados.
     
    El segundo aspecto específico es la presencia de conductas compensatorias para evitar el aumento de peso, la más utilizada es la provocación de vómitos.
     
    Un tercer aspecto es la preocupación intensa y persistente por el peso y la figura, con pánico a engordar.
     
    Se inicia más tarde que la anorexia, hacia los 16 años, y su frecuencia es prácticamente el doble.

    Generalmente existe una base de personalidad inmadura e inestable, con gran impulsividad.
     
    Síntomas:
    • Preocupación excesiva por el peso y la comida. Obsesión por comer y pánico a engordar.
    • Atracones durante horas, con frenesí devorador y sin capacidad de control, con una frecuencia mínima de dos episodios semanales y durante un mínimo de tres meses, con frecuencia a escondidas.
    • Almacenamiento de comida en la habitación. Cortan trozos grandes y engullen sin masticar, comiendo rápido.
    • Ansiedad ante la comida, evitan comer en público. Van al baño después de comer.
    • Conductas compensatorias inadecuadas: se autoprovocan los vómitos después de comer, toman laxantes o diuréticos, hacen intervalos de ayuno y exceso de ejercicio físico.
    • Intentos múltiples de dietas restrictivas con oscilaciones en el peso. Como las maniobras compensatorias no suelen ser suficientes, pueden ser obesos.
    • Irritabilidad, inestabilidad emocional, aislamiento social.
  • Comedor compulsivo o trastorno por atracones

    Se distingue de la bulimia en que no presentan conductas compensatorias para perder peso.

    Son personalidades absorbentes, inestables emocionalmente, con baja autoestima, sentimientos depresivos y que se involucran mucho en los problemas ajenos. Son niños obesos que rechazan su propia imagen pero comen de forma compulsiva, según su estado emocional, que no pueden dejar de comer y después se sienten culpables. Son incapaces de seguir dietas o se descontrolan al acabarlas. 
     
  • Pica o geofagia

    Es el hábito de comer objetos minerales como tierra, piedras pequeñas, etc. Su presentación se considera normal hasta la edad preescolar, a partir de entonces debe consultarse al médico.

  • Rumiación

    Es la provocación de reflujo gastrobucal y la persistencia de alimentos ingeridos en la boca, mastican y chupetean sucesivamente y esto les da sensación de ausencia y autoplacer. Siempre indica una afectación psíquica y relacional grave, y debe consultarse.

Consejos: Adolescencia / problemas de salud habituales en la adolescencia 

 

5.1 Causas de los TCA

Factores predisponentes

  • Biológicos: a veces se observan otros familiares con conductas alimentarias inadecuadas, obesidad o alcoholismo. 
  • Psíquicos: personalidad ansiosa, con dificultad para resolver conflictos, dependencia excesiva de la imagen y las opiniones externas, escasa tolerancia a las frustraciones. 
  • Familiares: sobreprotección o dinámica familiar poco tolerante. Sobrevaloración del éxito o la imagen social. 
  • Sociales: carácter dependiente, canon de belleza delgado relacionado con éxito social. Constituyen entornos de riesgo: el ballet, los gimnasios, el deporte competitivo de élite, la profesión de modelo y el trabajo en tiendas de ropa.


Factores desencadenantes:

Situaciones estresantes en personas predispuestas, fracasos sentimentales, rupturas, pérdidas familiares o cambios puberales. 

 

5.2 Prevención

Actualmente no existen actividades preventivas estandarizadas, pero se aconseja: 

  • Educar al niño para que tenga una escala de valores que priorice actitudes antes que posesiones o belleza. 
  • Convertir la comida familiar en un acto agradable, de comunicación en familia. 
  • Enseñar y ayudar a los niños a descubrir sus capacidades y aceptar sus limitaciones, evitando las metas inalcanzables y educando en la tenacidad y el esfuerzo como base para un futuro realista. 
  • Explicar los cambios propios de la pubertad y las diferencias entre la grasa corporal normal, el sobrepeso y la obesidad. Hay que ayudarlos en la aceptación de su cuerpo. 
  • Evitar críticas sobre el peso o la figura. 
  • Evitar dietas innecesarias por motivos estéticos y sin control por un profesional, y propiciar dietas sanas. 
  • Explicar la naturaleza y los peligros de los TCA. Insistir en los peligros de la reducción drástica de peso, especialmente en edades precoces. 
  • Educar en una actitud crítica ante la presión de los estereotipos culturales. 
  • Consultar cuando se sospechen actitudes extrañas con la comida, cambios de carácter u oscilaciones inexplicables en el peso.


5.3 Tratamiento de los TCA

El tratamiento es más eficaz cuanto más pronto empiece.

Se basa en: 

  • El restablecimiento de unas pautas nutricionales para recuperar el peso. 
  • Tratamiento dietético: hay que instaurar, lo antes posible, una dieta normal. 
  • Tratamiento psicológico: es básico en estos trastornos. 
  • Tratamiento farmacológico, según los síntomas que el joven presente (depresión, ansiedad, insomnio, etc.).

 
Puede iniciarse en la consulta del pediatra habitual, quien después de diagnosticar el trastorno valorará la derivación al especialista, psicólogo/psiquiatra. Existen centros de salud mental infanto-juvenil (CSMIJ) para atender, controlar y tratar estos trastornos de forma ambulatoria.

En casos más difíciles, existen hospitales de día, con hospitalización parcial durante 8-12 horas al día y de 3 a 5 días por semana.

Por último, en los casos graves será necesaria la hospitalización completa.

Es importante que la familia se implique, sin culpabilizar a nadie, ya que su protagonismo terapéutico es esencial. Sin embargo, es preciso que pidan apoyo emocional y preparación para poder ayudar al joven en las dificultades que irán apareciendo en un proceso que resulta largo y a menudo agotador y desesperante. El equipo de salud (pediatra y enfermera) y los especialistas ofrecen este apoyo. 

Consejos: Adolescencia: problemas de salud habituales en la adolescencia 

 

6. Obesidad

La alimentación en las diferentes etapas del ciclo vital se basa en los mismos criterios que la alimentación saludable, con algunas variaciones más cuantitativas que cualitativas.

El sobrepeso y la obesidad en: Infancia y Adolescencia.

 

7. Diabetes

La diabetes es una enfermedad metabólica crónica caracterizada por la hiperglucemia (aumento de la cantidad de glucosa en sangre), secundaria a un déficit en la secreción de insulina, en su acción o en ambas. Este problema requiere un control médico y la educación del niño y la familia para evitar complicaciones agudas y disminuir el riesgo de complicaciones crónicas. 

Consejos de salud: Diabetes 
Consejos de salud: Alimentación y diabetes en la infancia y adolescencia

 

8. Enfermedad inflamatoria intestinal (EII)

La enfermedad inflamatoria intestinal (EII) hace referencia a un grupo de trastornos inflamatorios crónicos de causa desconocida que afectan al sistema digestivo, y que engloba básicamente dos enfermedades: la enfermedad de Crohn y la colitis ulcerosa. Ambas se caracterizan por la aparición de una inflamación repetitiva del tubo digestivo, principalmente del intestino delgado o del colon, lo que puede producir diferentes signos y síntomas, como dolor abdominal, diarrea o expulsión de sangre con las heces.

En relación con la alimentación, no existen dietas fijas. Cada niño tiene su dieta específica que varía según la gravedad de la inflamación, pero existen unas reglas básicas: 

  • Durante los brotes está contraindicada la leche y sus derivados, los alimentos picantes, las grasas y las legumbres. 
  • Puede ser que cuando el niño salga del brote, tolere todos los alimentos. Si su edad lo permite, hay que dejar que sea el niño quien elija lo que le va bien o mal, hay que dejar que pruebe alimentos. 
  • No es aconsejable prohibir todas las comidas placenteras o las golosinas. Quitarle todo el placer de comer puede resultar contraproducente, el resultado puede ser que, sin vigilancia, el niño se harte de comer estos alimentos. Es mejor dejar que los consuma moderadamente en ocasiones esporádicas. 
  • Hay que enseñar al niño a comer lentamente, masticando bien. 
  • En algunas ocasiones, para evitar la desnutrición, puede ser necesario ofrecer suplementos dietéticos o complejos vitamínicos. Los profesionales de la salud aconsejarán el más indicado a cada niño. 
  • Si el pequeño toma muchos corticoides y no tolera la leche, será necesario darle calcio con vitamina D.

 

9. Cáncer

Cuando los efectos secundarios del cáncer o su tratamiento interfieren en la alimentación del niño/adolescente, pueden aplicarse ajustes en la dieta para garantizar que el niño continúe recibiendo la nutrición que precisa. En general se recomienda el consumo de alimentos de alto contenido calórico, proteínico, vitamínico y mineral. No obstante, la planificación de las comidas siempre será individualizada para satisfacer las necesidades nutricionales y los gustos de cada niño.

Los diferentes trastornos relacionados con la alimentación que pueden aparecer son anorexia y alteraciones en el gusto.

 

9.1 Anorexia

La falta de apetito en estos niños es uno de los problemas más habituales.

Sugerencias: 

  • Es aconsejable ofrecer comidas en pequeñas cantidades con alto contenido energético. Pueden agregarse proteínas y calorías extras añadiendo a la preparación alimentos como leche entera o en polvo, miel, mantequilla, etc. 
  • Se pueden ofrecer desayunos que contengan un tercio de las calorías y las proteínas necesarias para el día. 
  • También se pueden ofrecer suplementos líquidos, como batidos, sopas o zumos naturales, cuando la alimentación sólida es problemática. 
  • Pueden prepararse y almacenarse porciones pequeñas de los alimentos preferidos del niño, de manera que estén listos para consumir cuando el pequeño tenga hambre. 
  • Es conveniente presentar los alimentos de forma atractiva. Las preferencias y los rechazos a ciertos alimentos pueden cambiar a diario, por lo que se aconseja experimentar con diferentes alimentos, preparaciones y texturas.


9.2 Alteraciones en el gusto

Suelen relacionarse con la quimioterapia o la radioterapia, la medicación, problemas dentales, sequedad y llagas en la boca. Es común un rechazo repentino a ciertos alimentos, lo que da como resultado que el niño se salte comidas y pierda peso.

Sugerencias: 

  • Hay que ofrecer abundantes líquidos y enjuagar la boca con agua antes y después de las comidas. 
  • Se pueden ofrecer frutas cítricas, excepto si existen llagas en la boca. 
  • Se aconseja utilizar utensilios de plástico si los alimentos tienen un sabor amargo o metálico para el pequeño. 
  • Hay que ofrecer la comida cuando el niño tenga hambre, no a horarios establecidos. Si es posible, se aconseja que el niño no coma solo, sino acompañado por la familia o amigos. 
  • Se pueden emplear caramelos de limón sin azúcar, pastillas de menta o goma de mascar para ayudar a reducir el mal sabor de boca. 
  • Para hacer los alimentos más gustosos se pueden agregar especies y salsas en su preparación. 
  • En caso de sequedad bucal, pueden ofrecerse gelatinas, helados, polos para chupar o simplemente cubitos de hielo. 
  • Si hay llagas en la mucosa bucal, se recomienda ofrecer alimentos blandos, que se puedan masticar y tragar con facilidad, evitando los ácidos, los picantes, los cítricos y los salados. También es útil utilizar pajitas para sorber los líquidos. 
  • En caso de náuseas, es aconsejable ofrecer la comida antes de los tratamientos y evitar los olores fuertes, tanto en la habitación del niño como en la cocina. Hay que indicar al pequeño que beba a pequeños sorbos durante todo el día. Se pueden ofrecer alimentos secos como galletas, palitos de pan o tostadas.

  
Consejos: Alimentación y cáncer / la alimentación ante los trastornos propios del proceso oncológico

 

10. Enfermedades intercurrentes

En la etapa de la infancia, es frecuente la aparición de diferentes problemas de salud, generalmente de tipo agudo: infecciones, enfermedades propias de la infancia, diarreas y vómitos, restreñimiento habitual, las toxoinfecciones alimentarias
 
Estas enfermedades reducen el apetito del pequeño, además de provocarle molestias como dolor de garganta, tos y mucosidades o dolor abdominal, lo que dificulta más una alimentación adecuada. A esto se le añade que el pequeño precisa de los diferentes nutrientes para combatir la enfermedad, reemplazar las pérdidas y mejorar su sistema inmune, por lo que es importante una correcta nutrición, con alimentos saludables, adecuados a su enfermedad, y abundantes líquidos durante el proceso y la recuperación.

 

10.1 Vómitos / diarreas 

  • Los niños con vómitos, diarreas o fiebre pierden mucho líquido que hay que reponer. Para evitar la deshidratación pueden ofrecerse sueros de rehidratación oral (SRO), de venta en farmacias. Existen diferentes clases de preparados: unos con sabor a frutas, que se presentan en forma de tetrabrik con una pajita para sorber (y es importante que el niño beba a través de la pajita, ya que parte de la medicación se encuentra en el interior de ésta), y otros preparados sin sabor, por lo que son más adecuados para lactantes y niños pequeños. 
  • Deben administrarse despacio (a pequeños sorbos con la pajita u ofreciendo una cucharada cada 5 minutos), aumentando la cantidad progresivamente según lo vaya tolerando.

   
Introducción de la alimentación tras la administración del tratamiento con suero oral (SRO):

A pesar de que los sueros de rehidratación oral son muy efectivos para restaurar las pérdidas, no ejercen efectos sobre la duración y el volumen de los vómitos o las diarreas, por ello es importante el papel que juega la realimentación.

 Diferentes modelos de suero oral                  Caja con sobres oral suero



Cuando el niño tolere el suero, es decir, cuando ya no vomite, se aconseja iniciar la realimentación: 

  • Actualmente se recomienda mantener una alimentación normal, ya que favorece la recuperación de la mucosa intestinal, sin forzarlo y manteniendo el aporte de líquidos entre las comidas. 
  • En estos procesos el niño suele estar inapetente, por lo que es conveniente ofrecerle pequeñas cantidades de alimentos, si es posible que sean de su agrado, con mayor frecuencia. 
  • En el caso de los lactantes alimentados con leche materna, ésta nunca se ha de suspender, por el contrario, debe ofrecerse con mayor frecuencia. 
  • En bebés alimentados con leche adaptada, los biberones tienen que prepararse con la concentración habitual. Puede reducirse la cantidad de cada biberón y aumentar la frecuencia de las tomas diarias. 
  • Si el pediatra sospecha una intolerancia ocasional a la lactosa, indicará una fórmula exenta de lactosa durante unas semanas para permitir la recuperación de la mucosa intestinal. 
  • No existen alimentos que corten la diarrea, tan solo alimentos que se digieren más fácilmente y que alimentan (proporcionan energía) a pesar de administrarse en pequeñas cantidades. 
  • Pueden comer preferentemente carbohidratos complejos como arroz, patatas, cereales, pan o pasta; carnes magras o pescado blanco; frutas; algunos vegetales si son bien tolerados, y yogures, especialmente si contienen lactobacilos vivos. 
  • Se desaconsejan las bebidas azucaradas, porque pueden agudizar la diarrea, así como los alimentos flatulentos o grasos. 
  • Se desaconseja utilizar soluciones caseras (limonada) o refrescos comerciales para reponer las pérdidas. 
  • No deben administrarse medicamentos sin consultar con un profesional de la salud.


Consejos de salud: Náuseas y vómitos 

 

10.2 Estreñimiento habitual

El estreñimiento es un problema frecuente en niños, y de hecho es la causa más frecuente de dolor abdominal repetido en esta edad.

En recién nacidos es mucho más frecuente cuando toman leche artificial, lo que puede provocar también distensión abdominal, irritabilidad y llanto.

El tratamiento se basa en una regulación de los hábitos deposicionales y dietéticos: 

  • En el caso de lactantes alimentados con leche de fórmula, existen en el mercado leches adaptadas antiestreñimiento. 
  • Cuando el pequeño ya controla los esfínteres, hay que acostumbrarlo a ir al lavabo cada día, preferentemente después de las comidas, con tranquilidad, aunque no tenga muchas ganas. 
  • Se debe aumentar la ingesta de líquidos, fundamentalmente de agua. 
  • La alimentación debe ser normal y rica en residuos (fibra): 
    • Verdura al menos dos veces al día (hervida, al vapor, al horno o cruda). 
    • Fruta en cada comida, preferentemente bien lavada y con la piel, si es posible. 
    • No hay que abusar de los siguientes alimentos: pan, chocolate, manzana, plátano, pasta, patatas, pasteles y embutidos. 
    • Se debe consumir pan integral y productos elaborados con harina integral y centeno como complementos. 
    • Hay que comer al menos tres veces por semana legumbres cocinadas de forma sencilla y con piel. 
    • Se puede tomar salvado durante el día.

   
Consejos: Infancia / problemas digestivos

 

10.3 Las toxoinfecciones alimentarias (TIA)

Son enfermedades que se manifiestan con síntomas digestivos (vómitos y diarreas) y se producen cuando una persona consume un alimento contaminado por gérmenes (por ejemplo, salmonela). 

Contaminación de los alimentos

La contaminación puede tener su origen en el medio ambiente o en manipulaciones incorrectas en la preparación, la elaboración y la conservación de los alimentos. La causa más frecuente es el paso de los gérmenes de un alimento contaminado, generalmente crudo, a otro que ya está listo para el consumo, a través de las manos, los utensilios, las superficies de trabajo o la ropa (contaminación cruzada).

Prevención 

  • Hay que controlar el origen de los alimentos:
    • Se tienen que adquirir en establecimientos autorizados.
    • Es necesario seleccionar y controlar las materias primas. En caso de duda, hay que desecharlas.
    • Se deben transportar en buenas condiciones higiénicas y, si es necesario, refrigeración.
  • Hay que evitar insectos y parásitos:
    • Se tiene que prevenir la entrada de insectos u otros animales (mosquiteras, tapas de desagües).
    • Es necesario sacar diariamente la basura.
    • Hay que impedir la entrada en la cocina y la despensa a los animales domésticos.
  • Limpieza y desinfección:
    • Tras el uso y antes de manipular alimentos diferentes (crudos/cocidos), hay que limpiar los utensilios, las superficies y los equipos.
    • Es necesario utilizar agua caliente, detergente y desinfectante. Los detergentes eliminan la grasa y la suciedad, los desinfectantes destruyen los microbios.
  • Se debe utilizar agua apta para el consumo humano:
    • Si el suministro de agua no proviene de la red de abastecimiento público, se aconseja utilizar agua embotellada o un sistema de desinfección.
    • En caso de disponer de depósitos de agua, es necesario limpiarlos y desinfectarlos periódicamente, así como comprobar que estén bien tapados y protegidos de posibles fuentes de contaminación.
  • Es necesario extremar la higiene personal:
    • Hay que lavarse las manos con jabón y agua abundante antes de comer y después de estar en contacto con posibles fuentes de contaminación (lavabo, pañuelos, manipulación de basura, alimentos crudos, cambios de pañal…), así como antes de dar de comer al niño. Es aconsejable utilizar papel de cocina o toallas de un solo uso para secarse.
    • Hay que enseñar al niño a lavarse las manos antes de comer y después de ir al lavabo.


Preparación de los alimentos 

  • Hay que preparar la comida con la mínima antelación posible; si no es así, es necesario mantenerla correctamente refrigerada. Los triturados (purés de frutas, verduras o carne) son especialmente sensibles a la contaminación. 
  • Hay que lavar las frutas y verduras con agua a presión. Pueden desinfectarse sumergiéndolas en agua con 1-2 gotas de lejía. Después deben aclararse con abundante agua. 
  • Hay que prevenir la multiplicación de gérmenes manteniendo los alimentos por debajo de los 10 ºC o por encima de los 65 ºC. Se debe tener presente que las temperaturas de cocción eliminan los microbios (> 75 ºC), y la refrigeración y la congelación impiden que se multipliquen. Es aconsejable descongelar los productos en la nevera, evitando que los líquidos que desprendan contaminen otros alimentos. Una vez descongelado, el alimento tiene que elaborarse inmediatamente y no se debe volver a congelar. 
  • Se aconseja almacenar los alimentos en zonas específicas, procurando separar los alimentos preparados de los crudos. 
  • Hay que eliminar los embalajes, cartones y cajas, antes de introducir los alimentos en la zona de despensa.

 

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Última modificación: 23/02/21 11:49h

Comentarios

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Jefer114430x 15 de Marzo de 2021
Muy buena informacion
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