08 de Enero de 2024

5 consejos para acompañar a una persona con depresión

La depresión es un trastorno mental común que se caracteriza por un estado de ánimo bajo, la pérdida de intereses o de la capacidad para disfrutar de las cosas que antes producían placer, sentimientos de culpa, la carencia de autoestima, trastornos de la sueño o apetito, sensación de cansancio y falta de concentración. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), se estima que en todo el mundo el 5% de los adultos tienen depresión.

personaLa depresión puede ser aguda, aunque, en ocasiones, puede convertirse en crónica o presentarse de forma recurrente; en estos casos, el trastorno dificulta las actividades cotidianas, afecta al trabajo o la vida escolar, y disminuye la capacidad para afrontar la vida diaria.

Las personas que rodean a la persona afectada de depresión también sufren. La actitud de los familiares o amigos puede pasar por diferentes etapas: en la primera parte de la enfermedad, es decir, al inicio de los síntomas depresivos, la familia suele ofrecer apoyo y cariño a la persona con depresión y suele ayudarla en las tareas que ha dejado de realizar. Al cabo de unos meses, si la depresión no ha mejorado o ha empeorado, las cosas pueden empezar a cambiar: la familia puede estar cansada y el cariño puede convertirse en indiferencia. La familia no entiende por qué no se mejora y puede llegar a pensar que la persona con depresión no se esfuerza lo suficiente y no pone voluntad para curarse. En otra fase, si la enfermedad sigue y no se observan mejoras, se alternan episodios de afectividad con trato distante. Los sentimientos de la familia y de las personas cercanas cambian, ya que pueden sentirse utilizados y pensar que la persona con depresión es egoísta; a veces, sin embargo, se sienten culpables porque no tienen paciencia ni se muestran afectivos con la persona, y temen que no mejore nunca.

La forma de actuar con una persona con depresión es importante. Algunas recomendaciones que pueden ayudar a familia y amigos a gestionar la situación son:

  1. Entender el problema. Es fundamental entender qué ocurre. La apatía, el pesimismo y el mal humor que muestra la persona deprimida no son actitudes voluntarias.
  2. Eliminar enojos. A menudo los familiares y amigos de personas con depresión tienen ideas erróneas sobre la enfermedad y esto provoca enfados. Por ejemplo, que la persona afectada no se esfuerza lo suficiente, aunque esto es debido a la enfermedad. Por eso, cuantos más datos se tengan sobre lo que ocurre, más fácilmente se podrán controlar estos enfados.
  3. Premiar las pequeñas mejoras. Cada vez que la persona deprimida sonría, que tome la iniciativa para hacer algo o que colabore en alguna tarea de casa hay que reconocerle el esfuerzo y decírselo directamente.
  4. Retirar la atención en comportamientos depresivos. Durante los comportamientos depresivos —quejas o llantos—, se debe evitar prestar excesiva atención a la persona, mejor no hacer caso de las conductas depresivas ni intentar que la persona cambie de actitud ni que razone a través de grandes conversaciones, ya que puede provocarse un sentimiento de culpabilidad. En el momento en que cesen estas conductas hay que premiar el esfuerzo.
  5. Proponer actividades. Deben sugerirse actividades cotidianas o actividades que antes producían satisfacción, que sean fáciles de llevar a cabo y por las que no sean necesarias muchas personas, como ir a pasear. Mejor no proponer actividades complejas, por si la persona con depresión no está preparada, ya que pueden provocar frustración e impotencia. Un buen momento para invitar a realizar una actividad es cuando el estado de ánimo empieza a bajar, para cortar la secuencia de pensamientos negativos que llevan a la persona a la desesperación. Pero no debe interrumpirse una actividad que para ella sea placentera. Las actividades deben recomendarse de manera tranquila y empática, es decir, teniendo en cuenta la situación en la que se encuentra la persona; si de entrada no se acepta la propuesta, se puede insistir un par de veces de forma distendida, pero sin forzar. Cuando se realice la actividad, debe evitarse la sobreprotección y cuestionar sobre el hecho de no haber realizado la actividad con anterioridad.

 

Si quieres más información, consulta a tu enfermera.

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