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Consejos de la enfermera

Respirar
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Generalmente la persona no es consciente de que en la respiración se oculta una increíble fuerza vital que, además de mantenernos vivos, puede ayudar a revitalizar el cuerpo, avanzar más rápido, crecer con más facilidad o aumentar el bienestar. Por lo tanto, mejorar la respiración puede ayudar a reducir el dolor y las complicaciones asociadas al mismo. Tres sencillos ejercicios pueden ayudar a conseguirlo:

 

  1. Respiración abdominal: situar las manos sobre el abdomen e intentar inflar la barriga durante la inspiración (como si fuera una pelota); deshincharla lentamente durante la espiración. 
  2. Respiración torácica: situar las manos sobre el tórax y comprobar que durante la inspiración la zona pulmonar se ensancha y sale hacia fuera, mientras que durante la espiración lenta vuelve a su posición original. 
  3. Respiración clavicular: posar las manos sobre las clavículas un poco por encima del pecho y observar como sube esa zona al inspirar y como baja al espirar.
 
 
Control del dolor con la respiración

 


Para mejorar la respiración: 

  • Una vez se dominen los tres tipos de respiración, se puede realizar un ciclo completo de inspiración y espiración (abdominal-torácica-clavicular) siete veces antes de levantarse de la cama y siete veces en el momento de acostarse, lo más lento y profundo que sea posible, sin sentir sensación de ahogo ni forzarse. 
  • Utilizar técnicas de relajación, distracción o visualización: pueden ayudar a controlar la respiración tanto en el dolor crónico continuo como en las exacerbaciones o en el dolor que aparece de forma esporádica.
     
    tratamiento

    control de la situación de salud

    Consejos de salud: Terapias complementarias

 
Se recomienda tener en cuenta todos los consejos generales, que permitirán adoptar medidas saludables en relación con la actividad de la vida diaria de: 

Respirar

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Comer y beber
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El apetito puede verse afectado por múltiples factores (aparte de los efectos devastadores del dolor crónico no aliviado sobre el aparato digestivo): el tratamiento de la enfermedad o el trastorno subyacente -incluyendo la quimioterapia y la radioterapia-, náuseas, sequedad bucal, mal sabor de boca o alteraciones del gusto.

 

Para la pérdida del hambre es aconsejable:

  • Ingerir durante el desayuno 1/3 de las calorías necesarias para todo el día. 
  • Comer alimentos nutritivos en pequeñas cantidades cinco veces al día; masticar bien los alimentos antes de tragarlos. 
  • Procurar que la comida sea siempre agradable teniendo en cuenta: 
    • La presentación: poner la comida en platos grandes, que hacen parecer las raciones más pequeñas, evitar grandes cantidades, procurar que la apariencia de la comida sea atractiva. 
    • Los olores: olores fuertes de alimentos (como la de la coliflor o las gambas), perfumes o humos, pueden hacer perder todavía más el hambre. Hay algunos trucos para reducir los olores de los alimentos: cocinar siempre que sea posible en la parrilla al aire libre, conectar el extractor de humos, servir alimentos fríos en lugar de calientes, o dejar unos minutos los alimentos destapados para liberar los olores. 
    • El entorno ha de ser tranquilo, relajado y preferiblemente en compañía agradable. 
  • Complementar la dieta con preparados para tener una alimentación más nutritiva: hay suplementos comercializados con forma de batidos, yogures que aportan calorías, proteínas, etc. El equipo de salud puede informar sobre ello. 
  • Tener en cuenta las pautas que el equipo de salud pueda haber dado para aumentar la sensación de hambre ya que hay algunos medicamentos o infusiones que pueden ayudar.


Para las náuseas es aconsejable:

  • Comer en una habitación libre de olores, con una temperatura agradable y bien ventilada. 
  • Comer varias veces al día cantidades pequeñas de alimentos blandos, de textura suave y de fácil digestión. Evitar alimentos picantes, grasos y con olores fuertes. 
  • Comer alimentos secos como galletas, colines o barritas de pan o tostadas, y tomar líquidos lentamente. 
  • Sentarse o reclinarse (no acostarse) durante una hora después de comer. 
  • Enjuagar la boca antes y después de comer.

Consejos de salud nauseas y vómitos: comer y beber


Para la sequedad bucal es aconsejable: 

  • A menos que haya una contraindicación médica, tomar abundantes líquidos a lo largo del día (entre 8 y 10 vasos); tener siempre a mano una botella de agua para tomar pequeños sorbos; dejar deshacer trocitos de hielo en la boca, beber néctar de fruta en lugar de jugos y sorber los líquidos con una caña.
  • Tomar postres congelados, como uvas congeladas o bebidas heladas con sabores distintos. 
  • Realizar la higiene bucal por lo menos cuatro veces al día (después de cada comida y antes de acostarse): con un cepillo de cerdas suaves, con colutorios sin alcohol o con infusiones de limón. 
  • Comer alimentos con salsas hechas con el jugo de la carne asada, mantequilla o margarina, si no está contraindicado. 
  • Evitar líquidos y alimentos con alto contenido en azúcar.
  • Aplicar con frecuencia humectante en los labios (protector labial).
  • Por las noches poner en el dormitorio un humidificador ambiental de vapor frío (los de vapor caliente no proporcionan suficiente humedad para tratar la sequedad bucal).
  • Usar sustitutos salivales disponibles en el mercado (soluciones que imitan a la saliva).
  • Usar estimulantes salivales: 
    • Estímulos masticatorios, principalmente goma de mascar edulcorada no cariogénica (que no favorece la aparición de caries dental); evitar alimentos secos y fibrosos que puedan quedarse adheridos al paladar, como los frutos secos. 
    • Estímulos gustativos: el ácido cítrico es un potente estimulador de la secreción salival, por eso las bebidas o caramelos ácidos y las limonadas ayudan a aumentar el flujo salival. 
    • Evitar el café y el alcohol porque reducen el flujo de saliva, especialmente si se consumen en exceso.

 
Para el mal sabor de boca o las alteraciones del gusto es aconsejable: 

  • Enjuagarse la boca con agua antes y después de las comidas. 
  • Comer cantidades pequeñas varias veces por día, cuando se tenga apetito, en vez de hacerlo a horarios establecidos. 
  • Agregar especias y salsas a los alimentos. 
  • Comer la carne con algo dulce, como salsa de arándanos, jalea o puré de manzana y reemplazar la carne roja por carne de ave, pescado, huevos y queso. 
  • Utilizar recetas sin carne y con alto contenido de proteínas; probar la cocina vegetariana o china. 
  • Probar frutas cítricas (naranja, mandarina, limón, pomelo), a menos que haya llagas en la boca. 
  • Si los alimentos tienen sabor metálico, usar utensilios de plástico. 
  • Si es posible, que otra persona prepare las comidas.
  • Comer en un entorno agradable y distendido. 
  • Emplear caramelos de limón sin azúcar, gomas de mascar o pastillas de menta sin azúcar cuando se note un gusto metálico o amargo en la boca.

 
Para el aumento del apetito es aconsejable: 

  • Procurar no recurrir a la comida ante angustias o por aburrimiento de sufrir dolor diariamente: evitar usar la comida como consuelo. 
  • Comer pequeñas cantidades de alimento cinco o seis veces al día a horas fijas, despacio, masticando y ensalivando bien los alimentos, y evitar picar entre horas. 
  • Beber agua e infusiones sin azúcar o con edulcorantes sin calorías. 
  • Servir poca cantidad en platos pequeños (hace que las porciones parezcan mayores).

 
Se recomienda tener en cuenta todos los consejos generales, que permitirán adoptar medidas saludables en relación con la actividad de la vida diaria de: 

Comer y beber

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Moverse y mantener una postura corporal correcta
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El dolor puede provocar una alteración en la movilidad de la persona, y eso produce una disminución de la actividad que puede llegar hasta el punto de necesitar ayuda para llevar a cabo algunas o todas las actividades de la vida diaria.

 

La persona que tiene dolor, excepto si el médico lo contraindica expresamente, debe hacer diariamente un cierto grado de ejercicio para mantener o recuperar al máximo su movilidad y evitar contracturas, y pérdida de fuerza y de masa muscular. El objetivo es empezar a hacer ejercicio gradualmente y seguir haciéndolo de forma habitual para poder obtener alivio del dolor y mejorar no sólo la movilidad sino también el descanso y el sueño.

 

Para mejorar la movilidad es aconsejable:

  • Escoger o evitar una actividad física en función de la causa y el tipo de dolor, según las pautas que haya dado el equipo de salud, por ejemplo, no llevar peso o no agacharse. 
  • Empezar con ejercicios de estiramiento y actividades suaves de bajo impacto tales como caminar o montar en bicicleta. 
  • Comenzar el programa de ejercicio lentamente ya que al inicio puede hacer que el dolor empeore. Aunque es normal sentir alguna molestia, el dolor agudo puede ser una señal que el ejercicio es excesivo. 
  • Algunos buenos ejercicios son estos: 
    • Caminar, inicialmente despacio y durante el tiempo que la persona aguante sin fatigarse en exceso. Añadir cuatro o cinco minutos diarios hasta llegar a los sesenta minutos al día. Caminar por lo menos una hora, tres o cuatro veces por semana. A medida que aumenta el tiempo, si la persona ve que tiene dificultad para hacer el ejercicio, se recomienda andar el tiempo que pueda cómodamente y mantenerse en ese tiempo durante varios días. Luego intentar de nuevo aumentarlo progresivamente hasta llegar a los sesenta minutos. Esta estrategia de hacer ejercicio el tiempo que resulta aceptable, permanecer unos días y tratar luego de aumentarlo hasta lograr una hora, puede hacerse tantas veces como sea preciso. 
    • Caminar y trotar despacio: cuando la persona pueda caminar cómodamente durante una hora tres o cuatro veces por semana, puede alternarlo con trotar despacio: andar dos manzanas de casas (unos 200 m), trotar despacio una manzana de casas (unos 100 m), y repetirlo varias veces mientras el dolor no aumente. Cuando la persona se sienta cómoda con este ejercicio puede hacerlo durante períodos de tiempo más largos. 
    • Montar en bicicleta: las bicicletas estáticas o fijas ofrecen el beneficio de poder hacer ejercicio en un entorno cerrado (la casa, el gimnasio) y evitar las inclemencias del tiempo así como reducir el riesgo de sufrir caídas o accidentes. Es conveniente marcarse una meta bien sea en kilómetros o en tiempo.  

      Consejos de salud: Actividad física ante los problemas de salud

   

Para mejorar las actividades de la vida diaria es aconsejable: 

  • Planificar la actividad física aprovechando los momentos de máximo efecto de la terapia analgésica. 
  • Si es necesario, utilizar las diferentes ayudas mecánicas que pueden facilitar las actividades físicas del día a día: 
    • Lavarse: adaptar la zona de baño con barandillas, literas o sillas de baño, o diferentes enseres para la higiene. 
    • Desplazarse: el uso de caminadores, bastones y sillas de ruedas puede facilitar la ambulación.

 
Se recomienda tener en cuenta todos los consejos generales, que permitirán adoptar medidas saludables en relación con la actividad de la vida diaria de: 

Moverse y mantener una postura corporal correcta

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Reposar y dormir
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El dolor puede ocasionar alteraciones del descanso y del patrón del sueño tanto por defecto (insomnio) como por exceso (somnolencia).

 

Para el insomnio es recomendable seguir estos consejos: 

  • Antes de ir a dormir: 
    • Hacer alguna actividad relajante como escuchar música suave, leer una novela, darse un baño caliente con un poco de aceite de lavanda o hacer algunos ejercicios de relajación. 
    • Procurar evitar actividades agitadas, substancias estimulantes (con cafeína, nicotina, alcohol), así como ver películas o leer libros que provoquen miedo o tensión; también deben evitarse comidas copiosas al menos tres horas antes de ir a dormir. 
    • Tener un entorno tranquilo y confortable con una cama y una almohada adecuadas, mantener una temperatura adecuada en la habitación, evitar las temperaturas extremas y las corrientes de aire. 
    • Tomar leche o infusiones relajantes calientes. 
  • Respetar el ciclo normal del sueño en la medida que sea posible y establecer un patrón regular, es decir, acostarse cada noche y levantarse cada mañana a la misma hora; si es necesario, planificar siestas cortas durante el día. 
  • Consultar con el equipo de salud la posibilidad de tomar medicación para dormir. 
  • Adaptar el horario de la medicación previa consulta con el equipo de salud: en ocasiones, y dependiendo del tipo de medicamento, no es preciso ser estricto en los horarios de la medicación y se puede planificar de manera que se respete el sueño de la persona. 
  • Respetar la pauta de analgesia por la noche: en dolores mal controlados, es decir, cuando la persona se despierta por la noche por dolor o por la mañana con el dolor descontrolado, es necesario despertarla por la noche para tomar una nueva dosis de analgésico según el horario pautado y antes de que lo haga el dolor. 


Para la somnolencia se recomienda: 

  • Procurar no dormir durante el día: evitar las siestas y siempre que sea posible, hacer algo o mantener una rutina para estar despierto. 
  • Hacer actividades para distraerse: escuchar música, leer o escuchar la radio puede ser útil pero es preferible, siempre que se pueda, realizar un cierto grado de actividad física, aunque sea muy ligera, como pasear.


Se recomienda tener en cuenta todos los consejos generales, que permitirán adoptar medidas saludables en relación con la actividad de la vida diaria de: 

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El dolor no aliviado puede provocar alteraciones en la eliminación urinaria e intestinal, concretamente el estreñimiento puede ser un efecto secundario de algunos tipos de analgésicos, especialmente de los opiáceos. Ayudas como váteres adaptados, orinales, botellas o la silla orinal (“Don Pedro”), permiten superar las barreras arquitectónicas que suele haber en el mismo domicilio.

 

Para mejorar la eliminación urinaria es aconsejable:

  • Si no hay contraindicaciones, mantener una ingesta diaria mínima de 2000 ml/día, preferentemente de agua. 
  • No tomar café, té, agua tónica, bebidas alcohólicas y refrescos con cola. 
  • Para prevenir las infecciones urinarias: acidificar la orina tomando alimentos con residuos ácidos, ducharse en vez de bañarse, orinar antes y después del coito y evitar la posible contaminación anal y vaginal.


Para mejorar la eliminación fecal es aconsejable: 

  • Hacer una dieta rica en fibra aumentando la toma de alimentos como verduras (sobre todo crudas), frutas, cereales o hortalizas y con la ingesta de líquidos, especialmente de agua.
     
    Consejos de salud: Alimentación saludable - nutrientes
  • Limitar la toma de alimentos astringentes (arroz, manzanas, granadas, productos elaborados con harinas refinadas). 
  • Si tolera el salvado, iniciar su toma con moderación y aumentar gradualmente la cantidad. 
  • Incluir en el desayuno fruta rica en fibra como kivis, piña natural o ciruelas pasas. 
  • Hacer regularmente actividad física para favorecer el movimiento de los intestinos: caminar, pasear y, si es posible, hacer deporte. 
  • Si la persona está en reposo en la cama, hacer ejercicios activos de contracción de la musculatura abdominal. 
  • Establecer o mantener un patrón de evacuación: sentarse en el váter siempre a la misma hora, preferiblemente aprovechando el reflejo gastrocólico (aproximadamente treinta minutos después de la ingesta de alimentos) y dedicarle un tiempo entre quince y veinte minutos, aunque inicialmente no se produzca la expulsión de heces. 
  • Al sentarse en la taza del váter, procurar que las caderas y rodillas queden flexionadas (apoyar los pies en un taburete bajo) para adoptar una posición cercana a la de semicuclillas. 
  • Si, debido a la consistencia dura de las heces, hay dolor anal, usar lubrificantes, compresas frías o baños de asiento con agua fría. 
  • En caso de estreñimiento severo consultar con el equipo médico la posibilidad de utilizar: 
    • medidas rectales, como enemas (lavativas) comerciales o supositorios 
    • laxantes, sobre todo al inicio del tratamiento con opiáceos

 
Se recomienda tener en cuenta todos los consejos generales, que permitirán adoptar medidas saludables en relación con la actividad de la vida diaria de: 

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Evitar peligros y prevenir riesgos
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El dolor produce inseguridad tanto en la persona como en la familia por el propio sufrimiento que genera, por los efectos de la respuesta de estrés sostenida si no se alivia y, en muchas ocasiones, cuando no se consigue un buen control del mismo, por la incertidumbre y el desconcierto de no saber a quién dirigirse en busca de ayuda.

 
Para reducir el sufrimiento es recomendable: 

  •  No "aguantar" el dolor. Soportar el dolor no comporta ningún beneficio y, por lo contrario, si no se alivia provoca una respuesta de estrés que, cuando es sostenida en el tiempo, puede causar numerosos efectos lesivos en prácticamente todos los aparatos y sistemas corporales
  • Respetar la dosis de analgesia prescrita y las indicaciones del equipo de salud: cada dolor es único y el tratamiento ha de ser personalizado. 
  • Participar en la medida de lo posible en la toma de decisiones sobre el propio tratamiento para mantener la autoestima. 
  • Tener en cuenta las precauciones y los cuidados tanto por lo que respecta al fármaco como a las diferentes vías de administración de la analgesia y los tratamientos.
  • Pedir toda la información relacionada con el dolor: en qué momento se encuentra, qué puede pasar en un futuro o cualquier duda sobre la medicación, los efectos secundarios, etc. 
  • Pedir información sobre los recursos que tiene al alcance: el equipo de salud o el asistente social le pueden proporcionar teléfonos de contacto, donde dirigirse a cada momento, los diferentes centros que hay a su disposición, las asociaciones, etc.

  
En el caso que como efecto secundario de los analgésicos opiáceos haya confusión o somnolencia es recomendable

  • Mantener un ambiente tranquilo y evitar estímulos extremos (ruidos, muchas visitas, conversaciones diferentes) para no alterar a la persona. 
  • Resituar y ubicar en todo momento a la persona: recordándola, si es preciso, dónde está, que día y hora es y quienes son las personas que la rodean.  
  • No utilizar las sujeciones físicas o soportes a menos que sea absolutamente necesario y siempre durante el mínimo tiempo posible. Ligar o sujetar a la persona cuando está muy confusa a menudo aumenta todavía más la agitación y los temores. Si se trata de una situación de confusión leve conviene preparar el entorno para evitar lesiones, como poner barandillas en la cama o cerrar puertas para evitar fugas. 
  • Procurar compañía y supervisión continua mientras haya un estado de confusión o somnolencia: no dejar a la persona sola para evitar caídas, toma incontrolada de medicamentos o autolesiones. 
  • Mantener un entorno seguro para evitar caídas y traumatismos: no cambiar los muebles de lugar, evitar las alfombras o fijarlas, quitar los muebles que dificulten o impidan el paso, etc. 
  • Disponer de los teléfonos de contactos del equipo de salud para hacer consultas e informar de los cambios. 
  • Controlar el nivel de consciencia, y consultar con el equipo de salud cualquier comportamiento diferente al habitual o el hecho que se duerma excesivamente. 
  • Consultar con el equipo de salud la posibilidad de tratamiento para la confusión.

  
Para los trastornos psicológicos como la depresión y la ansiedad es aconsejable: 

  • Dirigirse a los profesionales que puedan ayudar a entender por qué se cambia el carácter, y a afrontar los momentos de ansiedad y depresión. Psicólogos, grupos de ayuda o asociaciones pueden ser de gran ayuda para intentar llevar mejor todo lo que supone sufrir un dolor, sobre todo crónico o oncológico. 
  • Consultar la posibilidad de tomar medicación para la ansiedad y depresión.

  
En cuanto a la familia o la persona cuidadora es aconsejable: 

  • Participar en la estrategia terapéutica junto con la persona afectada y el equipo de salud. 
  • Dirigirse a otros profesionales o asociaciones: convivir con personas con dolor no es fácil, y psicólogos, trabajadores sociales o grupos de ayuda mutua pueden ser de gran utilidad. 
  • Prestar atención a la satisfacción de las propias necesidades, no sólo en lo que respecta a la alimentación, la higiene, etc., sino que es especialmente importante dedicar regularmente un tiempo al descanso y a la distracción.

    control de la situación de salud
     

Se recomienda tener en cuenta todos los consejos generales, que permitirán adoptar medidas saludables en relación con la actividad de la vida diaria de: 

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Comunicarse e interactuar socialmente
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El dolor es capaz de provocar una gran introversión y dejar a las personas solas con sus preguntas y sus miedos; como muchos otros síntomas puede hacer que se deje de tener la vida social que se tenía hasta entonces y que se salga poco de casa o no se quieran visitas. Por otra parte, hay que tener presente que el cuidado de una persona con dolor crónico puede llegar a ser agotador y no es infrecuente que la familia o cuidador experimenten sentimientos de frustación ante la dificultad para controlarlo.

 

Por ello se aconseja:

  • Pedir ayuda a otros miembros de la familia o a los amigos para compartir con ellos la sobrecarga física y emocional que comporta sufrir dolor o cuidar a una persona que lo sufre. 
  • Comentar con la familia y los amigos los sentimientos que el dolor y los restantes síntomas físicos acompañantes conllevan, ayudar a la persona a afrontar las situaciones difíciles y a quienes la rodean a comprender su conducta verbal y no verbal. 
  • Procurar identificar los momentos de menos intensidad del dolor y aprovechar para relacionarse y hablar de aquello que preocupa a la persona.


Respecto a la familia o a la persona cuidadora es aconsejable que al relacionarse con la persona que sufre: 

  • Establezca de forma clara e inequívoca que cree en la existencia del dolor tal como la persona lo describe. 
  • Permita la expresión del dolor y de los sentimientos que este despierta, sobre todo cuando es difícil su controlarlo y aparecen las reacciones de depresión y fatiga. 
  • Preste atención tanto a la comunicación verbal como a la no verbal (tono de voz, gestos faciales, postura corporal) ya que en muchas ocasiones es esta última la que puede dar una idea más exacta de la situación física y psicológica de la persona con dolor. 

 
Se recomienda tener en cuenta todos los consejos generales, que permitirán adoptar medidas saludables en relación con la actividad de la vida diaria de: 

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Trabajar y divertirse
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El dolor crónico/oncológico puede ser de difícil control y de meses o años de duración. Puede ser que se deje de trabajar, de ir a la escuela y que no se puedan llevar a cabo las actividades de ocio.

 

Por ello, es recomendable: 

  • Procurar buscar momentos de descanso y ocio: siempre que sea posible dedicarse un rato a hacer actividades que procuren placer y que permitan desconectar temporalmente de la situación. 
  • Siempre que se pueda, intentar participar en actividades de grupo, ya que las actividades individuales refuerzan el aislamiento, reducen la sensación de bienestar psicológico y empeoran la percepción de la propia salud mental. 
  • Mantener la actividad laboral tanto como sea posible y evitar que el dolor se convierta en el centro de las actividades de la vida diaria. 
  • Si no se puede desarrollar la actividad laboral habitual, intentar una reducción o adaptación del horario de trabajo o el traslado a un puesto de trabajo más acorde con las capacidades físicas actuales.


Se recomienda
tener en cuenta todos los consejos generales, que permitirán adoptar medidas saludables en relación con la actividad de la vida diaria de: 

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Tópicos y conductas erróneas
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La autoridad sobre el dolor la tiene la persona que lo sufre. La persona que siente el dolor es la única autoridad sobre la existencia y la naturaleza del mismo ya que solo ella puede sentirlo. El equipo de cuidados es el experto en dolor, pero la persona es quien conoce mejor su propio dolor.  

 

Es muy poco frecuente mentir y simular sobre la existencia del dolor. Muy pocas personas que dicen sentir dolor mienten al respecto. La invención descarada del dolor, aunque existe, es muy poco probable. 

 

Cuando una persona informa que su dolor ha disminuido o ha desaparecido tras la administración de un placebo, no significa que no tenga dolor. Un placebo es cualquier tratamiento o cuidado que produce un efecto debido a su intención implícita o explícita y no a causa de su naturaleza específica o de las propiedades terapéuticas. No hay evidencias en la literatura médica que justifiquen el uso de un placebo para determinar la presencia o ausencia de un dolor o su naturaleza. De hecho, su uso despierta muchas dudas éticas. La única respuesta cierta ante una persona que reacciona positivamente ante la administración de un placebo es que desea muy intensamente el alivio del dolor y confía que algo o alguien le ayude a conseguirlo. 

 

La persona que usa su dolor para obtener ventajas no es un simulador y es muy posible que le duela tanto como dice. El hecho que alguien obtenga beneficios o un trato preferente debido a su dolor no significa que éste no exista. Además, la percepción que obtiene beneficios es totalmente subjetiva, ya que lo que para una persona es un beneficio puede no serlo para otra. 
 

El dolor no siempre se acompaña de signos físicos (fisiológicos o conductuales) que permiten verificar su existencia e intensidad. Incluso cuando el dolor es intenso hay períodos de adaptación fisiológica y conductual, lo que comporta períodos con signos mínimos de dolor e incluso ausencia total de éstos. La falta de expresión dolorosa no indica necesariamente ausencia de dolor. 

 

El dolor no es un problema psicológico: la angustia y la depresión no son la causa sino la consecuencia del dolor. Una reacción emocional ante el dolor no significa que el dolor esté causado por un problema emocional. El dolor casi siempre se acompaña de un grado variable de ansiedad o depresión; de hecho, experimentar dolor sin ninguna respuesta emocional sería anormal. 

- Ver: repercusiones personales, familiares y socials

 

No todo dolor tiene una causa física identificable. Todo dolor es real, independientemente de su causa; el hecho de que no se encuentre una causa física que lo justifique no quiere decir que ésta no exista ni que el dolor sea imaginario.  

 

La percepción y la tolerancia al dolor es diferente para cada persona. Estímulos físicos comparables no producen la misma intensidad de dolor, sino que en personas distintas provocan dolor de intensidad y de duración diferente. No hay una relación directa e invariable entre el estímulo y la percepción del dolor.

 

El hecho de tener dolor recurrente o durante un tiempo prolongado no mejora la tolerancia al mismo. La tolerancia al dolor es una respuesta única e individual que varía de una persona a otra y en la misma persona de una situación a otra. En contra de la idea general, las personas con dolor prolongado o recurrente tienden a tener cada vez una menor tolerancia al dolor.

 

En el caso de los ancianos:

El dolor no es una consecuencia normal del proceso de envejecimiento. El dolor no es una parte inevitable del proceso de envejecimiento y su presencia requiere una valoración, un diagnóstico y un tratamiento como en cualquier otro grupo de edad. 

La percepción o sensibilidad dolorosa no disminuye con la edad. Los resultados de estudios experimentales sobre la percepción del dolor en los ancianos no presentan diferencias concluyentes relacionadas con la edad. 

Si la persona anciana está deprimida, especialmente si su dolor es de origen desconocido, el dolor no es un síntoma de la depresión y no desaparecerá si ésta se trata. Algunos tipos de dolor, especialmente el crónico, pueden causar depresión. También puede ser que haya depresión antes del inicio del dolor, pero no es probable que ésta lo cause. No obstante, la preexistencia de una depresión si afecta la capacidad de la persona para afrontar el dolor.

 

En el caso de los niños:

Los niños pequeños, incluyendo los neonatos, pueden sentir dolor. Hay más evidencias que los neonatos (incluso los prematuros) pueden sentir dolor, que pruebas de que no lo sientan. Aunque no se sabe si los niños experimentan más, menos o el mismo dolor que los adultos, dista mucho de estar probado que no lo sienten o que su percepción es menor que en los adultos.

 

Un niño que se comunica bien verbalmente puede negar que siente dolor aunque este exista. El miedo a los “pinchazos” o al tratamiento puede hacer que el niño niegue que siente dolor; asimismo, algunos niños con dolor prolongado o progresivamente creciente no son capaces de identificar como dolor lo que les sucede.

 

Si el niño juega, duerme o se distrae no significa que no tenga dolor. Los niños tienen un talento especial para el uso de la distracción y la actividad física para tratar el dolor y pueden dormir o pretender que lo hacen como método para controlar el dolor.

 

En caso de tratamiento con opiáceos (morfina y derivados):

Es altamente improbable que el tratamiento del dolor con opiáceos cree adicción. La ocurrencia de adicción como consecuencia del tratamiento analgésico es muy rara. Lo que sucede es que con frecuencia se confunden los términos de adicción, dependencia, tolerancia y abstinencia. Según la Organización Mundial de la Salud (OMS)

  • Adicción. Es el consumo repetido de una o varias sustancias psicoactivas, hasta el punto de que el consumidor (denominado adicto) se intoxica periódicamente o de forma continua, muestra un deseo compulsivo de consumir la sustancia (o las sustancias) preferida, tiene una enorme dificultad para interrumpir voluntariamente o modificar el consumo de la sustancia y se muestra decidido a obtener sustancias psicoactivas por cualquier medio.
     
    Por lo general, hay una tolerancia acusada y un síndrome de abstinencia que ocurre frecuentemente cuando se interrumpe el consumo. La vida del adicto está dominada por el consumo de la sustancia, hasta llegar a excluir prácticamente todas las demás actividades y responsabilidades. El término adicción conlleva también el sentido de que el consumo de la sustancia tiene un efecto perjudicial para la sociedad y para la persona (…). La adicción no figura entre los términos diagnósticos de la Clasificación Internacional de Enfermedades (CIE-10), pero sigue siendo un término ampliamente utilizado tanto por los profesionales como por el público general.

    Por tanto, se trata de un comportamiento voluntario que implica buscar activa y compulsivamente esta sustancia o sustancias. 
  • Tolerancia. Disminución en la respuesta a la dosis de una droga que se produce a consecuencia de su uso continuado. Se requieren dosis cada vez mayores para conseguir el efecto que antes se lograba con dosis menores.

    Es un comportamiento involuntario basado en cambios fisiológicos y aunque la tolerancia acompaña a la adicción y es un criterio necesario para su diagnóstico, su sola presencia no indica que haya adicción. En los casos de personas con dolor que desarrollan tolerancia a un analgésico opiáceo, habitualmente se soluciona con facilidad aumentando la dosis o cambiando de fármaco.  
  • Dependencia. Implica la necesidad de dosis repetidas de una sustancia psicoactiva para sentirse bien o evitar encontrarse mal. Es un comportamiento involuntario basado en cambios fisiológicos. 
  • Síndrome de abstinencia. Conjunto de síntomas que se agrupan de distintas formas y con un grado de severidad variable, que ocurren al cesar o reducir el uso de una sustancia que se ha tomado repetidamente, generalmente durante un período de tiempo prolongado, a dosis altas, o ambas cosas. Este síndrome puede acompañarse de indicios de trastornos fisiológicos. El síndrome de abstinencia es uno de los indicadores del síndrome de dependencia.

    Aunque el síndrome de abstinencia acompaña a la adicción y es un criterio necesario para su diagnóstico, su sola presencia no indica que haya adicción. En el caso de las personas con dolor que toman analgésicos opiáceos, normalmente no aparece síndrome de abstinencia al suspenderlos ya que la dosis de los mismos se reduce gradualmente a medida que disminuye el dolor. 

 
No hay un límite (techo) para la analgesia que pueden producir los analgésicos opiáceos mayores
. La dosis y el efecto analgésico de los opiáceos mayores no tiene límite y todos los dolores responden a su administración, aunque algunos tipos de dolor responden mejor que otros. 

 

El tratamiento con analgésicos opiáceos no debería dejarse para “cuando el dolor sea realmente insoportable”. La idea de que si se administra antes el tratamiento no será efectivo cuando el dolor sea realmente insoportable es totalmente errónea. Es normal que aparezca tolerancia (disminución a la respuesta a una dosis determinada) tras un tiempo de usar opiáceos, pero la tolerancia normalmente es tratable aumentando la dosis, ya que no hay techo para la analgesia que los opiáceos mayores pueden proporcionar. 

 

No es frecuente que aparezca depresión respiratoria durante el tratamiento con analgésicos opiáceos si la persona no manifiesta signos de sedación. La aparición de depresión respiratoria en personas que reciben analgésicos opiáceos es improbable si no hay signos de sedación ya que la dosis para inducir una depresión respiratoria es superior a la requerida para la sedación. Es importante ajustar la dosis a las necesidades de la persona, y reducir la cantidad administrada si se detectan inicios de sedación. Es importante recordar que junto con la tolerancia al fármaco se desarrolla también tolerancia a la depresión respiratoria. 

 

Tomar analgésicos opíáceos para el control del dolor no significa que sea el último recurso o que se esté muy enfermo. Los analgésicos opiáceos son fármacos muy eficaces ante diferentes tipos de dolor y permite una mejor calidad de vida. 

 

El uso de analgésicos opiáceos para el control del dolor no perjudica la salud. Contrariamente a lo que se cree, el uso de analgésicos opiáceos tiene más beneficios que perjuicios. No aceleran ninguna enfermedad y no provocan somnolencia si se toman las dosis adecuadas a cada situación. 
 
Tomar analgésicos opiáceos para el control del dolor no cambia la manera de ser. Se suele pensar también que la persona estará más eufórica, que no tendrá control en ciertas situaciones o que se excitará a causa de los opiáceos, pero no es cierto. Administrados de manera correcta, sólo actúan sobre el dolor.

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Última modificación: 08/10/19 08:09h

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Sonia 26 de Mayo de 2021
Excelente pagina... excelente material. Gracias por compartirlo con el resto de profesionales de la salud!
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