Autor/a
Gemma Via Clavero
Enfermera
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Información general

Descripción
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La función principal del corazón es bombear la sangre al resto de los órganos del cuerpo para proporcionarles el oxígeno y los nutrientes necesarios para llevar a cabo sus funciones. Tanto en condiciones de reposo como en condiciones de actividad intensa, en que se necesita que bombee más sangre para adaptarse a un incremento de las demandas, el corazón ha de responder sin dificultades. La insuficiencia cardíaca (IC) es una situación en que, al corazón, le cuesta bombear la sangre que recibe a un ritmo adecuado y, en consecuencia, es incapaz de satisfacer totalmente las necesidades de oxígeno y nutrientes de los tejidos del organismo. Inicialmente, esto pasa cuando debe afrontar situaciones que le comportan una sobrecarga de trabajo (actividad física, subir escaleras, infecciones) y, posteriormente, también en reposo.

 

Cuando el cuerpo detecta que el corazón no bombea la cantidad de sangre suficiente de acuerdo con sus necesidades, libera un conjunto de sustancias (hormonas, mediadores químicos) para compensar esta incapacidad.

Conjuntamente, se ponen en marcha mecanismos de compensación como: 

  • Aumentar el número de latidos por minuto (el corazón late más rápido). 
  • Estrechar el diámetro de las arterias para redistribuir la sangre hacia los órganos importantes. 
  • Estrechar el diámetro de las venas para incrementar el retorno de la sangre hacia el corazón. 
  • Retener líquido por parte de los riñones. 
  • Estirar más las fibras musculares del miocardio. 
  • Incrementar el número de células musculares cardíacas para que el corazón pueda latir con más fuerza.

 
Sin duda, estos mecanismos de compensación tienen limitaciones y llega un momento en que ya no consiguen mejorar el trabajo total que debe ejercer el corazón. Todo ello da lugar a la aparición progresiva de unos determinados signos y síntomas característicos de la IC.

Mecanismos de compensación

La Sociedad Europea de Cardiología define la insuficiencia cardíaca como un síndrome, es decir, un conjunto de signos y síntomas, por un lado, derivados de la congestión y la retención de líquidos y, por otro, derivados de la llegada insuficiente de sangre y nutrientes a los órganos y tejidos, acompañados de una alteración estructural o funcional del corazón en situación de reposo.

En síntesis, la insuficiencia cardíaca es el conjunto de manifestaciones que se desarrollan frente a un escenario en que el corazón es incapaz, en mayor o menor medida, de ejecutar su trabajo de manera proporcional a las necesidades del organismo.

 

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Historia
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La historia de la IC forma parte de la historia de la cardiología, de los conocimientos relacionados con la anatomía, la fisiología y las funciones del corazón, las diferentes patologías y tratamientos y, finalmente, los métodos complementarios de diagnóstico que han permitido conocer el funcionamiento del corazón y ayudar al diagnóstico precoz de los trastornos cardíacos.

 

Ya los egipcios describieron un tipo de enfermedad que se caracterizaba por la “producción de líquido donde el corazón flota, se hunde y se desplaza”, referencia que recuerda al diagnóstico de la IC. En la antigua Grecia, la filosofía y el pensamiento influyen en la interpretación que se hace sobre la estructura y las funciones del corazón como órgano central del cuerpo y del alma, y como centro calentador de la sangre. El médico griego que más aportó a la historia de la cardiología fue Galeno de Pérgamo (130 d.C.), con la descripción de las diferencias estructurales entre arterias y venas, la demostración de que por las arterias circulaba sangre y no aire (pneuma), como hasta al momento se afirmaba, y una descripción inicial de las válvulas del corazón. No obstante, Galeno mantenía la tesis de que el tabique entre los ventrículos era poroso y que la sangre circulaba libremente entre las cavidades cardíacas. No fue hasta el siglo XVI cuando se empezó a estudiar de manera más concreta la función cardíaca y el sistema circulatorio, con figuras como Andreas Vesalio, anatomista flamenco del siglo XVI, y Marcello Malpighi, anatomista y biólogo italiano del siglo XVII. A mediados del siglo XVI, en el año 1553, el teólogo y científico español Miguel Servet plantea por primera vez la existencia de una circulación menor y se establece una primera teoría sobre la circulación mayor por parte del médico, filósofo y botánico italiano Andrea Cesalpino.

Gracias a la aportación de estos y de otros científicos, se aclara la división del corazón en cavidades derechas e izquierdas, separadas por un tabique impermeable, y la presencia de válvulas cardíacas unidireccionales que impiden que la sangre retorne hacia la vena cava o los pulmones. Casi setenta años después, el médico inglés William Harvey será quien finalmente unificará las dos redes circulatorias en el corazón, definido como órgano motor de impulsión de la sangre. Plasmó sus descubrimientos en su libro Exercitatio anatomica de motu cordis et sanguinis in animalibus, es decir, “Del movimiento del corazón y la sangre de los animales” (1628) y, hasta hoy, es considerado como el padre de la circulación.

Durante los siglos XVII y XVIII, y con los conocimientos anatómicos y fisiológicos más asentados, se incrementa la producción de textos sobre patología cardíaca. El francés Jean-Nicolas Corvisart, médico personal del emperador Napoleón Bonaparte, describe la diferencia entre la hipertrofia (agrandamiento de la pared de los ventrículos por el crecimiento de las fibras musculares) y la dilatación del corazón (aumento del músculo cardíaco, que se ha estirado y deformado, y que no es capaz de recuperar su forma original). En el año 1749, el médico francés Jean-Baptiste Sénac publica el Tratado sobre la estructura del corazón, su funcionamiento y sus enfermedades, que se utilizará como libro de referencia hasta el siglo XIX y en el que se describe por primera vez el conjunto de manifestaciones clínicas de la insuficiencia cardíaca congestiva. Entre finales del siglo XIX y principios del XX destacan personajes como el médico francés Pierre Charles Potain, quien describió el ritmo de galope (ritmo cardíaco con una cadencia especial que recuerda el galope de un caballo) o el tercer ruido cardíaco, signo que entre otros caracteriza la IC. Durante el siglo XX se incrementa el interés por la clasificación y el diagnóstico de la IC, con teorías como la clasificación de la IC en anterógrada y retrógrada en el año 1902 por parte del cardiólogo escocés Sir James Mackenzie (teoría que ya había sido expuesta por el cardiólogo inglés James Hope en el año 1832). Es destacable la descripción que en el año 1933 expone el cardiólogo británico Thomas Lewis en su texto Enfermedades del corazón, sobre el problema que implica para la práctica cardiológica el diagnóstico y la valoración de la IC. Dice textualmente:

Es imposible realizar un estudio completo de la bibliografía relativa a las enfermedades del corazón sin darse cuenta de que el verdadero problema está en que el corazón es incapaz en mayor o menor medida de ejecutar su trabajo [...] El centro de la práctica cardiológica es reconocer los primeros síntomas de la IC y diferenciar entre sus grados. [...] El médico debe plantearse dos preguntas fundamentales. Primera: ¿Es el corazón capaz de llevar a cabo su trabajo en condiciones de reposo? Segunda: ¿Cuál es la reserva funcional del corazón? En casi todos los casos estas dos preguntas se pueden responder mediante los recursos sencillos del interrogatorio clínico y la exploración física." (Fuente: Braunwald, E).

Ya inmersos en pleno siglo XX y en relación con el tratamiento quirúrgico, la posibilidad de intervenir el corazón aislado de la circulación sanguínea a partir de 1952, con la aparición de la primera máquina corazón-pulmón, permitió operar q personas con enfermedades valvulares y sustituir las válvulas con éxito y, unos años más tarde, en 1967, la reparación de vasos coronarios con una oclusión. En este mismo año, cuando el cirujano surafricano Christiaan Neethling Barnard lleva a cabo el primer trasplante de corazón entre humanos, se abre la puerta a la esperanza a muchas personas con IC.

Pero si hay un episodio que realmente ha hecho avanzar en la historia de la IC es el del descubrimiento de hierbas con propiedades cardiotónicas. Ya en el Tratado del corazón del Papiro de Ebers, de la época asirio-babilónica (1500 a.C.), se cita la escila, una variante de cebolla indicada para los “estados edematosos y la hidropesía” (estado de retención de líquidos en los tejidos). En este tratado se advierte de que es imprescindible una administración ajustada en función de la respuesta de la persona por el peligro que comporta, advertencia que hace pensar que ya se conocía su riesgo tóxico. El bulbo de la escila, como la estrofantina (extraída de la planta conocida como estrofanto) y, posteriormente, las hojas de digital (Digitalis purpurea) se utilizarán en enfermos de corazón por su efecto diurético y cardíaco (por la regulación del pulso). En el año 1785 el médico inglés William Withering investigó la causa de la mejora de una enferma con un “corazón débil” a quien auguró un diagnóstico infausto y que, después de tomar una infusión tradicional con más de 20 hierbas preparadas por una curandera local con fama de curar casos en que los médicos fracasaban, mejoró espectacularmente. Withering descubrió que la sustancia responsable de la mejora era la hoja de la dedalera o Digitalis purpurea, sustancia que en forma de digital aún se administra actualmente a personas con IC. Withering publicó su trabajo en el texto An account of the foxglove and some of its medical uses, que contiene informes sobre pruebas clínicas y notas sobre la toxicidad de la digital. Los estudios posteriores en relación con la digital, un glucósido cardiotónico (fármaco que incrementa la fuerza de contracción del corazón), se centran en aclarar científicamente sus funciones y a conseguir una presentación y una posología que redujese sus riesgos. En 1888 el fisiólogo y farmacólogo inglés Sydney Ringer indica las siguientes acciones beneficiosas de la digital: “fortificar la acción del corazón debilitado, disminuir la fuerza de los latidos del corazón que funciona con demasiada energía, disminuir la frecuencia de los latidos cardíacos, corregir la acción irregular del corazón y aumentar su tonicidad”.

Por último, no se ha de menospreciar la importancia del desarrollo de los métodos complementarios de diagnóstico. Pruebas diagnósticas como los rayos X, descubiertos en 1895 por el físico alemán Wilhelm Röntgen; la electrocardiografía, inventada por el fisiólogo holandés Willem Einthoven en el año 1907, que ha permitido obtener un trazado de la actividad eléctrica del corazón e identificar irregularidades en el ritmo y las zonas lesionadas; la ecografía y posteriormente las pruebas invasivas como la ventriculografía o la coronariografía, que permiten visualizar imágenes en tiempo real de la anatomía y las funciones de las cavidades cardíacas y las arterias coronarias, han contribuido a avanzar en la identificación y el tratamiento precoz de las personas con IC.

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Etiología
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Las causas que se relacionan con la aparición de insuficiencia cardíaca son:

1. Cardiopatía isquémica o lesión coronaria, 2. Hipertensión arterial, 3. Anomalías de las válvulas cardíacas o valvulopatías, 4. Enfermedades musculares cardíacas o miocardiopatías, 5. Arritmias o alteraciones de la conducción eléctrica del corazón, 6. Enfermedades congénitas del corazón, 7. Diabetes, 8. Consumo excesivo de alcohol, 9. Consumo de drogas ilegales y otros tóxicos, 10. Otras situaciones o trastornos que causan una sobrecarga de volumen al corazón. 

 

1. Cardiopatía isquémica o lesión coronaria

Es la causa más frecuente. Se produce una obstrucción en forma de trombo en una o más de las arterias que irrigan el corazón (arterias coronarias) que impide la llegada de sangre a una zona más o menos extensa del músculo cardíaco. La cardiopatía isquémica puede manifestarse como una angina de pecho o un infarto agudo de miocardio. Las personas que han sufrido un infarto agudo de miocardio, especialmente si ha afectado a un ventrículo, pueden desarrollar una IC, ya que la cicatriz que se forma en la zona afectada por el infarto es tejido fibroso que no tiene capacidad de contracción. En consecuencia, el corazón ha de mantener la misma actividad con menos masa muscular. Para compensar la pérdida de músculo funcional, el resto de miocardio ha de bombear con más fuerza y, con el tiempo, puede dar lugar a una miocardiopatía dilatada y a insuficiencia cardíaca. 


2. Hipertensión arterial

Cuando las arterias están rígidas y han perdido elasticidad, cuesta más que la sangre pase a través de ellas: ofrecen una mayor resistencia y es necesaria más presión para distenderlas. Esta mayor resistencia o hipertensión, especialmente si es mantenida y de larga duración, impone al corazón un esfuerzo sobreañadido para poder bombear la sangre hacia los vasos. Con el tiempo, la pared muscular del corazón aumenta de grosor, es decir, se hipertrofia y se restringe el movimiento de los ventrículos y puede llegar a desarrollar una miocardiopatía hipertrófica o restrictiva, causada por la hipertensión y la subsiguiente insuficiencia cardíaca.

 

Cuadro de clasificación de la HTA según las cifras de presión arterial (PA) (mm Hg)
 Categoría  Sistólica     Distólica  
Óptima  <>  i    <>
Normal   120-129 i/o    80-84
En el límite alto de la normalidad    130-139 i/o    85-89
Hipertensión arterial de grado 1   140-159 i/o    90-99
Hipertensión arterial de grado 2   160-179 i/o  100-109
Hipertensión arterial de grado 3    > 180 i/o    > 110
Hipertensión sistólica aislada    > 140 i    <>

Fuente:  Grupo de trabajo para el manejo de la hipertensión arterial de la European Society of Hypertension (ESH) y la European Society of Cardilogy (ESC). Guía de 2007 para el manejo de la hipertensión arterial. Journal of Hypertension. 2007, 25: 1105-1187


3. Anomalías de las válvulas cardíacas o valvulopatías

Las valvulopatías son trastornos que afectan a las válvulas del corazón (válvula mitral, tricúspide, aórtica y pulmonar) y, en consecuencia, a la función de los ventrículos. Se clasifican, según las causas, en valvulopatías congénitas, es decir, las presentes en el momento de nacer, o valvulopatías adquiridas a lo largo de la vida por otros trastornos de salud (por ejemplo, después de una fiebre reumática).

Las anomalías valvulares más habituales que pueden predisponer al desarrollo de una IC están relacionadas con su capacidad de obertura y de cierre. Siguiendo esta clasificación podemos encontrar:

  • Trastornos por estenosis (estrechamiento): Trastornos causados por válvulas con un orificio de paso de sangre muy estrecho, en que la circulación de la sangre se encuentra dificultada entre las aurículas y los ventrículos o entre los ventrículos y las arterias que salen de ellos.
  • Trastornos por insuficiencia o regurgitación: Trastornos causados por válvulas que no cierran bien y en que, en el momento de contracción de los ventrículos, hay un reflujo o retorno de sangre hacia las aurículas que no debería existir.


Con el tiempo, los trastornos valvulares provocan cambios anatómicos y en la función de los ventrículos, ya que están expuestos a más trabajo y pueden dar lugar a miocardiopatía y a la subsiguiente insuficiencia cardíaca.


4. Enfermedades musculares cardíacas o miocardiopatías

Las miocardiopatías son trastornos que afectan fundamentalmente al músculo cardíaco o miocardio. Dificultan la función correcta de los ventrículos y más concretamente la función del ventrículo izquierdo. Se clasifican, según las causas, en dos categorías:

  • Miocardiopatías primarias: Miocardiopatías en que el trastorno muscular afecta sólo al miocardio y a ninguna otra estructura cardíaca. Generalmente son de causa desconocida y no una consecuencia de trastornos en otros órganos. 
  • Miocardiopatías secundarias o adquiridas: Miocardiopatías que se producen como consecuencia de otras enfermedades o de trastornos en otros órganos y que son adquiridas durante el ciclo vital de la persona. Dentro de este subgrupo, distinguimos entre causas de origen cardiovascular (cardiopatía isquémica, hipertensión, valvulopatías), infeccioso (miocarditis) o metabólico, trastornos por infiltración (por ejemplo, la amiloidosis, que consiste en el depósito de una proteína denominada amiloide en los vasos y en determinados órganos, entre ellos el corazón, donde se infiltra en su estructura y la hace más rígida y con menos capacidad de distensión), trastornos neuromusculares, reacciones tóxicas por alcohol, radiaciones o fármacos, como algunos antineoplásicos utilizados en la quimioterapia y la miocardiopatía puerperal o periparto.

  
Muchas veces es difícil establecer la causa que ha producido el trastorno muscular del corazón y se establece una nueva clasificación basada en la manera en que afecta concretamente la función del ventrículo izquierdo y en el cuadro clínico que presenta la persona. Así, podemos clasificar las miocardiopatías en tres categorías:

  • Miocardiopatía dilatada: En esta categoría se incluyen los trastornos del músculo cardíaco que provocan que los ventrículos estén más dilatados y estirados (como una goma elástica que ya no recupera la forma). Como el músculo se ha “deformado”, pierde la capacidad de contraerse con eficacia y esto afecta a la función de contracción o función sistólica. Este proceso de dilatación es progresivo, y los signos y síntomas de insuficiencia cardíaca aparecen después de meses o incluso años de iniciarse el trastorno muscular.
  • Miocardiopatía restrictiva: En esta categoría se incluyen las miocardiopatías en que el músculo cardíaco está rígido por infiltraciones de proteínas, nódulos o cicatrices que dificultan el llenado de los ventrículos, y tiene poca capacidad de movimiento, lo que afecta a la función de relajación y llenado o función diastólica.
  • Miocardiopatía hipertrófica: En esta categoría se incluyen las miocardiopatías en que la pared del músculo cardíaco se ha engrosado de manera desproporcionada sin aumento de la cavidad de los ventrículos. El músculo hipertrofiado es menos distensible y este hecho afecta también a la función de llenado o función diastólica.

 

5. Arritmias o trastornos de la conducción eléctrica del corazón

El corazón se contrae cuando recibe un estímulo eléctrico adecuado para hacerlo. Si el corazón late muy rápidamente (taquicardia) o de manera irregular (por ejemplo, fibrilación auricular rápida) entre latido y latido, no dispone del tiempo suficiente parar llenar del todo los ventrículos y bombear suficiente sangre al resto de tejidos. 


6. Enfermedades congénitas del corazón

Enfermedades cardíacas que ya existían en el momento del nacimiento y que pueden afectar al músculo, a las válvulas o a las cámaras cardíacas. 


7. Diabetes

La diabetes incrementa, hasta cuatro veces en los hombres y hasta ocho en las mujeres, el riesgo de aparición de insuficiencia cardíaca respecto a las personas sin diabetes, por dos razones. En primer lugar, porque una de sus complicaciones tardías, la vasculopatía diabética, favorece el desarrollo de cardiopatía isquémica y, en segundo lugar, porque los cambios metabólicos que se suceden con la diabetes provocan un daño directo a la célula muscular del corazón (miocardiopatía diabética). 


8. Consumo excesivo de alcohol

El consumo excesivo de alcohol afecta al sistema cardiovascular, fundamentalmente en forma de hipertensión arterialarteriosclerosis y arritmias. Además, el alcohol provoca un daño directo sobre el miocardio, ya que produce trastornos en la contracción de los ventrículos (por la acción del etanol sobre la musculatura), que induce disfunción y da lugar a lo que se conoce como miocardiopatía alcohólica. 


9. Consumo de drogas ilegales y otros tóxicos 

Además de las drogas legales como el alcohol, hay otras drogas ilegales y toxinas  que pueden provocar lesión o daño al músculo cardíaco y afectar su contracción, lo que hace evolucionar hacia la insuficiencia del órgano. De entre las diversas drogas, la que causa mayor lesión es la cocaína. Esta droga produce un estrechamiento de la luz de los vasos arteriales (vasoconstricción) y, en consecuencia, de las arterias coronarias que incrementa el riesgo de isquemia cardíaca, de arritmias y de muerte súbita. Además, la cocaína produce un mayor incremento en la producción de ciertas sustancias endógenas (catecolaminas)  que hacen que el corazón lata más rápido y con más fuerza, y bloquea su recaptación por parte de las neuronas, hecho que provoca que estas sustancias con efecto estimulador cardíaco permanezcan más tiempo en la sangre ejerciendo su acción. Este exceso de catecolaminas provocado por la acción de la cocaína es el que provoca una dilatación de las fibras musculares del miocardio que acabará induciendo una miocardiopatía dilatada.

Otros tóxicos o drogas que pueden inducir IC son fármacos como los calciantagonistas, los citostáticos y los antiarrítmicos, y depósitos de elementos minerales como el cobalto, el mercurio o el arsénico. 


10. Otras situacioneso trastornos que causan una sobrecarga de volumen al corazón como:

Otras causas de IC son las infecciones generalizadas o las infecciones pulmonares, las embolias pulmonares, la enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC), el asma, las afectaciones del tiroides, la insuficiencia renal, la anemia grave y el embarazo.

Teniendo en cuenta que las principales causas de IC son la lesión coronaria y la presión alta, se han identificado una serie de factores de riesgo asociados que incrementan la probabilidad de que se desarrolle la IC. La persistencia de estos factores de riesgo a lo largo de la vida, sin ejercer ninguna medida preventiva o de control y modificación del riesgo, es lo que determina que la probabilidad de desarrollar una IC aumente con la edad. Desde luego, en ningún caso, se ha de interpretar que la IC sea un trastorno asociado a la vejez, ya que no todas las personas tienen el mismo riesgo de desarrollarla.

Es importante decir que a veces la causa no es aislada y que en muchas ocasiones las diferentes etiologías y factores de riesgo pueden interactuar entre ellos. Este hecho será primordial posteriormente, a la hora de establecer y de planificar la estrategia de tratamiento médico y los cuidados enfermeros.

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Epidemiología
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La insuficiencia cardíaca es un importante trastorno de la salud y constituye una de las causas más frecuentes de hospitalización en personas de más de 75 años. En España, y en general en la mayor parte de los países europeos, el coste sanitario generado por la IC es bastante alto y consume alrededor de un 2 % del presupuesto sanitario público, especialmente como consecuencia del coste que suponen los reingresos hospitalarios en personas con descompensación

 

En Europa afecta aproximadamente a 15 millones de personas. Se asume que cerca del 1-2 % de la población general está diagnosticada de IC, con un 8,2 % de casos nuevos por año en personas entre los 65 y los 74 años. Su prevalencia, es decir, el número de personas que tienen IC respecto al total de la población, se sitúa entre el 2-3 % en adultos, pero su frecuencia se incrementa con la edad, hasta llegar al 10-20 % en personas de más de 75 años. Por sexos, la prevalencia se modifica a lo largo de la etapa vital. En adultos jóvenes, es más habitual en hombres, a causa de la mayor incidencia de enfermedad coronaria, pero en edades avanzadas la prevalencia es similar en los dos sexos.

La IC es responsable del 5 % del total de ingresos hospitalarios en Europa. En España, y según las últimas cifras publicadas por el Instituto Nacional de Estadística, la insuficiencia cardíaca fue la causa de más de 980.000 estancias hospitalarias anuales con una media de ingreso de 8,5 días por estancia. Se puede predecir que el año posterior al diagnóstico, un 40 % reingresarán como mínimo una vez y un 15 % lo harán hasta dos veces.

En relación con la supervivencia, la estimación de expectativa de vida después de cuatro años del diagnóstico es del 50 %. (Fuente: European Society of Cardiology. European Heart Survey)

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Tipos
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La insuficiencia cardíaca puede clasificarse de acuerdo con varios criterios. 

1. Según la rapidez de aparición de los síntomas; 2. Según la capacidad funcional. (Clasificación de la New York Heart Association - NYHA), 3. Según la fisiopatología, 4. Según los cambios en la estructura y la función de los ventrículos. (Clasificación de la American Heart Association - ACA/AHA); 5. Según la localización o parte del corazón que afecta

 

1. Según la rapidez de aparición de los síntomas

Se clasifica en Insuficiencia cardíaca aguda o crónica. No debe confundirse aquí el término agudo con agravamiento, severidad o descompensación. Los términos agudo o crónico hacen referencia a un indicador de tiempo (inicio rápido o lento) y no a un indicador de severidad o empeoramiento. 

  • Insuficiencia cardíaca aguda (ICA) ex novo: Insuficiencia cardíaca en la que los síntomas aparecen por primera vez y de forma súbita, en una persona sin síntomas previos y, por lo tanto, que no ha tenido tiempo de poner en marcha los mecanismos de compensación (por ejemplo, a consecuencia de un infarto, de arritmias graves, de la rotura de una válvula del corazón).
  • Insuficiencia cardíaca crónica (ICC): Insuficiencia cardíaca en que la aparición de los síntomas es progresiva en el tiempo y permite poner en marcha los mecanismos de compensación

    Desde luego, la evolución de una ICC no es lineal y continua, sino más bien con altibajos en que se combinan épocas de estabilidad con épocas de agravamiento de los síntomas o descompensación. Por ello, en la ICC se pueden alternar dos situaciones:
    • Insuficiencia cardíaca crónica estabilizada y compensada: El seguimiento tratamiento prescrito, tanto en cuanto a la medicación como en cuanto a los hábitos de vida permitan mantener los signos y síntomas controlados y sin variaciones durante un mes como mínimo y el corazón es capaz de mantener una función apropiada a las demandas.
    • Insuficiencia cardíaca crónica descompensada: El tratamiento prescrito resulta insuficiente, los hábitos de vida son inadecuados o se produce cualquier circunstancia aguda que sobrecarga el corazón y produce cambios en los signos y síntomas que requieren un tratamiento urgente. Las principales manifestaciones de una descompensación de la ICC son la dificultad respiratoria con ahogo, un incremento súbito de la presión arterial o un infarto agudo de miocardio.

2. Según la capacidad funcional 

La Asociación Cardiológica de Nueva York (New York Heart Association - NYHA), basándose en la aparición de síntomas que limitan la capacidad para hacer ejercicio, ha establecido una clasificación funcional en cuatro estadios: 

  • NYHA I: La persona no tiene síntomas, la actividad física no se ve limitada y las actividades cotidianas no provocan ni fatiga excesiva, ni palpitaciones, ni sensación de falta de aliento, ni dolor anginoso. 
  • NYHA II: Insuficiencia cardíaca leve. La persona se siente confortable en reposo pero tiene una ligera limitación en la actividad física que se manifiesta con fatiga, palpitaciones o falta de aliento (por ejemplo, al subir escaleras) o dolor anginoso. 
  • NYHA III: Insuficiencia cardíaca moderada. La persona se siente bien en reposo pero nota una marcada limitación en la actividad física. Una actividad física menor de lo habitual provoca fatiga, palpitaciones, sensación de falta de aliento o dolor anginoso (por ejemplo, la falta de aliento al andar por un terreno plano).. 
  • NYHA IV: Insuficiencia cardíaca severa. Los síntomas de insuficiencia cardíaca (fatiga y sensación de falta de aliento) están presentes incluso en reposo. La persona no es capaz de realizar ninguna actividad física sin sentir malestar.

 

3. Según la fisiopatología

Es decir, según cómo afecta la IC a la función del corazón. Para establecer esta clasificación, es necesario hacer una ecografía cardíaca o ecocardiograma. Se clasifica en:

  • Insuficiencia cardíaca sistólica, disfunción sistólica o insuficiencia cardiaca con fracción de eyección reducida: La dificultad se concentra principalmente en el momento de la contracción de los ventrículos o sístole. Indica que el ventrículo es incapaz de expulsar suficiente cantidad de sangre.
  • Insuficiencia cardíaca con función sistólica preservada o fracción de eyección preservada: El ventrículo mantiene una contracción suficiente y la dificultad se concentra principalmente en el momento de la relajación de los ventrículos o diástole. Indica que el ventrículo no puede recibir y llenarse de toda la sangre que proviene de las aurículas.

 

4. Según los cambios en la estructura y función de los ventrículos.

Clasificación del American College of Cardiology y de la American Heart Association (ACA/AHA). 

  • Estadio A: Persona sin IC pero con un riesgo alto de desarrollarla. No se identifican cambios ni anomalías estructurales o funcionales en el corazón ni tampoco hay signos ni síntomas. Por ejemplo, se puede dar en personas con factores de riesgo como la hipertensión, la diabetes mellitus, el alcoholismo, el abuso de drogas o con historia familiar de miocardiopatía. 
  • Estadio B: Persona sin signos ni síntomas pero con cambios estructurales en el corazón que se asocian con el desarrollo de IC. Por ejemplo, se puede dar en personas que han sufrido un infarto agudo de miocardio, que tienen una dilatación del ventrículo izquierdo o una valvulopatía
  • Estadio C: Persona que presenta signos y síntomas de IC asociada a un trastorno cardíaco estructural de base. Por ejemplo, se puede dar en personas con disnea o fatiga con afectación en la función sistólica diagnosticada por ecografía, o en personas con tratamiento instaurado y con la sintomatología controlada. 
  • Estadio D: Persona que presenta modificaciones estructurales cardíacas muy avanzadas con síntomas muy evidentes de IC, aunque esté tomando el tratamiento farmacológico apropiado a su situación. Por ejemplo, se puede dar en personas con síntomas a pesar del tratamiento farmacológico que requieren ingresos hospitalarios frecuentes, en personas en lista de espera de trasplante cardíaco, en personas con asistencia circulatoria externa, etc.

 
La existencia de modificaciones estructurales o funcionales en el corazón, aunque no haya sintomatología, se considera precursora del futuro desarrollo de una insuficiencia cardíaca.

 

5. Según la localización o parte del corazón que afecta. 

Tradicionalmente la IC se había clasificado según la parte del corazón afectada por la dificultad de bombeo en IC derecha, izquierda o global y congestiva. Actualmente, lo que determina la orientación terapéutica es la velocidad o tiempo de aparición del trastorno y la forma en que afecta clínicamente al resto de órganos —que dependerá de si la función del ventrículo izquierdo está reducida o preservada— y a la realización de las actividades de la vida diaria. El término IC congestiva se refiere a los casos en que hay una acumulación excesiva de líquido con signos y síntomas de retención de agua y sodio.

 

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Última modificación: 23/10/23 06:24h

Comentarios

Listado

Nadia 05 de Octubre de 2023
Buenas noches,

Somos unas estudiantes de primero de Enfermería que estamos haciendo un trabajo sobre el Trastorno del Espectro Autista. Nos gustaría saber si nos puedes facilitar información.

Saludos,

Nadia
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Infemera virtual 11 de Octubre de 2023
Hola, Nadia,
Desde el departamento de biblioteca del COIB se pondrán en contacto para darte información al respecto.
Saludos
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