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Información general

Descripción
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La enfermedad psoriásica es un trastorno inflamatorio de carácter autoinmune, es decir, está causada por una respuesta errónea del sistema inmunitario contra sí mismo, que se manifiesta tanto en la piel como en las articulaciones. Es una enfermedad crónica y cursa con brotes inflamatorios alternados de remisiones. Ambas manifestaciones pueden o no presentarse juntas, y ser de gravedad variable, desde leve hasta grave o incapacitante. El aumento de gravedad de este trastorno está relacionado con otros trastornos inflamatorios como el síndrome metabólico o los trastornos que se incluyen en él, como la diabetes, hipercolesterolemia, hipertensión, enfermedad cardíaca, y de otras de tipo psicoemocional, como la depresión y la ansiedad. Se ha observado una predisposición genética a sufrir la enfermedad. No es contagiosa en ningún caso, aunque alguna de las formas cutáneas se presenta en forma pustulosa.

La psoriasis cutánea se manifiesta en forma de lesiones enrojecidos, engrandecidas y descamativas, debido a la inflamación de la piel el aumento de vascularización (creación de nuevos vasos sanguíneos) y la excesiva producción de células cutáneas, lo que provoca en muchos casos picor, e incluso, por la aparición de grietas y heridas. 

 

La artritis psoriásica cursa con inflamaciones del tejido articular y provoca edema, dolor y deformación progresiva, lo cual conlleva la incapacidad de las articulaciones afectadas. Este proceso se puede dar de forma brusca y severa o lenta y leve.  

La enfermedad psoriásica ha demostrado tener una íntima relación con el estilo de vida. Para conseguir un buen control de los síntomas es importante tener unos buenos hábitos, por ejemplo, el cuidado diario de la piel (hidratación, higiene), alimentación, ejercicio y actividad física, gestión del estrés y tiempo de ocio. Por otro lado, se debe tener en cuenta que el consumo de tóxicos, como el tabaco y el alcohol, hábitos como el sedentarismo o un alto grado de estrés influirán negativamente en su evolución.

En cuanto al aspecto psicoemocional, la enfermedad psoriásica se ha observado que puede provocar aislamiento o el sentimiento de rechazo social, ya sea por la no aceptación de las lesiones cutáneas y la descamación de estas, como por la incomprensión del entorno respecto al dolor articular en el caso de la artritis psoriásica. A este hecho, hay que sumarle la decepción en muchos casos por la dificultad de llegar al éxito terapéutico y el mantenimiento del tratamiento a largo plazo. Es por ello que es importante el buen control de este trastorno desde la primera manifestación, tanto física como psicoemocional y social.

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Historia
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Hipócrates (460 – 370 a.C), conocido como el padre de la medicina, ya hizo mención de una enfermedad que se presentaba con lesiones descamativas de la piel y que vinculó con la lepra, lo que llevó desde entonces la exclusión de las personas afectadas de las comunidades. De hecho, se cree que parte de las menciones bíblicas de lepra podrían referirse en realidad a casos de psoriasis. Posteriormente se llegó a la conclusión de que esta relación era falsa y Galeno, médico griego del s.II d. C, llamó psoriasis (que deriva de la palabra griega psora, que significa “picar” y a la vez “rascar”) a un grupo de enfermedades cutáneas donde había picor y descamación.

No fue hasta el siglo XIX que el médico inglés R. Willian dio una explicación científica de la psoriasis, separándola de otras enfermedades infecciosas como la lepra y clasificando todos los tipos de manifestaciones que hoy se conocen, pero situándola erróneamente en la familia de los eczemas. Durante el mismo siglo, varios científicos ya empezaron a entender su implicación sistémica con el resto de órganos internos y con el sistema nervioso.

 

En el siglo XX se empezaron a proponer algunos de los tratamientos que todavía hoy en día se utilizan. En los años 20 se trataba con la exposición controlada a la luz solar, con quitranes y dietas específicas. Los corticoides tanto tópicos como sistémicos entraron en juego hacia los años 50, mientras que la urea, como tratamiento tópico, y la fototerapia, con rayos UVA y UVB creados por lámparas especiales, se empezaron a usar en los años 60. Hacia los 80, el Metotrexato, un fármaco sistémico que actúa sobre el sistema inmunitario y que inicialmente se utilizaba para tratar algunos cánceres, empezaron a incluir también como tratamiento para la psoriasis y la artritis psoriásica, y en otras enfermedades artríticas. A partir de los años 90 aparecieron otros medicamentos sistémicos como la ciclosporina, fármaco que actúa sobre el sistema inmunitario y que se utiliza entre otros en el tratamiento de la psoriasis y en trasplantes para evitar el rechazo. También en esta década aparecieron los retinoides, medicamentos sistémicos, derivados de la vitamina A, y los análogos de la vitamina D para el tratamiento tópico de la psoriasis cutánea. En la última década del siglo XX, la enfermedad psoriásica llegó a ser la forma de dermatitis más estudiada; se llegaron a realizar más de 10.000 estudios relacionados con la psoriasis.

Fue en los inicios del siglo XXI que se empezaron a utilizar fármacos biológicos en el tratamiento de la enfermedad psoriásica. Los medicamentos biológicos son moléculas vivas que intervienen en la respuesta inflamatoria actuando dentro de las células. Los fármacos biológicos aprobados actualmente en España para este uso son el etanercept, el adalimumab (aprobado también en el uso para niños a partir de los 4 años), el infliximab, el ustekinumab (aprobado también en el uso para niños a partir de los 12 años), y el secukinumab (aprobado en noviembre de 2015). También el golimumab y el certolizumab pegol, únicamente para el tratamiento de la artritis psoriásica.

Recientemente también ha sido aprobado un nuevo tratamiento llamado apremilast, que se incluye dentro de los tratamientos sistémicos clásicos.
En vistas al futuro, actualmente está en proceso de aprobación un nuevo grupo de fármacos llamados biosimilares; fármacos biotecnológicos comparables a un medicamento biológico de referencia, no idénticos, pero sí con indicaciones similares. Actualmente ya se comercializan para uso hospitalario dos fármacos biosimilares del infliximab.

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Etiología
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Se trata de una enfermedad autoinmune cuyo origen no es del todo conocido, pero con una predisposición genética a la que hay que añadir factores ambientales. El sistema inmunitario juega un papel importante en la enfermedad psoriásica debido a su sobreestimulación en determinadas zonas del cuerpo. En el intento de proteger al organismo de sí mismo, de forma errónea, produce unas sustancias llamadas citocinas que desencadenan mecanismos que den lugar a una reacción inflamatoria. Es decir, el mismo sistema inmunitario de la persona actúa como agresor atacando determinadas partes del cuerpo en vez de protegerlas. Actualmente se considera que el origen es una suma de factores no modificables, como la predisposición genética, y factores modificables como la pérdida de la integridad cutánea, los infecciones, los fármacos, el embarazo, la sobreexposición solar, los climas fríos y secos, y determinados estilos de vida.

  1. Factores no modificables
  2. Factores modificables

 

1. Factores no modificables

 

1.1 Predisposición genética

Sólo un tercio de las personas que la desarrollan recuerden haber tenido un progenitor con este trastorno. Existe un 14% de riesgo de transmitir psoriasis a los hijos si uno de los progenitores tiene la enfermedad, y de un 41% si fueran los dos los que estuvieran afectados. Aun así, todavía no se puede concretar ni en qué edad pasará, ni la gravedad, ni la respuesta a los tratamientos.

Se cree que un 10% de la población mundial contiene genes responsables de esta enfermedad, aunque no todo el mundo tiene manifestaciones clínicas. Según investigaciones científicas, se han identificado hasta 25 variedades genéticas situadas en varias áreas del genoma humano que predisponen las personas a desarrollar la enfermedad psoriásica. Estas variaciones causarán reacciones concretas en el sistema inmunológico que a la vez desencadenará la reacción inflamatoria que traerá a la aparición de manifestaciones ya sea en la piel o en las articulaciones.

 

2. Factores modificables

2.1 Pérdida de la integridad cutánea; 2.2 Infecciones; 2.3 Fármacos; 2.4 Embarazo; 2.5 Sobreexposición solar o a rayos UV; 2.6 Climas fríos y secos; 2.7 Estilo de vida

 

2.1 Pérdida de la integridad cutánea

La pérdida de la integridad de la piel, debida, por ejemplo, a heridas, quemaduras, cortes, etc., puede desencadenar el llamado “fenómeno de Koebner” en el que personas con ciertas enfermedades dermatológicas, como la psoriasis cutánea, pueden manifestar lesiones propias de la enfermedad en lesiones que se produzcan sobre piel sana. Este fenómeno en algunas circunstancias podría evitarse, por este motivo no estaría recomendado hacerse tatuajes, piercings o algunas técnicas de depilación, como por ejemplo el rasurado.

Hay que añadir que el uso de ciertos detergentes, jabones o productos de limpieza puede provocar en algunas personas con la piel más sensible una irritación que podría desencadenar el "fenómeno Koebner" (ya mencionado anteriormente), el cual puede provocar una posible aparición de lesiones propias de la enfermedad psoriásica. Debido a ello, en este caso se deberían utilizar guantes o habría que evitar la exposición de la piel.

 

2.2 Infecciones

Todo lo que pueda afectar el sistema inmunitario puede ser un desencadenante del proceso psoriásico, por ejemplo, se ha observado que la infección de la faringe por estreptococos está asociada a la psoriasis en gotas en niños y adolescentes. También se ha observado en infecciones de oído, amigdalitis, bronquitis y otras infecciones respiratorias.

 

2.3 Fármacos

Algunos medicamentos podrían empeorar o desencadenar un brote de la enfermedad psoriásica, por este motivo sería importante tenerlo en cuenta a la hora de iniciar el tratamiento. Entre los más habituales se encuentran medicamentos del grupo de los antiinflamatorios, antihipertensivos, antibióticos, antiulcerosos, antiarrítmicos, antidepresivos y antidiabéticos o antiglucemiantes.

  • Antiinflamatorios: indometacina, salicilatos.
  • Antihipertensivos: acetobutolol, atenolol, bisoprolol, carteolol, carvedilol, cetamol, metoprolol, nadolol, oxprenolol, pindolol, practolol, propranolol, timolol.
  • Antibióticos: amoxicilina, ampicilina, penicilina, tetraciclina, doxiciclina.
  • Antiulcerosos: cimetidina.
  • Antiarrítmicos: amiodarona, clonidina, digoxina, quinidina.
  • Antidepresivos: litio, carbamazepina, fluoxetina, olanzapina.
  • Antimalario: cloroquina, hidroxicloroquina.
  • Otros: estrógenos, gemfibrocil, imiquimod, interferon, yodo, potasio, procaína, sulfonamida, testosterona, terbinafina.

 

2.4 Embarazo

Tanto el embarazo, como otros cambios hormonales importantes en la mujer podrían ser desencadenantes de un brote psoriásico, tanto en mujeres con enfermedad psoriásica previa, como en otros que nunca lo han manifestado. Contrariamente, existen muchos casos en los que mujeres con enfermedad psoriásica han observado mejoras temporales. Por ese motivo se tendrán que tener unos cuidados especiales durante el embarazo y la lactancia

 

2.5 Sobreexposición solar o a rayos UV

La pérdida de la integridad de la piel, debida en este caso a una quemadura solar, puede desencadenar el llamado “fenómeno de Koebner” en el que personas con ciertas enfermedades dermatológicas, como la psoriasis cutánea, pueden manifestar lesiones propias de la enfermedad en lesiones que se produzcan sobre piel sana. Este fenómeno en algunas circunstancias podría no producirse, por ejemplo, evitando la sobreexposición solar y usando cremas de protección superior a 50.

 

2.6 Climas fríos y secos

Se ha observado que en la mayoría de los casos existe un empeoramiento de la psoriasis tanto cutánea como articular en climas fríos y secos. La disminución de la temperatura y de la humedad ambiental provoca una deshidratación de la piel, lo que aumenta la aparición de brotes, y, por lo tanto, el empeoramiento de la enfermedad.

 

2.7 Estilo de vida

  • Estrés:

    Es un de los motivos más importantes que desencadenan el primer brote o empeoran la enfermedad psoriásica. En el control de la enfermedad es importante el control y la gestión del estrés.

  • Consumo de drogas legales (tabaco, alcohol) e ilegales:

    El consumo de sustancias tóxicas aumentará la respuesta inflamatoria del sistema inmunitario. Es por ese motivo, y en relación a la psoriasis, que es importante evitar su consumo.

  • Alimentación:

    No existen alimentos “prohibidos” respecto a la enfermedad psoriásica, pero una alimentación poco saludable de forma habitual no ayudará a la evolución favorable de la enfermedad. Una alimentación desequilibrada no aportará los nutrientes necesarios para garantizar un buen funcionamiento de nuestro sistema inmunitario y consiguientemente no ayudará a las células tanto cutáneas como articulares a regenerarse. Existen ciertos alimentos que contienen nutrientes con propiedades antiinflamatorias, como el omega 3 presente en el pescado azul, mientras que existen otros alimentos que contienen nutrientes que propician reacciones proinflamatorias, como el ácido araquidónico de las carnes, razón por la que hay que evitar consumirlas en exceso.

  • Sedentarismo:

    Llevar una vida sedentaria no favorecerá la evolución de la enfermedad psoriásica. El reposo sólo es aconsejable en el caso de personas con graves limitaciones o con recomendación médica expresa. En el caso de personas con artritis psoriásica avanzada se deberán tener en cuenta las limitaciones y dejarse orientar por un profesional si se quiere realizar algún tipo de actividad física.

 

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Epidemiología
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La enfermedad psoriásica incluye dos enfermedades: la psoriasis cutánea y la artritis psoriásica.

 

1. Psoriasis cutánea

Según datos del IFPA (International Federation of Psoriasis Associations), la psoriasis afecta a unos 125 millones de personas en el mundo, alrededor del 3 % de la población mundial, y según un estudio realizado en 2013 se determina que en España la prevalencia es de un 2,3%, lo cual se traduce en 1080000 personas con psoriasis.
Se presenta por un igual en mujeres y hombres, y en todas las razas y tipos de piel, pero es más común en la raza caucasiana o de piel blanca.

Su aparición suele ser entre los 15 y 35 años, a pesar de que se ha encontrado casos en cualquier edad, incluso en bebés y personas mayores. El 10-15% de las personas con psoriasis cutánea debutaron antes de los 10 años de edad.

 

2. Artritis psoriásica

Según una publicación del 2014, se estima que, en Europa y norte de los Estados Unidos, un 30% de las personas que tienen psoriasis han sido también diagnosticadas de artritis psoriásica. En España, en 2014, se observó que había un 1,4% de la población con artritis psoriásica.

La edad más frecuente de aparición de la artritis psoriásica es entre los 30 y los 50 años, tanto en hombres como en mujeres.

Un 85% de las personas que la sufren previamente han tenido manifestaciones de psoriasis cutánea, sobre todo cuando hay afectación de las uñas. Pero, por otro lado, sólo un 40% de las personas con psoriasis cutánea presentarán eventualmente algún brote artrítico o molestias articulares leves. De estas, sólo a un 11%, se le diagnosticará una artritis psoriásica.

A pesar de que un tercio de las personas que sufren una artritis psoriásica pueden acabar teniendo secuelas más o menos incapacitantes, un correcto tratamiento de la enfermedad ayudará a evitarlo y a traer una vida normal.

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Tipo
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La enfermedad psoriásica se puede clasificar según su forma de presentación (afectación de la piel o las articulaciones) y según su gravedad (leve, moderada o grave).

  1. Según la forma de presentación
  2. Según su gravedad

 1. Según la forma de presentación

La psoriasis puede afectar a la piel y a las articulaciones.

1.1. Psoriasis; 1.2. Artritis psoriásica

 

1.1. Psoriasis

En la aparición cutánea podemos diferenciar varios tipos, según el aspecto de las lesiones, tamaño y extensión. Se clasifica en psoriasis en placas, en gotas, inversa, pustulosa (se puede dividir en generalizada, palmoplantar y acropustulosis), y eritrodérmica.

  • Psoriasis en placas: es el tipo más común. Normalmente es progresiva y se presenta en forma de placas de tamaño medio o grande, enrojecidas, engrandecidas, con márgenes bien delimitados y cubiertos de una capa blanquinosa de células muertas que caen al tocarlas. Estas placas pueden aparecer en cualquier parte del cuerpo, a pesar de que lo más común es que lo hagan en la parte externa de las rodillas y de los codos, en la zona baja de la espalda (lumbosacro), cuero cabelludo, orejas, párpados y en el dorso de las manos y los pies. Se suele tratar inicialmente con productos tópicos, con o sin corticoides; también con fototerapia, si hay muchas placas y estas son resistentes a los productos tópicos; o si existe gravedad por la extensión y dimensión de las lesiones, se puede llegar a tratar con medicamentos sistémicos clásicos o incluso sistémicos biológicos.

  • Psoriasis en gotas: es el segundo tipo más común de psoriasis, se presenta en un 10% de los casos, sobre todo en niños y adolescentes. Las lesiones son pequeñas, enrojecidas y poco engrosadas. Aparecen en centenares o miles en tronco, espalda, brazos, piernas y cuero cabelludo. Suele aparecer de repente y puede coexistir con el tipo de aparición en placas. Sus desencadenantes principales suelen ser una infección respiratoria por estreptococos, sobre todo de la faringe, una situación de estrés agudo o por la toma de algunos medicamentos. El tratamiento más utilizado es a través de productos tópicos con o sin corticoides, pero si la extensión es muy grande se suele realizar fototerapia por la dificultad de aplicación del tratamiento tópico. Sólo con casos muy graves sería recomendado el uso de medicamentos sistémicos clásicos. Si este tipo de psoriasis se trata efectivamente podría llegar a desaparecer casi sin dejar rastro, pero si no, puede llegar a cronificarse en forma de placas.

  • Psoriasis invertida: es un tipo menos común y aparece en forma de lesiones rojas, lisas, brillantes y húmedas con márgenes mal delimitados, situadas preferentemente en los pliegues de las rodillas, axilas, ingles y bajo los pechos. Pueden aparecer también estrías y heridas asociadas a las lesiones. Suele ser más común en personas con sobrepeso y puede coexistir con otros tipos de psoriasis. Al presentarse en zonas de piel más fina y sensible, se tiene que tener cuidado a la hora de aplicar tratamientos tópicos con corticoides, y vigilar la aparición de efectos secundarios puesto que existirá un aumento de la absorción. Al tratarse de zonas húmedas, puede aparecer infección por hongos o bacterias, por eso se asociará un tratamiento tópico con antifúngicos o antibacterianos. Uno de los tratamientos que más buen resultado ha demostrado son los inhibidores de la calcineurina, medicamentos que disminuirán la inflamación de la piel.

  • Psoriasis pustulosa: es un tipo de psoriasis más propio de adultos y, aunque se puede dar en todo el cuerpo, lo más común es que aparezca en zonas como las palmas de las manos o las plantas de los pies. Se caracteriza por aparecer en forma de pústulas o “ampollas” blancas rodeadas de piel enrojecida. Estas pústulas no son infecciosas. Las formas más leves se tratan con fototerapia, medicamentos sistémicos clásicos, medicamentos sistémicos biológicos, o combinaciones entre ellos. En casos graves puede ser necesario añadir otros medicamentos para tratar, por ejemplo, el picor, dolor, deshidratación, fiebre, riesgo de infección, etc.

    Se pueden diferenciar varios tipos de psoriasis pustulosa:
    • Generalizada: enrojecimiento de áreas extensas del cuerpo, dolorosas y sensibles, que en horas dará lugar a pústulas blancas que se secarán 24 o 48h después, y dejarán la piel fina y brillante. Puede acompañarse de fiebre, escalofríos, picor, deshidratación, taquicardia, cansancio, anemia, pérdida de peso y debilidad muscular. Es un tipo de psoriasis muy grave que necesita de hospitalización, puesto que se tiene que rehidratar la persona, restablecer la temperatura corporal e iniciar el tratamiento con corticoides tópicos o sistémicos, y antibióticos para evitar la posible infección de las heridas. Posteriormente se iniciará un tratamiento con medicamentos sistémicos clásicos o sistémicos biológicos, o fototerapia si no es muy agresiva y el enrojecimiento ya ha desaparecido. Suele aparecer en adultos, a pesar de que si aparece en niños suele resolverse mucho más rápido.

    • Palmoplantar: afecta básicamente a las palmas de las manos, una o ambas, sobre todo al dedo gordo, y en las plantas de los pies, uno o los dos, sobre todo en los lados de los talones. Suelen aparecer las pústulas sobre la piel enrojecida, pero estas se van volviendo marrones hasta que se forma la costra. Suele ser bastante resistente al tratamiento y tiene un ritmo de aparición cíclico. Se trata con medicamentos tópicos inicialmente y si no remite con fototerapia o medicamentos sistémicos clásicos.

    • Acropustulosis o acrodermatitis de Hallopeau: es un tipo poco frecuente de psoriasis pustulosa, que se presenta sólo en la zona más distal de los dedos, más en manos que en pies. Es dolorosa y puede provocar una deformidad en uñas o incluso puede provocar que se pierdan. Los casos más graves pueden llegar a afectar al hueso. Suele tratarse con tratamientos tópicos oclusivos; cubriendo la zona donde se ha aplicado el medicamento tópico, con apósitos oclusivos no transpirables o con un material impermeable como el plástico o papel film. En casos muy graves se podría llegar a tratar con medicamentos sistémicos clásicos.
  • Psoriasis eritrodérmica: es un tipo de psoriasis grave pero muy poco común, que afecta a todo el cuerpo y que puede llegar a darse hasta en un 3% de las personas ya diagnosticadas. La aparición suele ser repentina, y acostumbra a ser necesario el ingreso hospitalario. Suele aparecer en personas que tienen una psoriasis con placas inestables; en placas que no están muy controladas. Suele ser un tipo muy ligado a la psoriasis pustulosa. Podría estar desencadenada por la interrupción brusca del tratamiento de la psoriasis de base, una infección, un brote alérgico, una quemadura solar, alcoholismo o estrés emocional grave. Se observa un enrojecimiento generalizado junto a una inflamación y descamación de la piel, con los bordes de las placas mal delimitadas. La piel tiene el aspecto de quemadura. Todo ello está unido a la sensación de picor y dolor importante. La gravedad de este tipo de psoriasis se debe al hecho de que las lesiones de la piel se acompañan del aumento de la frecuencia cardíaca, alteraciones de la temperatura corporal, desequilibrio electrolítico y proteico; en otras palabras, alteraciones bioquímicas en sangre, junto con deshidratación, y riesgo de infección al existir una pérdida de la integridad cutánea. Inicialmente se suele tratar con reposo, reposición de líquidos, ya sea por vía oral o parenteral si es necesario, tratamiento antibiótico tópico o endovenoso, corticoides tópicos y cremas hidratantes. Posteriormente se iniciará tratamiento posiblemente con medicamentos sistémicos clásicos o sistémicos biológicos, en combinación con productos tópicos, y quizás fototerapia cuando el enrojecimiento haya desaparecido. Normalmente se acompaña el tratamiento con medicamentos para el dolor, el picor y para reducir la ansiedad.

 

1.2. Artritis psoriásica

La psoriasis que afecta las articulaciones, la artritis psoriásica o artropatía psoriásica, es un tipo de psoriasis menos común que la dérmica, pero tanto o más importante, ya que puede llegar a causar la reducción, incluso la pérdida de movilidad y funcionalidad articular. Puede causar a quien la sufre dolor y limitación de la capacidad para llevar a cabo las actividades de la vida diaria. También puede aparecer como única enfermedad, pero acostumbra a asociarse a la variante dérmica, más habitualmente con la psoriasis ungueal. Es de aparición variable, tanto lenta y leve como con brotes agudos y graves, y puede ser desencadenada por las mismas causas citadas en la psoriasis dérmica. Se manifiesta con fatiga generalizada y rigidez matutina de las articulaciones afectadas; inflamación repentina de uno o varios dedos de manos y pies, tipo “salsicha”; cambios de coloración y aspecto de las uñas, y tendinitis y envejecimiento en uno o ambos ojos, parecido a la provocada por la conjuntivitis. Suele afectar sobre todo a los dedos de manos o pies, pero también en la zona lumbar, rodillas, tobillos y muñecas.

 

2. Según su gravedad

La enfermedad psoriásica se puede clasificar según su gravedad, teniendo en cuenta la extensión de las lesiones y sobre todo la interferencia que tiene en las actividades de la vida diaria de la persona, puesto que si existe una limitación de sus capacidades se consideraría severa, aunque sólo afectara a las palmas de las manos. Siguiendo este criterio se puede dividir en ligera, moderada o severa. Esta clasificación se podrá determinar a partir de métodos de cálculo y escalas de valoración determinados. Aquí se pueden encontrar algunos de ellos.

Algunos de los métodos que se emplean para medir la gravedad de las lesiones cutáneas son los siguientes:

  • Body Surfase Area (BSA): es un método visual de cálculo de la extensión de las lesiones de la piel, en la que la palma de la mano, sin los dedos, equivaldría a un 1%. Actualmente se utiliza en algunos casos un lápiz de luz óptica. Además, permite aportar medidas más acotadas.
  • Psoriasis Area Severity Index(PASI) es una de les escalas más utilizadas para medir la gravedad de la enfermedad psoriásica en sus manifestaciones en la piel, en la que se valorará la extensión de las lesiones, el eritema y la descamación. Se trata de una fórmula numérica que dará un resultado entre 0 y 72; en el que la cifra más alta indicará más gravedad.
  • Dermatology Life Quality Index (DLQI): se trata de un cuestionario autoevaluativo con aspectos físicos y psicosociales, para cuantificar el impacto de la enfermedad psoriásica en la calidad de vida de una persona adulta. Dará un resultado entre 0 y 30, en el que la cifra más alta indicará más gravedad.

A partir de estos métodos, la clasificación según la gravedad sería la siguiente:

  • Leve: 
    • BSA hasta un 3%
    • PASI hasta 7 y DLQI hasta 7 (estos dos métodos se evaluarán conjuntamente)
    • La artritis psoriásica se considera leve cuando hay 4 o menos articulaciones afectadas.
  • Moderada: 
    • BSA entre 3% y 10%
    • PASI entre 7 y 15 y DLQI entre 5 y 15 (estos dos métodos se evaluarán conjuntamente)
  • Grave: 
    • BSA superior a 10%
    • PASI superior a 15, independientemente de la puntuación DLQI. También en el caso de lesiones localizadas de difícil acceso para la aplicación del tratamiento o que impliquen un gran impacto psicosocial.

La artritis psoriásica se considera grave en más de 4 articulaciones afectadas.

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Última modificación: 24/02/23 11:13h

Comentarios

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Mar 01 de Agosto de 2021
Moltíssimes gràcies per tota aquesta informació. No n'he trobat cap d'igual. Tot molt ben explicat i amb una llengua impecable. Enhorabona. Tinc artritis psoriàsicaque m'afecta mans i tinc psoriasi a ungles, mans j cap des de fa anys i aplicaré moltes de les coses que m'heu transmès. Altre cop: gràcies!!!
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