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Información general

Descripción
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Los riñones son dos órganos simétricos en forma de judía situados en la espalda, uno en cada esquina de la columna vertebral, a la altura de las últimas vértebras dorsales y de las primeras vértebras lumbares. Cada riñón está formado por un millón de unidades funcionales y estructurales microscópicas llamadas nefronas.

La función principal del aparato urinario es regular el medio interno mediante la filtración de la sangre y la eliminación de los residuos metabolitos, del exceso de agua y los electrolitos del cuerpo —sodio, potasio, cloruro, glucosa y bicarbonato— en forma de orina, y retener los anabolizantes —sustancias producidas por el metabolismo que el cuerpo aprovecha, por ejemplo, para sintetizar proteínas, para crear energía, etc.— que el organismo necesita.

 

La hormona antidiurética, producida por la glándula hipófisis, y otras hormonas ayudan a regular la función renal y a controlar la composición urinaria a fin de mantener un equilibrio entre agua y electrolitos. La orina normal contiene un 95 % de agua, un 2 % de sales minerales y un 3% de urea y ácido úrico. La cantidad de orina diaria varía en función de la ingesta de líquidos y de las pérdidas renales extras (a través del sudor, de la respiración y, en algunos casos, de las deposiciones), pero habitualmente oscila entre 500 y 2.000 ml de orina.

El riñón tiene también una función endocrina ya que participa en la formación de los productos siguientes:

  • Eritropoyetina o EPO. El 90 % de la EPO es de procedencia renal. La eritropoyetina ayuda a formar eritrocitos hematíes o glóbulos rojos y es el estimulante principal de la eritropoyesis natural (el mecanismo de producción de eritrocitos).
  • Calcitriol. Es una forma activa de la vitamina D que regula la absorción del calcio y del fósforo de los alimentos y ayuda a formar y a mantener los huesos.

 

Finalmente, el riñón también regula la presión arterial gracias a la excreción del exceso de sodio y en la producción de una enzima llamada renina, que se libera en el torrente circulatorio cuando la presión arterial está por debajo de niveles normales y activa un mecanismo de compensación, el sistema renina—angiotensina—aldosterona, el cual retiene sodio y agua y ayuda a aumentar la presión arterial. Por el contrario, en la mayoría de situaciones de hipertensión arterial el sistema renina—angiotensina—aldosterona está hiperactivado y se ha de bloquear para normalizar la tensión arterial.

La enfermedad renal crónica (ERC) es la pérdida lenta y progresiva de todas estas funciones de los riñones, a consecuencia de una pérdida gradual e irreversible del número de nefronas (células renales) funcionales en el transcurso de meses o años, o por la presencia de daño renal de forma persistente durante al menos 3 meses.

La ERC, a partir de un determinado estadio, puede conllevar las siguientes manifestaciones orgánicas: retención de líquidos y de sustancias tóxicas y alteración de la producción de hormonas que ayudan a controlar la presión arterial, la anemia y la salud de los huesos.

Se considera que existe una insuficiencia renal crónica (IRC) cuando la tasa de la función renal —expresada en tasa de filtrado glomerular (TFG)— es inferior a 60ml/min 1,73 m2.

El daño renal se diagnostica por método directo —con una biopsia renal para analizar las alteraciones de los tejidos— o de forma indirecta, con marcadores como la albuminuria o proteinuria, por alteraciones en el sedimento urinario o mediante pruebas de imagen.

La nefrología es la rama de la medicina que se dedica a prevenir, diagnosticar y tratar a las personas con problemas del riñón y sus consecuencias.

 

 

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Historia
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Las enfermedades renales ya eran conocidas por Hipócrates en el siglo V aC. Describió un caso clínico en el libro Epidemics de un joven llamado Silenus de 20 años, alcohólico, con fiebre, orina oscura y escasa, hasta que llegó a perder la conciencia y morir.

Uno de los iniciadores de la nefrología fue Marcello Malpighi (1628-1694), un científico italiano considerado el fundador de la histología, que estudió la estructura del riñón.

 

Durante el siglo XIX, el riñón se estudió exhaustivamente en varios centros europeos. En el Hospital Charité de Berlín, Frederich Frerichs (1819-1885) y Ludwig Traube (1818-1876), profesores de medicina, trabajaron al mismo tiempo e hicieron importantes aportaciones en el estudio de las enfermedades renales. En 1836, el médico inglés Richard Bright publicó un artículo sobre las patologías renales.

Las aportaciones que se hicieron en los años 50 en EE.UU. los investigadores Homer Smith, Gamble y Darrow sobre la composición química de la sangre y sobre las funciones renales contribuyeron a la creación de la nefrología.

Hasta el inicio de los sesenta, todas las personas que padecían insuficiencia renal crónica morían sin que hubiera ningún tratamiento para evitarlo. Durante la década de los cincuenta y principios de los sesenta, se llevaron a cabo descubrimientos importantes.

El químico Thomas Graham, en uno de sus experimentos realizados en 1854, colocó dos soluciones, una con coloides y cristaloides y la otra sólo con agua, separadas por un pergamino de origen vegetal que actuaba de membrana. Comprobó que sólo los cristaloides eran capaces de atravesar la membrana hacia el agua. A este fenómeno, lo llamó diálisis.

En 1960, el Dr. Scribner, de la Universidad de Washington, durante el I Congreso Internacional de Nefrología realizado en Evian (Francia) comunicó la posibilidad de mantener vivos enfermos renales mediante la técnica de la hemodiálisis.

Para llevar a cabo la técnica de la hemodiálisis, era necesario extraer la sangre del cuerpo, depurarla y volverla a introducirla en él, por lo que había que realizar un acceso vascular. En 1966, los doctores Cimino y Brescia de Nueva York crearon artificialmente una fístula arteriovenosa al suturar una vena superficial a una arteria cercana; al cabo de unas semanas, con la maduración de la fístula, se obtuvo una vena superficial dilatada, fácilmente canalizable, con paredes gruesas, que se podía puncionar muchas veces y con un flujo de sangre similar al de una arteria. Desde entonces, esta fístula es la elegida para las personas que necesitan la hemodiálisis de forma indefinida en un programa de enfermos crónicos.

En el año 2002 la National Kidney Foundation publicó una guía de práctica clínica con el objetivo de unificar criterios y facilitar la puesta en marcha de planes de acción con respecto al cuidado de la persona, a las guías diagnósticas y a las recomendaciones terapéuticas; la guía clasifica la ERC en cinco estadios con independencia de la causa que la provoca.

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Epidemiología
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La enfermedad renal crónica (ERC) es una epidemia mundial que afecta a más de un 10 % de la población adulta y a más de un 20 % de los mayores de 60 años.

Los países con la prevalencia más alta de personas con ERC en fase avanzada son los EE.UU., Taiwán y Japón. La nefropatía diabética —lesión renal que puede aparecer como complicación tardía en personas con diabetes— es la causa más frecuente de ERC en todo el mundo.

Las personas de raza negra son más susceptibles a desarrollar una ERC secundaria, como consecuencia de una diabetes o de la hipertensión arterial.

Según el EPIRCE (Prevalencia de la insuficiencia renal crónica en España), aproximadamente el 11 % de la población adulta sufre algún grado de ERC. Esta enfermedad se asocia a un índice importante mortalidad cardiovascular, así como a costes económicos elevados. El gasto anual asociada a la ERC en fases avanzadas en España es de más 800 millones de euros.

 

Etiología
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Las principales causas de enfermedad renal crónica son:

1. Diabetes; 2. Hipertensión arterial; 3. Glomerulonefritis; 4. Enfermedades hereditarias; 5. Enfermedades congénitas; 6. Enfermedades autoinmunes; 7. Obstrucción del flujo urinario por patologías urológicas; 8. Pielonefritis de repetición (infecciones del riñón); 9. Consumo crónico de fármacos nefrotóxicos (principalmente antiinflamatorios).

Aunque la aparición de la ERC se debe a diferentes causas, las principales son la diabetes y la hipertensión arterial, que son las responsables de dos terceras partes de los casos.

 

1. Diabetes

Una de las complicaciones asociadas a la diabetes es la alteración de las arterias grandes y pequeñas, que se endurecen y se estrechan, y ocasionalmente se cierran, por lo que se reduce el aporte sanguíneo a algunas zonas del cuerpo (isquemia). La lesión de las arterias pequeñas (microangiopatía) afecta a los pequeños capilares de los riñones y provoca la llamada nefropatía diabética, que daña los glomérulos renales, que es la parte del riñones donde se filtra la sangre y se produce la orina. Esta nefropatía, a la larga, puede dar lugar a una insuficiencia renal crónica.

Paralelamente, la diabetes también puede provocar daños en el sistema nervioso, lo cual puede afectar a la función de la vejiga de la orina y alterar el mecanismo de vaciado

Consejos de salud ante la diabetes 

 

2. Hipertensión arterial

La presión arterial alta aumenta la presión de la sangre en las paredes de los vasos sanguíneos. Este aumento de la presión puede dañar las paredes de los vasos y reducir el suministro de sangre a órganos importantes como los riñones. La hipertensión arterial también afecta a las diminutas unidades filtrantes de los riñones, en consecuencia los riñones pueden dejar de eliminar los productos de desecho y los líquidos extras de la sangre. Además, el líquido extra de los vasos sanguíneos puede aumentar aún más la presión arterial.

Por otra parte, la ERC puede causar hipertensión arterial. Los riñones tienen un papel fundamental en el mantenimiento de una presión arterial normal y su deterioro dificulta su regulación. En consecuencia, la presión arterial aumenta.

 

3. Glomerulonefritis

Es la tercera causa de ERC. Hace referencia a un grupo de enfermedades que causan la inflamación crónica de los glomérulos renales o unidades de filtrado de los riñones. Esta inflamación puede ser únicamente renal —glomerulonefritis primaria, habitualmente de origen inmunológico— o se puede encontrar en el contexto de una enfermedad sistémica —glomerulonefritis secundaria, como en el caso de la diabetes, amiloidosis o lupus— que conlleva en muchos casos la aparición de la insuficiencia renal crónica (IRC).

 

4. Enfermedades hereditarias

La enfermedad hereditaria principal que causa la ERC es la poliquistosis renal. Se forman varios quistes en los riñones que aumentan de tamaño y hacen que los riñones pierdan progresivamente su función. La probabilidad de que un descendiente herede la poliquistosis es de un 50 %; por otra parte, la enfermedad no salta generaciones, es decir que si una persona afectada no transmite la enfermedad a sus hijos, los nietos no sufrirán la enfermedad.

 

5. Enfermedades congénitas

Durante la formación del feto, puede haber alteraciones que provoquen una disfunción renal de forma precoz, por ejemplo, una estenosis o estrechamiento que evita la eliminación normal de la orina, la hace retroceder hasta los riñones, provoca infecciones y puede lesionar de manera irreversible los riñones.

 

6. Enfermedades autoinmunes

El sistema inmunológico protege el cuerpo contra las enfermedades y las infecciones. Pero en el caso de enfermedad autoinmune, el sistema inmunológico ataca las células sanas por error y puede causar lesiones más o menos graves en diferentes órganos y aparatos, por ejemplo a los riñones. El ejemplo más común de este tipo de enfermedades autoinmunes es el lupus eritematoso sistémico.

 

7. Obstrucción del flujo urinario por patologías urológicas

Las obstrucciones crónicas causadas por problemas como cálculos renales —piedras en el riñón—, tumores o, en los hombres, por el aumento de tamaño de la próstata pueden causar una estenosis o estrechamiento, que dificulte o impida la eliminación normal de la orina, la haga retroceder hasta los riñones y provoque infecciones que pueden conllevar la MRC.

 

8. Pielonefritis de repetición (infecciones del riñón)

Las infecciones urinarias repetidas que afectan al parénquima renal pueden provocar secuelas en su funcionamiento. Durante la infancia hay una mayor incidencia de estas infecciones de repetición por la presencia de reflujo vesicouretral, es decir, el retroceso de la orina desde la vejiga hasta los uréteres o hasta el riñón.

 

9. Consumo crónico de fármacos nefrotóxicos (principalmente antiinflamatorios)

El consumo habitual de antiinflamatorios no esteroideos (AINE) durante períodos largos de tiempo puede provocar alteraciones en la hemodinámica (funcionamiento) intrarrenal o toxicidad directa sobre el tejido renal, lo que puede deteriorar la función renal de forma crónica.

 

 

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Tipos
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La función renal se mide por el índice o tasa de filtrado glomerular (TFG o GRF por sus siglas en inglés: Glomerular Filtration Rate). La TFG es el volumen de fluido filtrado a través de los glomérulos por unidad de tiempo, medido normalmente en mililitros por minuto (ml/min). Los glomérulos son estructuras pequeñas de los riñones que filtran la sangre; este filtrado da origen a la orina que se elimina.

La ERC se clasifica en cinco estadios teniendo en cuenta la tasa de filtrado glomerular (TFG).

Esta clasificación de los estadios de la ERC se basa en la guía K/DOQI 2002 de la National Kidney Foundation:

Estadio Descripción Tasa de filtrado glomerular
(ml/min/1,73 m2)
1 Daño renal con filtrado glomerular normal* 90 o superior
2 Daño renal con filtrado glomerular ligeramente reducido* 60 a 89
3 Filtrado glomerular moderadamente reducido  30 a 59
4 Disminución severa del filtrado glomerular 15 a 29
5 Insuficiencia renal
(fase avanzada)
 Inferior a 15

*Diagnosticado por método directo (biopsia renal) o de forma indirecta, a través de un análisis de orina (con marcadores como la albuminuria, la proteinuria o microhematuria) o a través de pruebas de imagen.

 

En estadios iniciales, la enfermedad se controla con medicación y hábitos higiénico-dietéticos adecuados. En estadios avanzados, es necesario un tratamiento sustitutivo, que puede ser la hemodiálisis, la diálisis peritoneal o el trasplante renal.

- Ver tratamiento fase inicial 
- Ver tratamiento fase avanzada 

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Última modificación: 01/03/21 12:29h

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