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La enfermera Gisel Fontanet participa desde hace un año en los trabajos de aplicación del Pacto para la Infancia, promovido por la Generalitat y que debe definir y aplicar políticas dirigidas a niños y adolescentes y consensuandolo con todos los agentes implicados. Desde el COIB está participando en uno de los siete grupos de trabajo, el que está dedicado a la salud. Pero ¿cuál es el trabajo hecho? ¿Qué se ha conseguido?

¿Dónde está la imprenta que las enfermeras está dejando en el Pacto?

La aportación que estamos haciendo las enfermeras y enfermeros, a través del COIB, es intentar dar la vuelta al enfoque, priorizando la salud y no el riesgo de enfermedad. Esto ha hecho que el eje de salud del Pacto por la Infancia tenga un enfoque salutogénico, pasando a fijar la atención en lo que genera salud, más que en las limitaciones y causas de enfermedades, a priorizar los factores de protección frente a los factores de riesgo, así como la promoción de la salud por encima de la prevención. También abordamos la salud desde la promoción de un modelo comunitario y social, es decir implicando a los sistemas de salud, social y educativo.

 

Pon un ejemplo de este giro.

Cuando hablamos de indicadores, por ejemplo, se mide el porcentaje de niños y adolescentes que se inician en el tabaquismo. ¿Por qué no miden aquellos que deciden no iniciarse? Así podríamos analizar qué es lo que funciona y damos fuerza a la decisión responsable y autónoma del adolescente, que ha decidido no empezar a fumar.

 

Pero hay que seguir analizando los problemas de salud para evitarlos.

Si quieres tener un sistema de salud activo y proactivo y no reactivo necesario enfocarlo hacia factores protectores. Es más costoso trabajar desde la promoción para la salud, pero económicamente es más rentable. No se invierte en el sistema de salud para que los políticos buscan efectos inmediatos y aquí los beneficios son a medio y largo plazo.

 

¿Los sistemas de salud y de educación trabajan bastante de la mano?

Lo deberían hacer mucho más, no es suficiente. Muy a menudo como que cuando se piensa en salud se piensa en enfermedad no se tiene en cuenta que para garantizar una buena atención a la salud de los niños es esencial tener en cuenta el ámbito de la escuela, pero también el ocio o de otras espacios educativos, como la familia.

 

¿Cuál es el trabajo que se ha hecho en el grupo de trabajo de salud?

Ya hemos definido los tres objetivos estratégicos: mejorar los sistemas de detección precoz en la población para actuar en personas de riesgo, haciendo énfasis en los factores de protección; promocionar la salud desde una visión salutogénica a través de un modelo comunitario y social y mejorar la atención a niños y adolescentes con problemas de salud físicos y/o mentales y sus familias. A partir de aquí se han definido medidas, ahora se están analizando los indicadores y se fijarán futuras acciones.

 

¿Qué incorporaciones se están haciendo desde el COIB?

Además de fijar este nuevo enfoque, desde el COIB pensamos que se deben poder incluir nuevos hábitos de estilo de vida saludable, además de la alimentación y la actividad física. Por ejemplo, el hábito de descansar y dormir es importantísimo para abordar la obesidad y el sobrepeso infantil y garantizar el rendimiento académico de los niños y, por tanto, este factor debería poder medir y realizar un seguimiento. Hay niños y adolescentes que no duermen las horas suficientes y esto después puede ser una fuente de problemas.

 

Hace años que desde el ámbito enfermero se habla de potenciar el modelo comunitario. ¿Las enfermeras salen bastante de la consulta?

En la escuela, hasta ahora la Ley Orgánica del Sistema Educativo ya preveía que la educación para la salud fuera una asignatura transversal. Sólo nos queda ponerlo en práctica. Tenemos los maestros y los profesores y las enfermeras, que debemos poder liderar esta acción educativa. La educación para la salud debe comenzar desde pequeños, tener continuidad e implicar a la familia. Para que esto sea efectivo debe haber suficientes enfermeras y recursos a la atención primaria.

 

¿En qué ayudan las Tecnologías de la Información y la Comunicación?

La promoción para la salud no se entiende sin la participación de la persona, en este caso del niño y aquí las TIC son un muy buen canal de participación. Hay enfermeras del programa Salud y Escuela que trabajan la salud con los adolescentes a través de Facebook y se están diseñando aplicaciones para dispositivos móviles para trabajar estilos de vida saludable, dirigidos a niños. Debemos ayudar a los niños y adolescentes a hacer un buen uso de los dispositivos móviles.